lunes, 8 de septiembre de 2008

JUICIOS INJUSTOS

-Juicios injustos
Por Guillermo Lascano Quintana
www.notiar.com. ar


Quienes éramos maduros cuando comenzó la violencia guerrillera en la Argentina conocemos de primera mano lo que en verdad sucedió.


Algunos, confundidos por la propaganda de quienes resultaron derrotados en el campo que ellos mismos habían elegido: el de las armas; o avergonzados de su pensamiento de entonces, pretenden ocultar lo acontecido y cargan las tintas sobre los excesos de las acciones que todos consintieron y apoyaron, destinadas a combatir a quienes pretendieron, por medio del terror, imponer un régimen marxista leninista y ateo, con apoyo de quienes con igual signo gobernaban Cuba y la U.R.S.S. Esta es la verdad, admitida por los mismos guerrilleros, pero que parecen ignorar los jueces y los secuaces modernos de aquellos delincuentes. Quienes estuvieron comprometidos con aquellos designios y ahora ejercen influencia en el gobierno o sobre la opinión pública, pretenden hacernos olvidar a quienes tenemos memoria y confundir a quienes no la tienen, por no haber vivido aquellas épocas de horror. Sacan partido, además de aquellos que sí conocieron la ofensiva terrorista pero ahora, sea por sumarse a la ola de “progresistas bienpensantes” , por cálculo o por simple cobardía, pretenden hacerse los distraídos y “desayunarse” de que en nuestro país hubo una guerra. Si repasamos los diarios de los años 1960 y 1970, podremos comprobar que toda la sociedad se sintió agredida por la aparición de la violencia, encarnada en acciones de secuestros, asesinatos, robos, uso de explosivos, que no respetaron a nadie. Fueron víctimas simples ciudadanos, jóvenes policías o conscriptos, empresarios, comerciantes, profesores, militares, sacerdotes, periodistas y hasta niños, sin ninguna razón que lo justificase, salvo, claro está el objetivo revolucionario de sus ejecutores. La historia enseña que la violencia engendra violencia y que en la guerra gana el que inflinge mas daño a su adversario. Esas fueron las reglas impuestas por los guerrilleros terroristas, no por la sociedad ni por las fuerzas policiales y militares, que reaccionaron frente a la agresión. Ahora se pretende hacer olvidar el origen de la violencia y centrar la crítica no ya sobre los excesos de la justa represión frente al ataque, sino de la simple reacción ante la agresión. Todo ello como si los guerrilleros se hubieran comportado como frailes franciscanos y hubieran sido perseguidos por una banda de energúmenos sanguinarios. La reacción de la sociedad, en su conjunto, fue la de detener la agresión y quienes se hicieron cargo de la tarea están sufriendo el abandono de esa misa sociedad, que le encargó un trabajo “sucio” y ahora se desentiende de ellos. Han pasado muchos años desde que todo ello sucedió. Hubo juzgamientos, condenas, perdones y amnistías, consentidas por la inmensa mayoría de los argentinos, cansados de su anclaje en el pasado y deseosos de enfrentar el porvenir y sus reales problemas, en paz consigo mismos y con su historia. Sin embargo subsisten bolsones pequeños pero poderosos de herederos de aquellos guerrilleros, que insisten en tergiversar la historia y someter a la sociedad y a algunos de quienes en su nombre, asumieron su defensa, a la ignominia de procesos judiciales viciados por la parcialidad, la ilegalidad y el propósito de venganza. En esta hora en que nuevos vientos soplan sobre nuestras débiles instituciones, impulsados por la voluntad ciudadana, debemos centrar nuestros esfuerzos por terminar con la ignominia de juzgar a quienes nos defendieron, poner un manto de olvido sobre el pasado y tomar el futuro por asalto. gl@ledesmaabogados. com.ar Gentileza para NOTIAR

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