lunes, 1 de octubre de 2007

EL TABLERO Y LAS PIEZAS

La continuidad por cuatro años más como reproducción de la inseguridad.


A poco menos de un mes de las elecciones, la sociedad argentina se encuentra desbordada en materia de todo.
Mientras a Cristina Fernández ya la dan por ganadora y se niega debatir con el resto de los candidatos, Alberto Rodríguez Saá embandera su campaña con la problemática de los aborígenes en el Chaco. Además de poner el ejemplo de San Luis como modelo a trasladar a la Nación.
Lo que Rodríguez Saá no dice, es que si bien en su provincia existe una estabilidad, las posibilidades de progreso de sus habitantes son prácticamente nulas. Por lo menos, así lo expresan algunos testimonios recogidos que al mismo tiempo aclaran que prefieren esa estabilidad sin perspectivas que padecer el colapso que se vive, por ejemplo, en la Capital Federal y el Conurbano. O bien, en otras provincias.
Como ya se dijo en la nota Cristina y Alberto, si fuese por ambos, no tendría que haber elecciones, dado que los dos ya se creen presidentes de la Argentina. Los vendedores de utopías se presentan con un estado de soberbia y jactancia típicas de personajes sumergidos en una retórica peronista más de nostalgia que de realidad.
Una discusión caduca en versión de monólogo en cada uno de los actos o presentaciones. Un debate unilateral que a nadie le interesa a tan poco días de definir si la barbarie a la que asistimos se prolongará durante cuatro años más.
Porque los argentinos, quebrados en su tejido social, somos los protagonistas de la Argentina de Hamlet. Razón por la cual, somos los únicos que a través del voto podemos evitar la profundización de los males.
Todos los problemas requieren de soluciones urgentes pero el de la inseguridad, es el más reclamado.
Inseguros por barrios, los vecinos se debaten entre continuar con sus trabajos en los comercios con normalidad o directamente, retirarse.
Sucede en Palermo, en Villa Urquiza y en otros tantos barrios de la Capital y el Conurbano.
Los chicos en banda comenzaron a exhibirse sin pudor alguno.
Armados con armas blancas y de fuego, menores de edad se han convertido en el drama de muchos comerciantes sobrepasados por el hartazgo que genera la abulia de nuestros gobernantes. Aquellos que por funcionalidad, prefieren pasar por ignorantes voluntarios. Por vacíos de conocimiento.
No investigar rigurosamente el tema de la inseguridad para no reconocer que son incapaces de resolver un conflicto que se agiganta en una pérdida de tiempo conciente.
Entonces, reproducir este oficialismo es igual a reproducir la inseguridad que nos envuelve. Y darle lugar a personas que toman ahora el drama de los aborígenes cuando el mismo lleva años, también es invitar a que nos gobiernen a funcionarios retardatarios y acomodaticios.
El tablero está armado. Compuesto por el paisaje de la violencia, del caos.
Del no respeto por la ley. De los paros y los cortes de calles y rutas.
Y las piezas, que son los candidatos, están a disposición de los ciudadanos que no deben confundir orden y autoridad con fascismo. Tal como quiere hacernos creer este gobierno que ha encandilado a muchos con el velo de los derechos humanos. Los cuales, según se evidencia, son selectivos.
Lo mismo que las culpas y la inseguridad.
Es la pobreza la culpable de que estemos inseguros. No obstante, el dibujo de los números indica que la pobreza ha bajado. Paradójicamente, la inseguridad ha aumentado.
Las pandillas por los barrios y el crimen organizado infiltrado en los countrys y barrios cerrados son la prueba más contundente del avance del estado embrionario de maras en nuestro país.
Pequeñas células aún en estado de larvas se expanden por la región.
Rosario, Mendoza, la Capital y la Provincia de Buenos Aires, sumado a Córdoba. Lo que es el PBI de la Argentina.
Mendoza, marcada por la inseguridad y el descontrol de sus habitantes que piden mejoras, es la provincia del candidato a vicepresidente del oficialismo. Cobos. El candidato que acompaña a la senadora Fernández. Quien parece tampoco querer debatir fomentando pues, la cultura de conflicto.
Un hombre que si no puede controlar su territorio, dudosamente, podrá contribuir satisfactoriamente a subsanar el caos Nacional.

Laura Etcharren

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