sábado, 6 de octubre de 2007

LOS PUMAS: LA SOCIEDAD QUE NO SOMOS

Los Pumas: la sociedad que no somos
Esfuerzo, trabajo, constancia, acatamiento del principio de autoridad, rigor y carácter, fair play, modestia ante el éxito, templanza en la adversidad, más trabajo, proyecto estratégico de conjunto, largo plazo y una estricta selección de los mejores son la fórmula que hoy pone al equipo de rugby nacional entre signos de admiración en las portadas de los diarios del mundo entero.

Ese puñado de jóvenes "ninguneados" durante años, mientras entrenaba en el más sobrio amateurismo de un deporte igualmente "ninguneado", está aportando a la sociedad argentina inusuales satisfacciones. Ésta, fiel a su estilo, ahora se ha vuelto súbitamente fanática de lo que hasta ayer le provocaba, en el mejor de los casos, absoluta indiferencia.

Sin embargo, ellos son lo que son por una adecuada conjunción entre destrezas personales y características incorporadas. Entonces, ¿por qué la misma gente que los ovaciona por sus logros rechaza transitar, en la construcción social, los caminos que ellos eligieron para obtener logros similares?

¿Por qué se reclaman cupos para infinidad de minorías basados precisamente en la insignificancia de ser pocos y no en los aportes genuinos que pudieran realizar? La sociedad argentina deposita las exigencias en los otros; Los Pumas, en ellos mismos. La sociedad argentina pide; Los Pumas dan. Unos claman por privilegios y desdeñan la competencia, mientras los otros son el elaborado producto de ella. Un falaz y difundido discurso a favor de la solidaridad carcome cualquier intento de superación personal y demuele uno a uno los mejores propósitos de excelencia en una sociedad que se va transformando en colectivista y tramposa. ¿Por qué no se opone el argentino a la selección de los más aptos cuando de resultados deportivos se trata y acepta la mediocridad como sistema de vida cotidiano si ella nunca es cuna inspiradora de comportamientos valiosos? ¿Por qué aplaude el mérito ajeno, pero huye de aplicarlo en todos los órdenes y delega, con reprochable docilidad, su propia representación en dirigencias "berretas"?

Esto que somos como sociedad bien poco se parece a lo que son Los Pumas como equipo de rugby. Claro, difieren el entrenamiento, los códigos, las exigencias y la actitud; en una palabra, los principios y los fines. Así nos va a unos. Y así, a ellos.

María Zaldívar
Licenciada en Ciencias Políticas

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