sábado, 13 de septiembre de 2008

DOMINÓ

El dominó bolivariano


El socialismo del siglo XXI con sus variantes mestizas, indígenas y setentistas tiene problemas: las poblaciones de Venezuela, Bolivia y Argentina los sufren. Y Ecuador y Bolivia están ahí, a la vuelta de la esquina. Ya no es excusa cargarle el fardo a las políticas “neoliberales” de los 90. Está bien un poco, pero tanto… Alguna vez la izquierda debería hacerse cargo de sus errores. Echarles la culpa a los yanquis sirve para la gilada y para quienes se quedaron en los discursos de los 50: como Chávez.

Es cierto que Estados Unidos no tiene diplomacia, o mejor dicho que cree que los mejores embajadores son sus aviones, misiles y portaaviones. Se equivoca tanto como su embajador en Buenos Aires que hace poco festejaba el envío de jóvenes argentinos a su país convencido que esa es la manera para que aprendan a conocerlo. Lo criticamos en su momento. Roberto Santucho, el líder del ERP también fue arriba a conocer el paisaje y después bajó hecho un demonio. Lo sufrimos.

El nuevo eje Caracas-La Paz-Buenos Aires-Río Gallegos, que sufre de evidente influencia norteña, parece un elefante con Parkinson. Por algo será. En cambio, en otros territorios cercanos que suelen resguardarse de la lluvia bajo paraguas ubicados en islas brumosas o en rubias comunidades europeas-asiáticas hay problemas, pero no tantos ni de tal magnitud. Vista así, la diplomacia será lo que deba ser o no será nada. Nada.

La izquierda cree que ganar una elección le da derecho a hacer lo que quiera. Los Kirchner deberían confesar qué les sucedió con la famosa circular 125 que quisieron imponer con fórceps y los cuatro meses que les paró el campo. Correspondería que Morales, tan defensor de la Pacha Mama él, que tiene media docena de ministros puestos por una ONG que pagó su campaña, diga cuántos indígenas y campesinos tiene su gabinete. Nadie puede dudar que el Presidente de Bolivia fue elegido por el pueblo. Lo que la izquierda omite decir en su siempre media verdad es que los Prefectos también lo son. Empate.

Ahora Chávez dijo que si la ocasión se da quiere enviar tropas a Bolivia para crear como expuso el Che en 1965, “Un Vietnam, dos Vietnam, tres Vietnam”. Es de esperar que si se atreve, como militar que es, abandone la mesa de arena y sea de la partida encabezando los pelotones bolivarianos que irrumpan en Bolivia. Creemos que allí lo van a recibir con los brazos abiertos y lo cargarán en andas.

Mientras, el sur también existe ,y para demostrar lo bien que andan las cosas por aquí, volvieron Cavallo y Lousteau. Dijeron lo suyo. Sacaron todos los premios: Lotería, Bingo, Quiniela matutina, vespertina, nocturna y la Raspadita. Y todo por el mismo precio. Falta que Alfonsín y Menem anuncien una fórmula presidencial conjunta para el 2011, con Eduardo Duhalde como jefe de Gabinete y Felisa Miceli de ministro de Economía y estamos todos. ¿Estamos locos? No. ¿O no anunciamos que Lousteau iba a volver… ¿Pero tan rápido? Es evidente que algo anda mal.

El asunto de la valija bolivariana está poniendo malito al Gobierno. “¡Es un delincuente!”, dice un ministro (¿para qué lo dejaron ir?); “El dinero del maletín no se usó en la campaña, está guardado en el juzgado”, dice otro, (bueno sería que lo hubiesen usado); “Chávez no envió dinero a la Argentina para la campaña de Cristina”, balbucea un escribiente a sueldo”, (pero sí para financiar en 2005 la anticumbre de las Américas en Mar del Plata y para armar el partido chavista).

El FMI, la CIA y ahora el FBI son buenos chivos expiatorios externos para el kirchnerismo. Ayudan a desviar la atención de la vista gorda que hacían los funcionarios sobre la efedrina y los “atentados” a los ferrocarriles que como norma quedarán en el olvido: como Julio, Julio Jorge, Julio Jorge López; la bolsa con dinero que se olvidó una ministro en su baño del ministerio; la “mano de obra desocupada”; los “golpes” de la oligarquía y tantos otros complots urdidos por inútiles mentes febriles.

11 de septiembre. El canal oficial y el rojo del ministerio de Educación estuvieron todo el día recordando el golpe que derrocó a Salvador Allende. Del gran Sarmiento, en su día, nada o casi nada. ¿Los jóvenes que pensaban distinto esperaron treinta años para esto? ¡Qué decepción! Creíamos que la revolución era otra cosa.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BS AS

No hay comentarios: