viernes, 20 de julio de 2007

¿EL DESPERTAR DE LA CIUDADANIA?

por Esteban Bullrich

Teniendo en cuenta lo que ocurrió con la ministra de Economía y el escándalo de la bolsa de dinero, deberíamos hablar del rol de la ciudadanía.

En los Estados Unidos, un juez de la Suprema corte de principios del siglo XX afirmaba que, dentro de una república democrática, no había figura más importante que el presidente. Con la excepción del ciudadano.

El rol del ciudadano en nuestro país es una de las instituciones que en la Argentina está fallando: no se activa como debería activarse. Ese foco de participación ciudadana –y la historia da sobrados ejemplos de ello- es lo que provoca los cambios.

Cuando el ciudadano empieza a activarse, a involucrarse y a reclamar que un funcionario público funcione bien –como funcionó, en el caso que nos ocupa, con el fiscal Marijuán- y también que se sancione a aquel funcionario público que se desempeñó mal –como claramente ocurrió con la ministra de Economía, Felisa Miceli- entonces el rol del ciudadano y la ciudadanía generan esa activación que necesitan tanto el país como la ciudadanía entendida como institución.

Pero el ciudadano debería entender que debe exigir esa rendición de cuentas justamente, porque es el ciudadano, porque es el que paga el sueldo del funcionario público que cuestiona.

Cuando comencemos a entender que la ciudadanía también tiene poder –y no sólo a través del voto- creo que las cosas van a empezar a cambiar en serio en la Argentina.

Es fundamental que entendamos el rol que tiene el ciudadano, y que dentro de ese rol, de esa actividad, empiece a marcar cuáles son los límites que siente se le deben imponer a los funcionarios que trabajan –o que deberían trabajar- para él, dentro de este esquema de democracia representativa.

Porque al final del día, los funcionarios públicos tienen que rendir cuentas por todos sus actos; al final del día tienen que explicar qué quieren hacer y cómo lo van a hacer; al final del día, los funcionarios públicos tienen que producir las investigaciones judiciales que les toca realizar, o cumplir con la función que –como funcionarios públicos que son- deberían ejercer reclamando los informes que se deban reclamar.

Y -utilizando un ejemplo que quedará lamentablemente en nuestra historia política- los funcionarios públicos al final del día no deben tener bolsas ni sobres con dinero en el baño de sus despachos.

En la medida en que esto funcione, en la medida en que el ciudadano entienda cuál es su función y la importancia de ésta, creo que nosotros todos, como ciudadanos, vamos a vivir mejor en la Argentina.

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