martes, 21 de junio de 2011

DIFERENCIAS





En apariencia, sólo nos separa un río. Nos unen una tierra, un idioma y un pasado común; batallas compartidas, sangre derramada y familias entrelazadas. Con certeza, los argentinos no tenemos, ni tendremos, un pueblo más fraternalmente cercano que el uruguayo.

Sin embargo, las diferencias son enormes. No hablamos de las diferencias de tamaño geográfico, el Uruguay tiene apenas 176.000 km2, o de población, los uruguayos son 3.400.000; las diferencias son conceptuales y profundas. El sistema de vida, es diferente.

Si dejamos de lado la proverbial soberbia de los porteños, basada en nuestra riqueza, nuestros 4 climas, nuestras fabulosas cosechas, nuestra inigualable carne, nuestras minas y nuestros premios Nóbel, nuestra creatividad y nuestro ingenio; si nos bajamos del caballo, algo que nos cuesta bastante, por ahí nos damos cuenta de la enorme ventaja que nos lleva el Uruguay.

Diferencias, unas pocas bastan para entender.

Diferencias. En Colonia del Sacramento, a sólo 40km. de Buenos Aires, no hay semáforos porque consideran que los peatones van a respetar a los automovilistas y estos a su vez, le van a ceder el paso a los peatones. No hay accidentes de tránsito. Por supuesto que en una ciudad grande esto sería imposible, es sólo un ejemplo de civilidad de los unos hacia los otros. No es nuestro caso.

Diferencias. Los himnos americanos de las ex colonias españolas, hablan de libertad, de batallas, de sangre y prometen combatir hasta la muerte. El himno uruguayo también lo hace. Pero el uruguayo habla varias veces de justicia y de cumplimiento de la ley. Los uruguayos hacen honor a su himno. No es nuestro caso.

Diferencias. El actual presidente del Uruguay fue un guerrillero que sufrió 14 años de cárcel, algunos de ellos, terribles. Nunca reivindicó su postura de los 60/70, es más, en un reportaje cuando fue electo senador, le preguntaron por sus años de lucha violenta y el contestó: “ya no quiero cambiar el mundo, hoy me conformo con cambiar las calles de mi barrio”. Nuestros exitosos militantes inmobiliarios, reivindican a “los maravillosos muchachos idealistas”.

Diferencias. El “Pepe” Mujica como precandidato a presidente dijo: “Todos los uruguayitos tienen que aprender inglés desde preescolar, y no se equivoquen, el inglés no es el idioma de los yankees, es el idioma en que los chinos comercian con el mundo”. Nuestra presidente dijo hace un tiempo: “¡Qué pena no hablar inglés!, pero soy de la época de “yankees go home”.

Diferencias. El “paisito”, el vecino que fue provincia oriental del virreinato del Río de la Plata, ese al que recurrimos los argentinos cuando la vida y las dictaduras nos hacen la vida insufrible, el Uruguay, desde el 2009, exporta más carne que nosotros. Lo volverá a hacer en 2011. Eso se lo debemos agradecer a Guillermo Moreno.

Diferencias. Uruguay no cobra retenciones a la exportación, razón por la cual ya no queda ni tierra en macetas para que los argentinos compren o alquilen para sembrar soja. Eso también hay que agradecérselo a Moreno, pero en este caso los agradecidos han de ser los uruguayos.

Diferencias. El presidente Mujica, siempre que nombra a los presidentes anteriores a él y que son de partidos opositores al suyo, resalta los hechos valiosos que hicieron posibles durante sus mandatos. No es nuestro caso.

Diferencias. El “Pepe” fue a visitar a un general preso por delitos de lesa humanidad. El militar estaba hospitalizado, pero parece que lo ha hecho varias veces y con otros militares. Evidentemente, imposible pensar que algo así pudiera suceder en nuestra Argentina K.

Diferencias. Los uruguayos son respetuosos. Respetan las instituciones, la ley, el estado de derecho, son realmente democráticos, aceptan el triunfo de las mayorías, sin avasallar a las minorías. Hace un tiempo, le pregunté a un famoso uruguayo el porqué de tantas y de tan profundas diferencias entre dos pueblos que deberían ser parecidos, y me contestó:

--“En los últimos 100 años, los uruguayos nos dedicamos a construir instituciones, Ustedes caudillismos”. Desgraciadamente, es cierto.

Diferencias. Cargoseando al mismo famoso uruguayo, probablemente harto de escucharme siempre las mismas preguntas y sabiendo que durante un tiempo viví en el Uruguay y me gusta la historia, contraatacó diciendo: “¿Cual es la fecha de la independencia uruguaya?”

Rápidamente contesté: “el 18 de julio. (Me equivoqué)”. Después de observar la mirada cargada de sorna de mi interlocutor, rebobiné y dije: “Perdón, es el 25 de agosto”. El uruguayo contestó: “ahí está la respuesta”.

Diferencias. Argentina se independizó el 9 de julio de 1816. Argentina juró la Constitución el 1º de mayo de 1853, hecho que a pocos argentinos les importa y conocen. Tardamos 37 años en constituirnos. El Uruguay se independizó el 25 de agosto de 1825 y antes de cumplir 5 años de vida independiente, el 18 de julio de 1830, juró su Constitución.

Diferencias. La principal avenida de Buenos aires se llama 9 de julio. La principal avenida de Montevideo se llama 18 de julio. Esa diferencia a favor de la Constitución y el cumplimiento de la misma (aunque la hayan cambiado), hace la diferencia. Una diferencia que debería dolernos.

Diferencias. Nuestros gobiernos, en particular los de la era K, hablan, sólo hablan de distribuir la riqueza. Hecho que no sucede. El presidente uruguayo habla de “distribución de la inteligencia”. No es lo mismo regalar pescado que enseñar a pescar. Los pescadores son libres, los que reciben pescado son clientes.

Diferencias. La presidente argentina se cree dueña de la verdad absoluta y revelada. El presidente uruguayo dice: “Sólo los ignorantes creen que la verdad es definitiva y maciza, cuando sólo es provisoria y gelatinosa”. Diferencias de concepto profundas.

Este año votamos. De nosotros depende acabar con las diferencias.




Malú Kikuchi

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