Las cosas en su sitio
por Daniel C. Bilbao
Cristina Fernández de Kirchner es la millonaria instalada en El Calafate, una zona privilegiada del sur país, próxima a donde los mapuche luchan por su dignidad. Junto con su marido, Néstor Kirchner, se enriquecieron oscuramente, rematando los bienes de ciudadanos afectados por la famosa resolución 1.050 (que fundió a millones de argentinos), en los años de la dictadura genocida del general Videla y compañía. En internet, puede verse a "Néstor", fotografiado en los diarios de la época, junto a los jefes militares, compartiendo ágapes. Hoy son propietarios de cuantiosas propiedades y de un capital millonario.
No sólo se enriqueció la pareja Kirchner, sino que favorecieron a parientes y amigos, regalándoles -ayer nomás- a precio vil, tierras hoy inaccesibles por su precio para el común de los mortales. A pesar de ser escandaloso, de estar en los medios y existir grabaciones en la que un intendente (alcalde) reconoce los "regalos", la justicia no actuó.
Un ex chofer de Néstor Kirchner en Santa Cruz, es hoy dueño de canales de cable y una enorme flota de taxímetros, y acaba de hacer una oferta millonaria para comprar uno de los cuatro canales más grandes de la televisión abierta. ¿Testaferro de quién será? O habrá que premiarlo como el "self made man" de la década.
Néstor Kirchner, durante su actuación como gobernador de la provincia de Santa Cruz, sacó ocultamente del país unos 500 millones de pesos de propiedad de la provincia, que depositó en el exterior. Cuando se supo el desfalco y después de muchas presiones, Kirchner admitió la maniobra y, finalmente, se anunció hace poco tiempo que se repatriaría el dinero. Al día de hoy, nadie sabe dónde está ese dinero, ni cuánto queda de él, ni cuanto interés devengó. La justicia intervino, pero sólo para hacer la vista gorda en este escandaloso caso de corrupción. Aún así, Kirchner llegó a presidente de Argentina.
Puesta a dedo por su marido como candidata, la millonaria de El Calafate, también llegó a presidenta de la nación. Pero sólo fue votada por algo más del 30% del padrón de ciudadanos habilitados para votar. Sin embargo, el permanente discurso oficial asegura que fue votada "por la mayoría de los argentinos", con lo cual justifican la prepotencia y soberbia con la que actúan. El gobierno de "Cristina" no fue votado por casi el 70% de los argentinos. Es el gobierno de una minoría. La primera minoría, pero minoría al fin.
Para poner las cosas en su sitio, hay que decir que los Kirchner son dos personajes enriquecidos en los años de la dictadura, que acrecentaron su patrimonio en los años de recuperación de las instituciones y que gobiernan respaldados por un voto minoritario. No son los mejores antecedentes para estos gobernantes que prometieron «capitalismo nacional» y desean parecerse a Alemania.
Durante su gobierno, Néstor Kirchner apuró algunas importantes reivindicaciones en materia de derechos humanos. Casi 5 años después, las víctimas y los organismos siguen luchando para poder enviar a algún militar a la cárcel y están buscando al testigo que le desaparecieron en sus propias narices, Julio Jorge López.
Unos pocos militares están presos, la mayoría cómodamente en su casa, con prisión domiciliaria. Más fácil fue encarcelar a algunos pocos policías, mientras van ganando tiempo para que la biología haga lo que la Justicia no quiere.
Durante el gobierno de "Néstor" se produjo una fenomenal extranjerización de la tierra. Algunos cifran en cerca de 30 millones de hectáreas la superficie en manos extranjeras.
En medio de la actual crisis política producida en torno a la soja, hay que preguntarse quién introdujo a los pooles de siembra, quién los alentó, quién favoreció la creación de los fideicomisos y los fondos de inversión con destino a la producción sojera, quién introdujo al siniestro personaje Gustavo Grobocopatel -zar de los pooles sojeros- y quién, hasta el día de hoy, está protegiendo los intereses de los agroexpoertadores. Todo esto ocurrió con el gobierno de los Kirchner. Hay ex gobernadores y actuales dirigentes peronistas, con acciones en estos grupos sojeros. El caso más conocido es el de Jorge Capitanich, creador del pool Fedagro, cuyas acciones transfirió a su testaferro, un sujeto de apellido Fernández, antes de asumir su cargo.
En más de una ocasión, durante la extorsión agropecuaria, la presidente Cristina Fernández ha mencionado la existencia de argentinos que pasan hambre, para cuestionar a la oposición o a los dirigentes ruralistas, pero no ha explicado por qué teniendo acumuladas casi fabulosas reservas en dólares, no ha tomado la iniciativa de terminar con el hambre, y sólo ha prometido usar la recaudación fiscal de la soja, siempre y cuando supere el 35%, para hacer hospitales. Les ha prometido a los hambrientos una buena cama de hospital en vez de una suculenta mesa con comida.
La presencia de sectores oligárquicos y protogolpistas en rutas y calles, reclamando por sus intereses sectoriales y provocando desabastecimiento para extorsionar al Gobierno, no puede cerrarle los ojos a nadie para ver que en más de cuatro años de kirchnerismo, no se tocó el poder abusivo y las superganancias de las empresas estatales privatizadas, que no se tocaron leyes de la dictadura genocida, como la "ley de entidades financieras" ni las brutales ganancias de los bancos, que no se reemplazó el Código Aduanero, "ley" de la dictadura en la que se basó la presidenta para aplicar inconstitucionalmente los derechos de exportación denominados "retenciones", que es el gobierno que más deuda externa pagó mientras hay argentinos que mueren de hambre, que se dibujan inescrupulosamente los índices de una inflación galopante o que mientras la presidenta grita que hay argentinos que mueren de hambre, nos anuncia ella misma el escandaloso negociado de un "tren bala" que piensan llevar adelante.
Las cosas en su sitio: este es un gobierno debilitado por la escasa adhesión electoral que obtuvo, por lo que hay que exigirle menos soberbia y más voluntad de consenso. Por esta misma razón, hay que cuidar su estabilidad, ante los embates de los sectores oligárquicos desplazados, pero sin renunciar de ninguna manera a denunciar la corrupción, la prepotencia y sus inconsecuencias con la soberanía nacional y los intereses populares
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