domingo, 14 de octubre de 2007

EL PODER DE LA CHEQUERA

El Gobierno nacional tiene una billetera cada vez más grande y las provincias, una autonomía cada vez más chica. El espíritu federal se ha perdido detrás de la catarata de plata que aportan las retenciones a las exportaciones y del impuesto al cheque que esta administración maneja a su antojo. Por Laura González

Antojo que es mucho más que un deseo impulsivo. Responde a una estrategia que busca subordinar a las provincias al poder central y amputarles la autonomía de sus decisiones.

Probablemente, haya sido imprudente la política previsional de Córdoba. Entre 2002 y 2005 se jubilaron 20.421 aportantes a la Caja, la mitad de todos los que se retiraron entre 1996 y 2007.

Tal incremento de beneficiarios se hizo a sabiendas de que buena parte de la plata necesaria para pagarles no era propia, sino que dependería de la buena voluntad del Gobierno de turno que, en la primera ronda, resultó ser el de Néstor Kirchner, el más centralista, discrecional y visceral a la hora de manejar la chequera nacional.

En los pasillos de la Casa de las Tejas se repite que hay leyes nacionales y provinciales que avalan este compromiso del financiamiento previsional por parte de la Nación. Y que no hay margen para desconocerlo, por más que existan demoras que puedan poner en riesgo el pago en tiempo y forma a los casi 90 mil jubilados provinciales.

Pero en ningún lado dice, a ciencia cierta, cuánto es ese déficit. Tampoco existe un mecanismo que garantice el envío automático de esos fondos. Por lo tanto, el okey depende de que en ese momento, la Provincia esté alineada con el sentir presidencial.

En 2001, se enviaron a las provincias por vía discrecional 2.665 millones. En 2006, 13.027 millones. Córdoba no ha podido o no ha sabido sacar los fondos previsionales de la bolsa de partidas discrecionales al que es afecto este Gobierno. Y ahora, como era previsible, paga las consecuencias.
Fte: Periodismo de verdad

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