¡Es la sociedad estúpido!
Por Alejandro Olmedo Zumarán
Estoy fastidiado con lo que sucede en la Argentina. A mis 40 años me pregunto si toda mi vida transcurrirá en un país cada día más asediado por la pobreza, la inseguridad, el analfabetismo, la desnutrición infantil, la desigualdad, la falta de oportunidades para los que más las necesitan y la corrupción enquistada en todos los niveles de la Nación.
También me cuestiono qué hemos hecho para dejar que los destinos de la República sean manejados por un grupo de sujetos que poco y nada han hecho por el bien de la población y el progreso de la Argentina. Cada gobierno que asume es más amoral, soberbio, insensible, cínico, más ineficiente e inepto y sobre todo más corrupto que sus predecesores.
Hablando con mi amigo Diógenes le comenté sobre las preguntas y dudas que me aquejan, él nada respondió.
Es evidente qué en los últimos 50 años la degradación de la República Argentina ha sido constante.
¿Cómo puede ser que un país que ha tenido crisis institucionales, económicas y sociales gravísimas no haya aprendido ni sacado conclusiones de los errores pasados, mejor dicho horrores pasados, evitando de esta forma volver a caer en los mismos para sumir a la Argentina en este presente trágico?
La respuesta más simple es rotular a los políticos, son todos hombres malos, sin escrúpulos y carentes de códigos éticos.
¿Pero por qué se siguen sucediendo en los gobiernos distintos sujetos que ocupan el sillón de Rivadavia, quizá con diferente discurso pero con los mismos vicios, defectos y ansias de poder, tan corruptos como los anteriores?
¿Acaso la argentina es una fábrica de malos políticos, carentes de escrúpulos y de códigos éticos?
Y una tercera pregunta sería:
¿O será que en la Argentina una gran parte de la población, no tiene escrúpulos ni códigos éticos?
Desgraciadamente queridos lectores adhiero a esta última opción. No es que los políticos nacionales sean todos malos e inmorales, sino que en nuestro país la degradación moral de la sociedad sumada a la institucional, alcanza a un gran porcentaje de la ciudadanía. Por supuesto que no todos los argentinos son malos, carentes de escrúpulos y ética pero hay muchos que sí lo son y no tienen escrúpulos ni ética. Es por eso que nuestros gobernantes son como son y mientras muchos expresan que la política es para los vagos e inmorales, en sus actividades violan las normas más elementales.
Como ejemplo tomemos el caso de los accidentes de tránsito, causan 8000 muertes anuales producto de la violación reiterada de las normas viales.
Esto demuestra que parte de la poblaciòn antepone la violación de las leyes de tránsito al derecho a la vida propia y ajena.
¿Qué se puede esperar de una sociedad que privilegia el incumplimiento de la ley por el derecho a la vida?
De más está decir que no es este el único caso dónde se viola el derecho a la vida.
Mi amigo Diógenes intenta darme una respuesta pero no comprendo lo que dice. Diógenes es un gato siamés que encontré abandonado en mi lugar de trabajo junto a otra gatita. De pronto me parece entender lo que intenta decirme: "Es la sociedad estúpido" dice entre ronroneos. Tal como lo advirtió un presidente de Estados Unidos en un recordado informe.
Reflexionando llego a la conclusión de que es cierto, el problema no son los políticos corruptos que gobernaron y gobiernan el país, sino la sociedad y es aquí dónde debemos trabajar para cambiar este presente de decadencia, pobreza, miseria, analfabetismo, desigualdad en la distribución del ingreso, inseguridad, ignorancia y dónde la cultura del trabajo cada vez tiene menos sentido. Es educando al soberano, como decía Sarmiento, como este país podrá salir del fracaso.
La distribución no consiste en dar limosnas ni dádivas a los más necesitados, sino en dar iguales oportunidades para que puedan estudiar, trabajar y que esto no sirva para desfigurar el porcentaje sobre el desempleo en un digito, sino que el salario sirva para vivir dignamente.
De eso se trata, que la mayoría tenga las mismas oportunidades para proyectarse y no que algunos tengan el descrédito de ser los subsidiados de gobiernos que apuestan a quebrar la autoestima y la dignidad para perpetuarse en el poder hasta que nos sumerjamos en una hecatombe. La sociedad, nosotros, tenemos que aprender que la corrupción le da a unos pocos lo que es para todos.
La corrupción nos lleva al desempleo, la desnutrición, el analfabetismo, la inseguridad, la inflación con emisión de moneda. Es indigencia, es la creadora de las dolorosas desigualdades y exclusiones que nos deshonran como Naciòn.
Tiene razón mi gato Diógenes cuando con su languida mirada me expresa: "Es la sociedad estúpido"
Alejandro Olmedo Zumarán
olmedozumaran@hotmail.com
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