jueves, 26 de julio de 2007

EVITA ,UNA PASIÓN OLVIDADA

Evita, una pasión olvidada

Los libros menos leídos por la dirigencia peronista actual son los que llevan la firma de alguno de los Perón, Juan o Eva.
Los Perón son los menos escuchados hoy.
¿Se acabaron los peronistas o el mito acabó con la doctrina?

Por Juan Carlos Sánchez

Cuando Evita hablaba de justicia el contenido del concepto era muy amplio. Abarcaba la solidaridad, la donación de sí misma, la beneficencia, la militancia social, la distribución de la riqueza generada por el trabajo del pueblo, el cuidado riguroso de los más débiles sean niños, ancianos, enfermos o trabajadores, la atención del cuerpo mediante el deporte y del espíritu por el estudio y muchas más.
Evita era puro esfuerzo, toda entrega, la plenitud del amor aplicado a la política que así es la más grande expresión de la Caridad como la definió el Aquinate.

Evita no esquivó el goce del éxito ni los placeres mundanos y tampoco negó su tiempo y su vida para servir. El justo equilibrio. Fue una mujer.
Acompañó a Perón como amante, esposa, compañera y descamisada; fue herramienta y motor a la vez; instrumento feliz, fiel y confiado, ella misma lo dijo muchas veces que a quien había que seguir era a Perón, escucharlo, acompañarlo. Motor que impulsó a uno de los más grandes hombres de la historia nacional y del mundo. Siempre -dicen- detrás de un gran hombre hay una gran mujer.
Dinamizó el movimiento nacional poniendo en práctica las ideas de Perón y legítimamente, por derecho propio, se transformó en un icono del peronismo.

Alguna vez alguien inventó la palabra “evitismo” y comenzó la ruina. Utilizando esa palabra y dándole contenidos mágicos hubo quienes intentaron desprenderse de Perón y quedarse con Evita. El error no fue solo marital sino social y político. Ella fue siempre una mujer de su tiempo aunque de avanzada; renovadora pero a partir del hombre a quien amó y admiró. Ella fue siempre al lado de su hombre o detrás de él si convenía.
El término “evitismo” significó “entrismo”, que fue deformar la doctrina nacional y popular diseñada por Perón incorporándole externalidades ajenas al pensamiento vivo del conductor. Devino de ello el terrorismo que atacó a Perón, sordo a su palabra y a sus enunciados; el que no entendió o no se interesó por comprender el sentido propio del justicialismo y le añadió cuando engendro internacional andaba suelto por Europa.
Esos son los que no leyeron ni leen a Perón, los sordos, los asesinos de niños no nacidos, los indiferentes al dolor de los cabecitas negras, los manipuladores de los descamisados, trabajadores o desocupados; los que desprecian la familia, desconocen a Dios y manipulan la historia. También son los que ocasionalmente cantan la marchita sin combatir el capital que guardan en sus cuentas bancarias, pero no la cantan tanto, no sea que alguien se ofenda.

“Volveré y seré millones” es una de las frases de Evita más conocidas. Será, es inevitable, ella está guardada en el corazón de carne del pueblo. No retornará desde un atril farandulero ni desde la herencia absurda que pretende recibir quien vanamente la intenta imitar desde la arrogancia.
No retornará desde el puño crispado sino desde la mano abierta, cálida y amante, acogedora, acariciante.

Volverá desde este Octubre que viene en el concepto de la Patria de todos superador del slogan vaciado de contenidos del País en Serio.
Regresará desde la vida y no desde la muerte, que esta es la negación misma del peronismo.

Volverá desde el hartazgo de los nacionales, de los usados impersonalmente, de los abandonados a su suerte; de la mano de las mujeres y de los hombres sencillos y respetuosos de su orígenes, de los cautos que no creen en las palabras banales, de aquellos que también sin haber leído los libros firmados por los Perón, se ven reflejados en cada una de sus palabras, que ni un punto de la doctrina de Perón los ignora.


Se acaba este tiempo desgraciado, Señora, vuelva.
No se quede en el mito, que no se la olvide tal como fue.
Conmueva nuevamente los corazones, alce la bandera celeste y blanca de la Patria con el sol latiendo en su centro y que la Argentina renueve su esperanza en su destino de grandeza.
Vaya delante de todos, Señora, camine hacia la gloria y que la felicidad del pueblo sea la sonrisa de los niños, de los ancianos, de los abandonados, de todos los que hoy no conocen la alegría de vivir.
Iremos detrás suyo, a su lado para sostenerla y adelante si hay que poner el pecho.
Le aseguro que somos más.



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