Cosa juzgada o caos jurídico
El fallo de la Corte Suprema sobre los indultos seguramente será uno de los temas de la campaña electoral. Silencio sindical sobre los asesinatos impunes de la guerrilla. Por Angel Anaya - Columnista.
BUENOS AIRES.- Es muy probable que el fallo de la Corte Suprema sobre la invalidez unilateral de los indultos de militares represores y que elude el valor de la cosa juzgada, se sume igualmente a la campaña electoral como otro ingrediente de suciedad a disposición de los contendientes. A la disidencia de la jueza Carmen Argibay se acaban de agregar sus declaraciones públicas con un exigente tono jurídico, legitimado por su notoria identificación con la izquierda política y su “ateísmo militante”, lo cual le asigna al criterio un elevado concepto del valor irrevocable del derecho justo. “Los indultos son inconstitucionales -ha dicho Argibay a todos los que quieran escucharla y fuera del formalismo del polémico fallo-, pero por encima de esto está la cosa juzgada; si no fuera así, tendríamos que estar revisando causas eternamente y nunca tendrían fin las disputas”. Y refiriéndose al caso del ex general Santiago Omar Rivero, del que la Corte había avalado su indulto en 1990, fue aun más expresiva: “Si no respetamos lo que dijeron otros tribunales, pese a que no nos guste, estamos perdidos”. La cosa juzgada es un irrevocable valor constitucional, y ese debate a que dio lugar el fallo en cuestión tiene matices poliédricos que explican las dos oposiciones y la abstención que dividió al cuerpo y perdurará en un clímax donde son más los valores en discusión que los compartidos.
Al rechazar la tesis revocadora de los indultos, Argibay no entró, lógicamente, en el otro cuestionamiento que distinguidos constitucionalistas han planteado: ¿por qué represores y no guerrilleros que también fueron indultados? Pero más allá de la presión que los poderes públicos y quienes los apoyan puedan haber ejercido psicológicamente sobre la mayoría de la Corte, el hecho suscita otra reflexión que no puede, políticamente, eludirse. Se trata del silencio sindical frente al debate por una historia que moralmente compromete a las dirigencias del unicato cegetista: los asesinatos impunes, cometidos por la guerrilla, de medio centenar de antecesores, entre los cuales no puede dejar de recordarse a Rucci, a Coria, a Vandor, a Alonso y a Klooesterman, figuras de primera línea, entre otras, que cayeron por manos que seguirán indultadas.
(De nuestra Sucursal)LA GACETA.
miércoles, 18 de julio de 2007
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