sábado, 26 de febrero de 2011

CAMBIÓ EL TABLERO



Por Susana Merlo

Hace una semana, aunque ya estaba el conflicto de Egipto, nadie sospechaba la escalada bélica que se alcanzaría en el Cercano y Medio Oriente, y que cambiaría drásticamente el escenario político internacional, pero también las expectativas de los mercados, especialmente agrícolas.

Hasta ese momento, el problema central pasaba por el alto precio de los alimentos (récord en los últimos 20 años, de acuerdo al índice de la FAO), el aumento de la pobreza que generaba tal situación en buena parte del mundo, y la inflación que podía producir en una serie de países importadores de estos productos.

Tal escenario mereció hasta una reunión del G20 en París donde se enfrentaron los “intervencionistas”, liderados por Francia, propugnando acotar los precios, y los libremercadistas, encabezados por Estados Unidos, defendiendo el mantenimiento de la libertad de mercados, y tratando de analizar otras opciones.

Sorprendentemente la Argentina, que se enrola internamente en el primer grupo (con argumentos tales como “defender la mesa de los argentinos”, etc.), allí enarboló la bandera liberal sosteniendo que “la única solución es aumentar la producción”, algo que aquí hace casi 7 años que los productores tratan de hacerle entender al Gobierno.
De todos modos, a la luz de lo ocurrido poco después, y de la conmoción generada en el mundo por la previsible, aunque abrupta, suba del precio del petróleo a raíz de la escalada del conflicto, aun cuando las razones de aquella discusión siguen existiendo, quedaron totalmente relegadas ante la nueva realidad.

De ahí que ahora las inquietudes en la materia pasan por otro lado: ¿Cuánto más pueden aumentar los costos de producción agrícola con la suba del petróleo que ya superó los U$S 100 el barril?. ¿Va a haber suficiente combustible para producir granos si, por el conflicto, se siguen agregando países petroleros al problema?.

¿Y los fletes cuanto pueden llegar a aumentar?

¿Cuánto van a tener que gastar los países en conflicto (muchos de los cuales compran alimentos en la Argentina) en esta situación?

Y si el enfrentamiento sigue, ¿les quedará resto, o tendrán que recortar sus compras externas?.

Ante eso, ¿los precios internacionales de los commodities van a mantener su firmeza, o van a caer?

En tanto, ¿qué va a pasar con el dólar? Como se sabe, de su nivel dependen, en gran medida, las cotizaciones internacionales. ¿Se va a revaluar?

Dicho de otra forma, si esto continúa, los países deberán gastar más en petróleo, mucho más en fletes, y también algunos analistas consideran que el dólar (mucho más atrasado que el Euro) se va a fortalecer debido a una probable suba en las tasas de interés estadounidense, todo lo cual determina un escenario en que la perspectiva sería que las cotizaciones están en “techo” para el precio de los alimentos, con más probabilidades de bajar que de subir, y con costos mayores de producción, lo que vendría a cambiar ahora la ecuación de los países productores de alimentos, al menos, respecto a sus expectativas hasta hace apenas una semana atrás.

El elemento adicional tampoco es positivo para las cotizaciones agrícolas ya que, ante el debilitamiento relativo, los fondos especulativos que desde hace algunos años también comenzaron a operar en granos, podrían salir de esas posiciones en busca de rubros más rentables, lo que podría provocar una baja adicional en los precios agrícolas.

Hay, sin embargo, al menos dos factores que pueden contrarrestar el debilitamiento. Por un lado, el clima que puede afectar algunas zonas productoras afirmando los mercados ante la escasez de reservas que existe hoy a nivel mundial, y la producción de biocombustibles, que se había replegado ante la falta de competitividad que le imponía un barril de petróleo por debajo de los U$S 85. Ahora, en cambio, traspasado el umbral de los U$S 100, y con la amenaza del desabastecimiento mundial de combustibles, si el conflicto sigue escalando entre los países petroleros, la producción de etanol y biodiesel recobra un valor estratégico, hasta casi independiente de su precio final.

Por eso, en apenas una semana, el tablero cambió totalmente y la intensidad va a depender, básicamente, de la duración del conflicto

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