viernes, 5 de noviembre de 2010

DESCONCERTADOS


Cuando la muerte de un jefe partidario causa más desconcierto en la oposición

Por Mario Cadenas Madariaga para el Informador Público

El caso político argentino está para ganar un nuevo lugar en el Guinness. Creo que carece de todo antecedente que la muerte de un jefe político muy importante, cause mas desconcierto en los sectores de la oposición que en el propio partido. Esto sólo se podría producir si fuera un caballo de Troya, que con toda seguridad no lo fue.

Salvando distancias, ¿cómo sería recibido en el ejército romano la noticia de la muerte de Aníbal? ¿O en Londres de su época la muerte de Napoleón? ¿Qué le pasó a la causa unitaria cuando los federales le bolearon el caballo y lo hicieron prisionero a Paz? ¿Qué pasó después de la muerte de Alejandro? ¿Qué sucedió después de la muerte de Perón?

La reconstitución del oficialismo, cerrando filas alrededor de Cristina, es una fotografía que envejece en un minuto de la historia nacional. Las exequias de Alejandro no pudieron evitar que su imperio se dividiera inmediatamente después.

La oposición debe tocar a reunión como lo hacia el ejército de Roca para concentrarse después de las acciones, con la retreta del desierto. Sus líderes más importantes, deben reunificar sus fuerzas para dar batalla lo antes posible, anticipándose a otro liderazgo en el oficialismo.

La victoria se halla en la resolución de la actitud que se asuma. Si es de desconcierto, de titubeos sobre la forma a seguir, será igual al movimiento del Gobierno a la Corte en 1945, que no se había reunido y ya llegó la reacción del 17 de octubre.

La oposición debe exigir de inmediato, conjunta y simultáneamente el plan electoral que le convenga y exponer un programa social que sea superior al realizado por el Kirchnerismo.

Si no lo pueden hacer, la Argentina está destinada a perder, y como Venezuela, entrará en un proceso de declinación, en medio de la abundancia de sus recursos.

En ese caso la circunstancia se parecerá a la muerte Cesar desde el punto de vista de la republica romana. Es decir, sobrevendrá un Antonio y después un Octavio y la causa de la República sucumbirá para siempre, en nuestro caso, con el triunfo de un populismo decadente.

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