Semana previsible la que comienza aunque en el escenario político nacional nada pueda preverse con demasiada exactitud y los imponderables sean ya una característica intrínseca de la política argentina. Posiblemente, lo que sea predecible es la conducta de la dirigencia y, en consecuencia, hasta las sorpresas dejan de asombrar como las elecciones dejan de convocar. A nadie le interesa demasiado que, en menos de 14 días, haya que votar en la Argentina.
Ni siquiera se debate a pocos días de los comicios quién y cómo va a gobernar, el tema del momento es la baja de precios. El bolsillo siempre fue el órgano más sensible del pueblo. La política económica se resume en el boicot y las presiones, primero impuestos por la Secretaria de Comercio y ahora también por la sociedad adiestrada para ello. El tomate fue víctima, la papa ya tiene su versión oficialista y la calabaza puede serlo en los próximos días. El Gobierno se confunde con el Estado y es éste el que dictamina qué debe hacer y consumir la ciudadanía: meses atrás, a los argentinos se les pedía no consumir carne para que el precio baje, la campaña en pro de las ensaladas ganaron el discurso oficialista. El boicot fue entonces contra los productores que no enviaban vacas al mercado: la simplificació n más absoluta del problema agropecuario en la Argentina. El país llegó a consumir las vacas del Ejército. Hoy, la situación es distinta. La taba se dio vuelta y las verduras son las que cotizan. Las variables económicas pasan, pues, por el mercado de Liniers y las verdulerías, de nada sirve que haya o no un Ministerio de Economía.
De los subsidios que se esconden detrás de estas supuestas “rebajas” que coronan el estilo “populista” nadie habla. Entre este tipo de coyunturas tan efímeras como nulas se mueve la Argentina. Todo aparece solucionado sin que haya solución alguna. Lo mismo sucede con las encuestas: ofrecen ya resuelta la contienda política. El resultado electoral está dado antes aún de que se abran las urnas. La sociedad presencia absorta y hasta agradecida que la elección le sea develada antes de que ella se expida. El Estado benefactor ofrece todo en bandeja, Cristina Fernández es el plato de la fecha. De ese modo no hay responsabilidad en lo que vendrá, aunque si bien se mira tampoco hay libertad para que se decida. ¿Hay interés en decidir, en pensar, en madurar? El voto en blanco, el voto nulo y la concurrencia al cuarto oscuro el próximo domingo 28 darán la respuesta correcta a esa pregunta. A la apatía social se suma la desidia de la dirigencia y la confusión de ideas.
Si la oposición no “enamora” es porque es demasiado peronista, porque es en extremo radical o porque está infectada del gen nacionalista… Nada científico avala una u otra “crítica”. Con el silencio, huyendo al debate abierto y sin argumentos se defenestra directamente al adversario. La estrategia, guste o no, parece estar dando el resultado esperado por el Gobierno. Cristina gana en primera vuelta, esa es la consigna. Los medios se hacen eco. Apenas un par de encuestadores se atreven a otro vaticinio. Y es que los indecisos parecen ser la mayoría. Borges tenía razón: “la democracia es un abuso de la estadística”. Octavio Paz lo decía a su manera: “la democracia es el régimen de las opiniones relativas”. Y relativizados viven los argentinos esta nueva epopeya electoralista. Haber conseguido extender el sistema de votación en un lapso de tiempo determinado (24 años) es el triunfo, qué se elige luego es algo que no cuenta para evaluar si funciona o no la democracia o una forma eufemística usurpó el lugar de ésta. Lo que queda claro es que no es la democracia de Alexis de Toqueville la que se vive en la Argentina.
La etapa proselitista pone de manifiesto cómo se manipula a la gente, y como se miente alevosamente. Amén de manejarse las encuestas para dejar sin chance a la oposición y, consecuentemente, sin posibilidad de opción a la ciudadanía se habla y se promete impunemente. Esta semana se podrán escuchar anuncios de todo tipo, desde baja de tasas para créditos inexistentes hasta listas de productos que descienden un 7% en supermercados y almacenes. Si el pueblo después no accede al préstamo o no encuentra disponible el producto el problema es suyo, no del Gobierno. El Gobierno sólo se ocupa del anuncio.
Así se pasó la administració n de Néstor Kirchner entre proclamas vacías como la de las inversiones chinas, las computadoras portátiles para las escuelas a menos de 100 dólares, la garrafa social, los créditos para inquilinos al costo de la vivienda, los cortes vacunos populares, la papa kirchnerista, los índices de inflación adulterados, la inauguración de escuelas, la construcción de viviendas… De la misma manera se declama ya el triunfo de la senadora y candidata oficialista. Con la foto y el atril, Kirchner gobernó durante más de 4 años la Argentina. Ni siquiera se sabe si la continuidad que impone Cristina tendrá Salón Blanco o solamente álbum fotográfico en otras geografías como lo tiene su campaña proselitista.
Ahora bien, hay un dato a tener en cuenta: la dirigencia empresaria participó de la mentira con complicidad excesiva, acudió a las reuniones, prestaron el físico para las conferencias de prensa “monologadas” desde Balcarce 50, y se fueron de allí sin saber siquiera para qué se los citaba ni firmar ningún acta por más que se anunciaran luego grandes “acuerdos”. El doble discurso no es sólo propiedad del Gobierno. Hay un vasto sector de la dirigencia que le tomó el tiempo al Primer Mandatario y le sigue el juego. Responde como este desea. Le hace la venia en la Casa Rosada y le da la espalda una vez fuera de esta. Es la misma que aplaude a la candidata en sus actos en hoteles cinco estrellas y se rasgan las vestiduras luego aduciendo que no los representa.
La política de Estado es el boicot, éste se hace eco de arriba hacia abajo en las jerarquías. De allí que hordas de piqueteros hayan bloqueado acceso a entidades financieras la última semana acusándolas de manejar los bonos en detrimento del Gobierno. Quienes efectuaban esos reclamos jamás vieron un bono en su vida, ni siquiera tienen cuentas bancarias ni saben que quiere decir la sigla “CER” ni les preocupa si el dólar sube o baja. Habrá que ver si algún día el boicot que promueve la dirigencia llega a la ciudadanía y esta boicotea no sólo el tomate sino el sistema electoral que impide que sea la mayoría la que defina quién gobierna a la Argentina. Néstor Kirchner asumió con un magro porcentaje de votos, se espera que lo mismo suceda con su esposa. El distrito de la Matanza es clave en un país que, amén del Gran Buenos Aires, posee otras 23 provincias…
Paradójicamente o no, en ese distrito donde se concentra la mayor parte del padrón electoral no hay listas colectoras ni boletas que confundan quien apoya a Cristina. Paradójicamente o no, en la Matanza el nivel de desempleo del total del país se duplica. Paradójicamente o no, en la Matanza se concentra la mayor parte de los planes Jefes y Jefas de Hogar. Paradójicamente o no, de su intendencia salió Alberto Balestrini, el candidato a vicegobernador de Daniel Scioli en la provincia. Paradójicamente o no, allí cerrará su campaña – después de huir de la gente o saludarla tras las rejas – la Primera Dama la próxima semana. No es de asombrar que lo haga ratificando la continuidad: es decir con anuncios y fotografías…
“El pasado es el prólogo” decía Harry Truman.
GABRIELA POUSA
(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) Queda prohibida su reproducción total o parcial sin mención de la fuente.
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