martes, 17 de agosto de 2010

A SAN MARTÍN


AL GENERAL DON JOSÉ DE

SAN MARTÍN



“Yo he dicho a usted mi secreto: un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando un gobierno de amigos sólidos para concluir también con la anarquía que reina. Aliando las fuerzas pasaremos por el mar a tomar a Lima, ése es el camino y no otro”. (Carta a Nicolás Rodríguez Peña, 22 de abril de 1814)

La figura de San Martín no se agiganta por los laureles ganados en los campos de batalla ni por su estatura de libertador, sino por su personalidad, asociada a valores que el país debiera honrar y hacer suyos (su retiro voluntario, por ejemplo, podría acaso inspirar a hombres públicos de nuestros días tan apegados al apetito del poder)


Al General Don José de San Martín

(1778-1850), el Hombre

En los actuales momentos en los que la dignidad y la felicidad de los argentinos está a igual distancia del individualismo abstracto que del gregarismo masificante, escenario este en donde día a día se van incorporando, como nuevos tipos sociales, personajes que antes lo eran solamente de obras de ficción: aventureros nacionales e internacionales sin identidad definida integran súbitamente la nueva clase propietaria; bufones e histriónicos de la farándula política que por el toque trágico de algún rey Midas, son elevados a la categoría de estadistas sociales y/o formadores de opinión con la finalidad de oscurecer, sembrar dudas y la maledicencia del testimonio y del testamento político de San Martín, como así también, desprestigiar a figuras señeras de nuestra historia política. ¿Cuántos educandos saben por qué San Martín le legó su sable al Brigadier General Juan Manuel de Rosas?

Lo único cierto de cuanta historia se escribió y se escribe, es su agonía política, su derrota ante los anglófilos que lo endiosaron en provecho propio, aún después de su muerte.

Verdadera, fue su rebeldía en su largo y sufrido destierro y su adhesión incondicional a Rosas. En síntesis, verdadera fue su tentativa frustrada de mantener la integridad de los virreinatos del Perú y del Río de la Plata y de salvar la unidad de la América Española, frente a las poderosas fuerzas de los países hegemónicos que se propusieron y lograron justamente lo contrario.

El general D. José de San Martín vivió como dice su máxima, “de tal suerte, que vivo quedó en la muerte”, nosotros, ¿estamos construyendo la Nación Argentina según los ideales por los que él luchó?


Al General Don José de San Martín

Cada vez que saludo tu memoria

Ante la urna que tu cuerpo encierra,

Gran Capitán y padre de esta tierra,

Hombre cabal de noble trayectoria,

Me embarga una emoción contradictoria

De admiración y rabia que me aferra

a un dolor que me aplasta y desentierra

una pena total por nuestra historia.

¿Cómo puedes dormir en esta urbe

apátrida y falaz sin que se turbe

tu sueño americano de grandeza?

¡Levántate Señor!, empuña el sable

y sacude a esta raza deleznable,

sumida en la miopía y la pereza.

“Divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos; hagamos un esfuerzo de patriotismo” (Mendoza, 11 de abril de 1818)

En azul y blanco,

Hugo César Renés

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