sábado, 26 de febrero de 2011
GOBERNADOR APRETADO
Simulación, el arte de los argentinos. Por la impostación, la falsedad. Los más científicos se amparan en una definición distinta: la simulación sirve como modelo de aplicación virtual sobre una realidad presunta, cuya experimentación final y multiplicada anticipa un comportamiento futuro. Veamos si uno traslada este criterio a eventuales fenómenos electorales. Un ingeniero del rubro organizó lo siguiente para entretener a un candidato político. Por un lado, estableció un radio multisocial que se identificara con el gentío provincial, entre ellos una cantidad importante de encuestados, y les preguntaron si votaban por Scioli o Sabbatella. Primer resultado: el progresista de Morón no le arranca más de 4% al gobernador, aunque ambos postularán a CFK como presidenta. Sin embargo, el ejercicio requería un adicional: a los mismos entrevistados se los invitó a un simulacro de cuarto oscuro donde se depositaron las boletas con los distintos candidatos de la elección en Buenos Aires, incluyendo a Scioli en su reelección y a Sabbatella como “colector”, ambos atados a la estrella de Cristina. El saldo de la réplica fue diferente: el ex intendente trepaba al 20% de adhesiones. Para los analistas, este cambio de conducta obedece a la confusión, a la distracción de boletas con una misma candidata, no a la vergonzante actitud de celebrar en secreto lo que no se atina a manifestar en público.
El dato señala que la inclusión de “colectoras” provocará tres situaciones nuevas: más votos para Cristina; fuerte disminución electoral para Scioli, con el riesgo de un efecto demoledor implícito (quizás hasta pierda la gobernación, ya que una filtración de 20 puntos habilitaría la posibilidad de que triunfara el segundo, quizás Francisco de Narváez); un comicio así le aportará otro volumen al magro Sabbatella –hablamos de votos, claro–, aunque insuficiente para alcanzar una victoria, ya que la simulación (o la confusión) no suele llegar a tanto.
Scioli, nadie sabe bien por qué, no puede impedir esta instalación de colectoras que lo castigan. Si las testimoniales de la última elección lo lastimaban, ahora la cirugía es más certera: ella cobra, él paga. Si uno atiende las palabras del gobernador, por la leyenda de “profundizar el proyecto” se ha hincado hasta la burla ante el poder de Olivos, pero su fidelidad actual de bonzo se vuelve poco comprensible: nadie va derecho al cementerio mientras los otros se quedan en la puerta. Además, sin que se lo reconozcan. Por el contrario, asimilando estoques de cualquier índole, como la batería crítica que le dinamita la Policía, que le cuestiona cuestionables como Casal, pero encabezados por otros hombres tan proclives a los negocios como los actuales en el mundo de la inseguridad colectiva y la seguridad próspera de unos pocos.
No dará ningún paso a la deserción, por más que el PJ Federal lo aguarde hasta el último minuto y De Narváez lo invite a una aventura más arriesgada. Entre otros. Jura estar tan enlazado con Cristina que los malpensados imaginan condicionamientos de la peor laya en lugar del amor político. Aunque el gato arrinconado, debe recordarse, prefiere el salto antes que la muerte. En esta posibilidad, a Scioli le queda un gesto, un desprendimiento, que sería letal para los socios que lo desprecian y le inventaron como antídoto a Sabbatella. Tema que inquieta a más de uno cercano al núcleo de Cristina, aunque estiman que sería demasiado éxtasis republicano para un solo hombre.
De ahí que sigue enlistado el intendente de Tigre, Sergio Massa, “Massita”, padre putativo de Amado Boudou y del armado económico de la Anses, al cual han sido afectos los Kirchner y que no modificó el ministro ni tampoco su sucesor, Diego Bossio. Debe ser ejemplar la administración. Mide aceptablemente Massa entre los comunes, su nombre es más común entre los empresarios que el del propio Scioli y, curioso, lo merodean algunos de la corte de Olivos (aunque nadie sabe cómo perdonarle lo que les dijo a los norteamericanos sobre Néstor), el propio Scioli mantiene teléfono rojo con Macri y hasta volvió a cenar en familia con Eduardo Duhalde, igual que en los tiempos que lo acompañó al Caribe para compartir vacaciones entre nietos e hijos. Debe saber, como profesional del negocio, que tal vez lo suyo sea apenas una bendición climática, efímera, quizás mientras perdure el martirologio del gobernador. O, tal vez, sueñe y, como es joven, aspire a otra novedad.
Como los tiernos militantes de La Cámpora, más difundidos que reconocidos, con la cancha libre del poder para devorársela, alentando el acto del 11 de marzo y en la confianza de que la Presidenta, tan devota ahora de una juventud propia (aún no maravillosa), estima que con alabanzas y premios logrará convocar a la mayoría del 35% de ese sector que sufragará en las elecciones. Si hasta podría elegir como su segundo al madurito Juan Manuel Abal Medina, neutro para los revolucionarios, sin territorio ni votos pero con garantía de la tibieza solar de los medios (obvio, determina toda la publicidad oficial). Viene, además, con la Guía Azul de los 70, el apellido que recuerda a un tío soreliano que de nacionalista militante pasó sin ruborizarse a un izquierdismo montonero. Registra además óptima relación con la influyente ministra Nilda Garré, que fue esposa de su padre, el mismo que decoró a Perón y que, luego, en México, supo integrarse al PRI y a sus adyacencias, incluida la relación con empresarios exitosos (Carlos Slim). Si no cambió en lo ideológico, al menos lo hizo en su cuenta personal. Un mérito que los kirchneristas no suelen admitir en otros.
Si ocurre este ascenso, ingresará a la cima con otra dama de sus mismos años, casi una coincidencia generacional: Gabriela Michetti vence en Pro en el distrito porteño. Es la intérprete no deseada por Macri, pero casi invencible en los números, especialmente para la segunda vuelta (las elecciones locales se unificarán con las nacionales). Ni sombra, por ahora, le genera Boudou, el preferido de Cristina sobre el opacado Daniel Filmus. Por lo tanto, un doble destino femenino quizás les aparezca a los porteños, si en el orden nacional se mantienen las encuestas a favor de la Cristina que ejecutará a Scioli. Al menos, como diría un mojigato indeseable, habrá comida caliente, ropa limpia y bien planchada.
Rodo Lopez
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