lunes, 1 de octubre de 2007

CARTA ABIERTA A KRISTINA

Carta abierta a la Senadora Fernández



Falta menos de un mes para las elecciones presidenciales y debo reconocer que me cuesta tomar una decisión sobre a quien favorecer con mi voto. Mi confusión se debe a que - como muchos argentinos - creí hasta hace poco que ningún candidato de la oposición representaba una auténtica alternativa.
Debo confesar que tenía la impresión de que su triunfo sería arrasador y que todo el país se encolumnaría detrás de su candidatura. Le confieso que me entusiasmó la idea de tener por fin en nuestro país una mujer Presidente y una persona como Vd., que tanto ha hecho desde su puesto de senadora por afirmar la independencia y autoridad del Poder Legislativo y del sistema democrático en general.

Me entusiasmó también el hecho de que Vd. fuera la esposa de un Presidente que tanto ha luchado por fortificar a la democracia argentina. Me puse a pensar en el privilegio que tiene su matrimonio ya que pueden hacer juntos lo que aman.
Yo sé que la calidad de las instituciones democráticas es una de sus preocupaciones principales y que Ud. se ha comprometido a cambiar muchos errores del gobierno anterior, principalmente las comunicaciones absolutamente cortadas con la prensa nacional y el aislamiento internacional que provocó que el Presidente tuviera que dedicarse exclusivamente a apagar incendios locales. Pero últimamente confieso que estoy confundido.

Vengo siguiendo sus numerosos viajes por el exterior, en los que nos ha representado tan bien, y me he dado cuenta de que la Argentina no merece tener un Presidente como Ud.

Permítame explicarme:

Ud. se ha convertido ya en una figura internacional, tan conocida como el Presidente Lula, el Presidente Chávez, la Presidente Bachelet , el Presidente Calderón, el Primer Ministro Zapatero, la Primer Ministro Merkel, el Presidente Fischer, etc., etc. Vd. esta para trabajar en otro nivel que el de simple Presidente de un país marginal, que ha quedado excluido por mérito propio del círculo pequeño de los países que gobiernan el mundo y al que ya se unieron China, la India , Brasil y México. Ud. se puede permitir el lujo de mezclarse sin problemas entre la élite internacional, llamase Kissinger, Clinton, Porche, Zipi Livni o las autoridades de la Reserva
Federal de los Estados Unidos y hasta la prensa internacional comenta sobre la majestuosidad de su presencia.

La Argentina no la merece.

Nuestro país, a pesar de los ingentes esfuerzos de su señor esposo, viene en caída libre desde hace años. ¿Vio los últimos informes de Transparencia Internacional y nuestro vergonzoso lugar entre los lugares más corruptos del mundo?

Yo sé de su lucha incansable por la transparencia de los actos de gobierno en la Argentina , pero ¿qué se puede hacer cuando uno tiene empleados deshonestos?
Yo sé cuánto apoyó Ud. al Presidente de los argentinos en el Senado para tratar de enderezar a nuestro díscolo país a fuerza de Decretos de Necesidad y Urgencia.

Yo entiendo que Ud. se sienta asfixiada en nuestro país, con los problemas de siempre, los empresarios angurrientos que siempre quieren subir los precios ahorcando al pueblo, con los rateros de siempre que tienen aterrorizada a la población y que ahora no sólo roban sino que matan. Yo entiendo que a Vd. le fastidie esa gentuza de las villas miserias y estoy de acuerdo con Ud. que están muy lejos de los dorados salones de la diplomacia, en los que Ud. ha sabido moverse con la propiedad y altivez de una reina.

Pensándolo bien, estoy de acuerdo con Ud. en que es una pérdida de tiempo tratar de explicar
a la gente de planes de gobierno. Concuerdo con Ud. que el nivel cultural de los argentinos ha descendido muchísimo últimamente y no entienden nada.
¿Qué pueden entender ellos de "acumulación con inclusión" si lo único que les interesa es el precio de los zapallitos?

Ud. ya ha entrado en otro nivel, el de las macro-políticas a nivel mundial.

¿No ha pensado Ud. en presentar su candidatura a Secretario General de las Naciones Unidas? Me cuentan mis amigos que saben de asuntos internacionales que nunca hubo una mujer en ese
puesto. Yo estoy seguro que una figura como suya resolvería mucho más rápido los problemas mundiales que ese coreano que nadie conoce.

Ud. ya ha mediado entre árabes y judíos, ¿qué le van a contar de ese lío?

Ud. es amiga íntima de un Presidente como Chávez, al que la mayoría de los dirigentes de
países desarrollados tendrían miedo de estrecharle la mano. Con su natural autoridad, estoy seguro que disciplinaría rápidamente a ese iraní de nombre difícil, Ahmadinejad...

Es triste reconocerlo, pero los problemas de nuestro país son de escala mucho menor.

Nosotros ya no somos aquel país orgulloso y potente.

Hoy tenemos que vivir con lo nuestro, a un nivel bajo.

Por eso, le pido disculpas, la voy a liberar de mi voto.

He decidido que votarla a Ud. sería atarla a la realidad de un país que le queda demasiado chico. Sería un error gravísimo.

Sería equivalente a poner a Bill Gates en Microsoft a tipear informes porque es rápido con el teclado...

Confieso que descubrí a los candidatos de la oposición.

Uno los ve humildes, esforzados, tratando de hacer mucho con poco.

Descubrí que la Dra. Carrió , que también es mujer, tiene ya formados sus equipos de gobierno. Me gustó su eventual Ministro de Economía, un hombre que me hizo entender los problemas económicos que necesitamos resolver en el corto plazo.

Confieso - como ciudadano que va a decidir su voto pronto - que me sentí halagado, mimado, seducido.

Me gustó que se dirigieran a mí en un tono coloquial y me hicieran entender las cosas.

Los problemas mundiales parecen demasiado lejanos. Me da vergüenza decirlo pero a mí me preocupa más que no me alcance el sueldo, el miedo que tengo a diario de que me maten para robarme los pocos pesos que me quedan en la billetera o que ciertos funcionarios me mientan descaradamente a diario...
En conclusión, perdóneme que haya decidido no votarla en octubre.

Hace poco leí un libro de administración de recursos humanos que me terminó de aclarar la cuestión.

Cuando una empresa demora el despido de un empleado que por alguna razón no rinde bien, está cometiendo un doble error: está afectando la moral de trabajo de los que rinden y está impidiendo la realización de ese empleado que en otro puesto rendiría mucho más.

Flaco favor le haríamos a una persona de los quilates internacionales que Ud. ha acumulado reteniéndola en este país.

Ud. terminaría agotada moralmente teniendo que soportar la mediocridad reinante y privaríamos a los organismos internacionales de una figura como la suya.

Déjele el trabajo sucio a los demás candidatos, que aunque no tan majestuosos, se les los ve operar en una dimensión mucho más acorde con el pobre nivel general de nuestro país.

Un ciudadano confundido
Horacio Boneo
Fte: El Buchón

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