sábado, 26 de febrero de 2011
A TODO O NADA
GANAR EN PRIMERA VUELTA A CUALQUIER PRECIO
Por el Dr. Carlos Tórtora
Ayer, en la reinauguración de Yacyretá, la presidente recordó que esa obra pasó a la historia como “el símbolo de la corrupción”. No fue una mención afortunada para la jefa de un gobierno que acumula numerosas denuncias por obras públicas sobrefacturadas y adjudicadas en forma sumamente sospechosas a un club de empresarios asociados a la Casa Rosada. Sin ir más lejos, la ya resuelta construcción de las represas (en Santa Cruz) Condor Cliff y La Barrancosa -con un presupuesto de U$S 4000 millones- ya fue denunciada por distintos especialistas por duplicar los costos previstos anteriormente.
Sin embargo, en la carrera ya desenfrenada por retener el poder, no hay que descartar que el kirchnerismo promueva una cruzada contra la corrupción, la de otros, naturalmente. Esto es lo que teme la plana mayor de la CGT cada vez que Norberto Oyarbide firma una nueva resolución procesando a algún operador sindical, como es el caso de Juan Rinaldi, ex titular de la APE (Administración de Programas Especiales) y de la Superintendencia de Servicios de Salud.
En la plana mayor del kirchnerismo se impone la convicción de que el ballotage puede convertirse en una trampa mortal, porque la oposición podría llegar a un acuerdo. La única alternativa segura sería entonces ganar en primera vuelta, alcanzando el soñado 40% y partiendo del supuesto de que ningún candidato opositor llegará al 30%. Esta realidad está empujando al gobierno a una estrategia de todo o nada. Es decir, con tal de ganar en primera vuelta, CFK estaría dispuesta a sacrificar todas las piezas propias que sea necesario. Las colectoras y la causa de la mafia de los medicamentos parecen adquirir entonces el mismo sentido. En esta lógica lo único importante es la reelección y si para acumular votos se pierde en el camino la gobernación bonaerense es un daño colateral que debe ser asumido.
Esto abre interrogantes: ¿Llegará el kirchnerismo a motorizar colectoras en otras provincias, poniendo en riesgo la reelección de sus gobernadores para sumarle más votos -y diputados- a CFK? En la Capital se da por descontado que habrá tres colectoras K, con Amado Boudou, Daniel Filmus y Carlos Tomada. En Córdoba pasaría algo similar si la elección se unifica con la nacional.
En otro plano, la secuencia que está siguiendo la investigación de la mafia de los medicamentos indica que puede haber un clímax electoral. Esto es, el procesamiento de varios caciques sindicales más como demostración de que Cristina avala la lucha contra la corrupción sindical y los impopulares popes de la CGT. La detención de José Pedraza, aunque por otra causa, prueba que ya nadie puede sentirse intocable. Este mecanismo para aspirar votos progres en sus distintos matices no se agotaría allí. Una verdadera campaña populista no es tal si no ataca decididamente los intereses de los grupos empresarios. Para este capítulo, Héctor Recalde mantiene a punto el proyecto de ley de reparto de ganancias a los trabajadores, que los legisladores de centroizquierda opositores no podrían resistirse a votar.
Caminos que se bifurcan
La estrategia del todo o nada conduce así fatalmente al sacrificio sucesivo de parte de la propia tropa y, desde ya, de algunos aliados cuya inmolación sería necesaria para alcanzar la meta del 40%. De profundizarse este rumbo, a medida que se acerque octubre el gobierno iría tirando lastre según las encuestas le indiquen el riesgo de no ganar en primera vuelta. En otras palabras, si el peligro aumenta, la lista de chivos expiatorios sacrificados para conseguir votos sería cada vez más larga. Escenografías como el artificial conflicto inventado con la administración Obama son de corto impacto, a menos que CFK esté dispuesta a retirar al embajador en Washington, lo que parece inverosímil, porque ni siquiera Hugo Chávez lo hizo.
En este marco, esta semana -desde La Cámpora- circuló la versión de que el 11 de marzo, aniversario de la elección de Héctor Cámpora en 1973, la presidente podría anunciar su candidatura, como una forma de que todo el oficialismo abandone las especulaciones y se ponga a trabajar en la estrategia del todo o nada.
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