sábado, 5 de diciembre de 2009

DURA LEX


La Nueva Provincia - 05-Dic-09 - Opinión
Claro. Tratándose de ladrones o de asesinos, ningún juez va a ponerse a averiguar sus intenciones ni a esclarecer acertijos: un ladrón roba y punto; un asesino asesina y punto. Se entiende que se roba o se mata a alguien, a una víctima. Pero en esos casos los jueces no parecen muy ganosos de complicarles la vida a los victimarios, y suelen entonces fallar con tan primoroso tacto que empieza a ser más fácil, en Argentina, delinquir en la calle sin consecuencias que caminar por ella sin peligro.

Ahora bien: mata un hombre casi de 60 años a dos asaltantes que habían invadido su casa de Villa Santa Rita a punta de revólver y estaban pegándole una paliza a un hijo para que les dijese dónde había dinero, y entonces todo el celo y el saber y la concentración y la tenacidad de los magistrados resucitan en el acto, y no cejan hasta satisfacer la siguiente incógnita: ¿en verdad actuó el jubilado de Villa Santa Rita en legítima defensa? ¿No se habrá excedido? ¿No habrá hecho víctimas de su furor a dos inofensivos muchachos que sólo querían unos pesos?

Suena ridículo y lo es. De ahora en más, y por haber matado antes a quienes iban a matarlo después, el jubilado en cuestión verá su vida, si la jueza María Fontbono de Pombo lo quiere, convertida en un infierno.

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