lunes, 2 de agosto de 2010

CARRIÓ


¿Qué quiere Carrió?



Sus recurrentes amenazas de ruptura son su mejor recurso para negociar.



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Por Alexis Di Capo para el Informador Público

En apenas una semana, Elisa Carrió colisionó con Hermes Binner, Margarita Stolbizer, Ricardo Alfonsín y Mauricio Macri, en este último caso por oponerse al proyecto de juicio político planteado por el PRO. La conflictividad de la líder de la Coalición Cívica se explicaría en alguna medida por su incómoda situación en el Acuerdo Cívico y Social. Varios meses atrás, antes de la interna de la UCR bonaerense, ella había sondeado la posibilidad de que Ricardo Alfonsín fuera su compañero de fórmula, buscando capitalizar una ancha franja del voto radical. Cuando aquél se encumbró al vencer en la interna mencionada, la relación de fuerzas cambió y empezó a hablarse de la fórmula Alfonsín-Carrió. Simultáneamente, Ernesto Sanz consiguió que Cobos y Alfonsín aceptaran acordar reglas para su disenso y sacarse fotos juntos. Pero lo cierto es que ninguno de los dos está dispuesto a renunciar a su candidatura.



Opciones complicadas

Tanto Alfonsín como Margarita Stolbizer presionan para que se apure un acuerdo sobre la fórmula presidencial. Pero Cobos opera en el sentido inverso. El mendocino es un reconocido tiempista y sabe que su mayor chance está en presentar batalla en la primaria del 14 de agosto del 2011. Allí los votantes independientes podrían apoyarlo, doblegando al voto más reducido del aparato radical, mayoritariamente alfonsinista. Para Carrió, este escenario es desolador. Si acompaña a Alfonsín en una interna y vence Cobos, la Coalición Cívica se convertiría en el furgón de cola del vicepresidente, que tiene con ella la peor relación política posible.

En las últimas semanas, desde el cobismo se intentaron algunos gestos de distención. El más importante fue la idea de un acuerdo para que la Coalición Cívica lleve la voz cantante del ACyS en la Capital. La reciente aparición del dúo Adrián Pérez-Graciela Ocaña, monitoreando el megacontrato de recolección de residuos que proyecta el macrismo, parece estar en esa línea.



La amenaza, siempre presente

Sin embargo, las tensiones están muy lejos de ceder. Carrió desconfía cada vez más de sus socios mayores, los radicales. Y más aún a partir de que éstos quieren construir el Panradicalismo, invitando, por ejemplo, a los intendentes de San Isidro y Vicente López, Gustavo Posse y Enrique Japonés García, a que retornen a las filas partidarias. Para los radicales, su relación con la Coalición Cívica les recuerda la que mantuvieron con el FREPASO, de la cual están arrepentidos. Preferirían, claro está, que la CC terminara absorbida por el Panradicalismo.

Carrió advierte los peligros y juega como sabe, con la amenaza de una ruptura que sólo importa en un sentido: una sangría de algunos puntos en la elección presidencial podría significarle a la UCR quedar fuera de la segunda vuelta, relegada por el kirchnerismo y el peronismo federal. De llegarse a esto, Carrió sería eventualmente la responsable de que los Kirchner queden a un paso de conseguir un tercer mandato. Pese a la gravedad de las consecuencias, la credibilidad en esta amenaza es la mejor arma de la diputada. Usa y abusa de ella sin contemplaciones.

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