lunes, 23 de julio de 2007

KRISTINA QUE SEGUIRÁ SIENDO KIRCHNER

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En una semana de “continuidad”, pero en este caso de consecuencias de errores y/o decisiones no actuadas oportunamente; la senadora Fernández de Kirchner dio por iniciada su campaña electoral hacia el próximo octubre. Desde abril a la fecha, el gobierno del presidente Kirchner hace aquaplane y si bien, viene “mordiendo la banquina”, aún no chocó. Las sucesivas elecciones perdidas marcan que se están poniendo en duda, los porcentajes de alta fidelidad al voto que los encuestadores dicen concita en su persona. Sucesivos escándalos como Skanska, el INDEC, Miceli, Romina Picolotti, y ahora también Garré; confirman que como ocurrió el jueves pasado en Alvear, el auto que conduce el Presidente, tiene puesto el freno. En la planta automotriz de Alvear, se lo advirtieron y rápidamente desbloqueándolo, pudo hacer andar el automóvil. Desde hace un largo tiempo, no son pocos los indicadores, que le dicen al Presidente, “que hay un freno” que debe “desbloquear”. No alcanza el prolijo glamour del lanzamiento de su esposa como candidata en La Plata, para opacar el bochornoso episodio de una ministra de Economía argentina, que renuncia por no poder explicar un sobre con dinero aparecido en su propio despacho. Tampoco alcanza la alusión al infierno cuando el diputado kirchnerista Carlos Kunkel, en referencia a lo señalado: la corrupción; dice “cuando un edificio se quema, a los bomberos que vienen a apagar el fuego, no se les puede reprochar que mojen la alfombra”. Resulta que la alfombra pisoteada, son los valores con los que este propio gobierno se presentó: su transparencia. Indudablemente ya no podrá ponerse en el curriculum de estos cuatro años, el atributo de la lucha contra la corrupción. El Gobierno, a través de los casos antes mencionados, lamentablemente para la vida democrática de Argentina, ha perdido su inocencia. Una de las preguntas iniciales que empieza a tener respuesta, y que surgió ante la candidatura de la esposa del Presidente, fue cómo realizaría –si accede a la presidencia Cristina Kirchner- los cambios necesarios para mejorar la salud del país, sin herir al gobierno anterior, que sería el de su marido. Si bien recién empieza la campaña y para gobernar hay que ganar las elecciones, la candidata en La Plata, el día de su lanzamiento, comenzó a responder estas preguntas. El eje del discurso fue la promesa de continuidad, y dio su kafkiana interpretación del slogan que la acompaña: “el cambio recién empieza”. Dijo, la señora de Kirchner: “lo que va a garantizar la novedad del cambio es seguir en una misma dirección, evitando los cimbronazos que tuvimos en el pasado. Y por allí volvió a insistir con: “las elecciones a presidente no pueden ser más una ruleta rusa, donde si gana uno vamos para allá, y si gana el otro, vamos para el otro lado. Esto no lo tolera más ni el país ni la sociedad”. No fue indudablemente este último, el de la ruleta rusa, el mejor ejemplo para justificar la continuidad. Cuando los ciudadanos democráticamente eligen a través del voto a alguien, para darle la responsabilidad de conducir los destinos de una República, se supone que no juegan con su propia muerte. Se supone que eligen creyendo en que quien los representará les permitirá alcanzar a través de sus políticas, una mejor calidad de vida institucional y personal. Es lamentable que en un país con tanta muerte, la alusión a la ruleta rusa esté en boca de una mujer que por naturaleza, es cuerpo de vida. Quien realiza este análisis no es psicólogo, pero lo dicho por la Dra. Kirchner, ¿será el temor que alberga en lo más profundo de su pensamiento, que los gobernantes juegan con la vida de la gente?

Mientras la senadora avanza sobre su candidatura, hay un país que conduce su esposo, que debiese avanzar sobre los problemas. Asumió un ministro de Economía proveniente del sector industrial, y lo primero que hizo públicamente fue desconocer la crisis energética, y con ella a las siete mil empresas que hoy padecen las consecuencias de la falta de este “su-ministro”... Tampoco reconoció la adulteración de las estadísticas del INDEC. Y al no reconocer esto último, tampoco se entera que existe inflación en Argentina. Y si seguimos así, pronto negará la existencia de algún pobre en el país.

Lo cierto es que más allá de la sentencia dada por el ministro De Vido esta semana, cuando dijo: “la crisis energética se terminará en unos diez días”, Argentina avanza aceleradamente a importar energía si quiere, la candidata a Presidente, cumplir con una de las propuestas mencionadas en su discurso de lanzamiento, cual es la de implantar un modelo económico social basado en la industria, la acumulación y la inclusión social.

Es oportuno remarcar aquí que los precios que por los bienes energéticos se pagan en el exterior, no guardan realismo con los que hoy, vía subsidio, se pagan en Argentina.

Seguramente uno de los mayores daños que los políticos le hicieron a la política, es volverla agnóstica. Hoy la política no cree en sí misma. Busca acoplarse a los poderosos para ganar poder y se olvida que el mayor poder está en sí misma. Esta falta de creencia en sí, tiene una relación directa con la destrucción de los partidos políticos. Y cuando los partidos quiebran, como dice Talleyrand, las agrupaciones quedan huérfanas de antiguas lealtades y sus integrantes –los políticos- se ponen a disposición de los acontecimientos. Hoy esta realidad hace que la oposición recaiga sobre la espalda de hombres y mujeres que no logran enhebrar personal ni colectivamente, un proyecto alternativo de país. Por eso, Cristina, que elige seguir siendo Kirchner, puede continuar soñando con la primera magistratura.

Una vez más los hechos de la política nacional ocurridos en esta última semana, ratifican un concepto del que nadie, especialmente un político, debiese apartarse: sólo se debe hacer lo que se pueda explicar.

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