Una semana complicada como aquella en que se votó la resolución 125
Los acontecimientos se han precipitado sobre Argentina a velocidad espacial. No obstante, al Gobierno le sobran figuras, manos y recursos para tapar los desaguisados cometidos y que se encuentran a la vista de quien ose sentarse a mirarlos. Marcaron la semana las sorprendentes derivaciones de los asesinatos por la efedrina, la escandalosa reestatización de Aerolíneas Argentinas, el uso de reservas para pagarle acelerada y sorprendentemente al Club de París y el calamitoso funcionamiento de los ferrocarriles nacionales que provocan esporádicas puebladas.
Si se aplicara la responsabilidad mediata que se les atribuyó a los jefes del último gobierno militar en la lucha armada contra los guerrilleros de los 70, estos casos deberían ser contabilizados en el haber del matrimonio Kirchner. Sin embargo, para quienes sientan cierta apetencia en salvar la investidura presidencial, alguien o algunos de menor jerarquía deberían ser responsables de tanto desatino, por lo menos aquellos que ejecutaron esa órdenes que bien podrían ser declaradas de carácter aberrante. El fundamento de este concepto puede encontrarse en palabras del irlandés Jonathan Swift en "El cuento de un tonel" cuando afirma: “Así cuando el rey está a caballo, puede estar seguro de ser la persona más sucia de la compañía y los que mejor le hacen la corte son los que más le salpican”.
Fue tan grande el terremoto que las primeras espadas ministeriales debieron salir a explicar que ahora van a controlar lo que antes no fue fiscalizado; los tambores de efedrina (¿por qué no lo hicieron antes?), el normal funcionamiento de la compañía aérea estatal (¿por qué no lo hicieron antes?) y la seguridad en los ferrocarriles (¿por qué no lo hicieron antes?). Sus deberes como funcionarios públicos están comprometiéndolos demasiado en sus errores: lo peor es que continúan cometiéndolos. Así, conocidos los hechos de vandalismo que se produjeron en el ramal del Ferrocarril Sarmiento, el subsecretario de Transportes nacional dijo que la Justicia debía investigar hasta las últimas consecuencias lo que sucedió en la línea férrea y castigar a los responsables de los desmanes. Nunca se escuchó a un funcionario alegar su propia torpeza con tanto énfasis. ¿Necesitará ir preso?
El pago al Club de París intentó cubrir la vuelta total al redil sindical de Aerolíneas Argentinas y el galimatías acerca de la importación y exportación de efedrina; la cancelación, a su vez, se perdió por la poca importancia que la economía mundial y nacional dio al tema y los destrozos en vagones y estaciones de ferrocarril que a dos ministros de la Inseguridad, actuando en consonancia y en vivo y en directo para las cámaras de televisión, sólo les faltó atribuir a células del terrorismo islámico. Pero, reconozcámoslo, la población se entera de estos hechos por un sector del periodismo; el otro, el oficial, el oficialista y el que muere por ser alguna de las dos variantes, cumple a rajatabla los propósitos que subyacen tras las pautas oficiales. Estos corresponsales de la Casa Rosada y del ministerio de la Distracción se dedicaron el viernes a “analizar” las demoras del tránsito en la Ciudad de Buenos Aires y el partido de fútbol que iba a disputar el domingo el seleccionado de la AFA contra su similar de Paraguay. Pero llegaba el sábado. Había pasado una semana tan complicada como aquella que inmortalizó el “Mi voto no es positivo”. Domingo, fútbol, quincho y lomo de ochenta pesos en la parrilla. Sobremesa. Se analiza cómo llegar al martes. Más allá es imposible.
La claque oficial del aplauso fácil y los subsidios generosos festejó el pago a París. Antes lo hizo en el Congreso con el default. Es el fiel testimonio de la dirigencia y el pueblo argentino. Un día festeja una cosa y al otro la contraria. Como el 24 de marzo del 76 y el 10 de diciembre del 83; como Malvinas, el uno a uno y el tres a uno, como las “privatizaciones” y reestatizaciones. Como todo. ¿Será que Duhalde tiene razón y(¿por qué no lo hicieron antes?) “Argentina está condenada al éxito”? ¿Y si simplemente está condenada?
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES
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