Crónicas del desastre...
TRISTEZA
“nada invalida más a un hombre público que el
ridículo...”
Claudio, Emperador romano, año 41 de nuestra
Era.
Como es mi costumbre y para empezar este modesto artículo recordaré –como lo hago siempre- con quién estamos tratando, aclaración necesaria pues la amnesia inmediata y mediata de la mayoría contribuye a que seamos más indulgentes con las bestialidades con que se nos obsequia a diario y que nos están destruyendo ante el mundo y –lo que es infinitamente más grave- como sociedad organizada.
Recordemos la compulsa electoral Menem – Kirchner... por aquel entonces nuestra aturdida sociedad debió optar entre la era de la “pizza con champagne” y un aparente salvavidas (que después resultó ser de plomo) casi desconocido que –con el padrinazgo político del recientemente resucitado Eduardo Duhalde- alcanzó un modesto 23% de los votos (la cifra más baja que se recuerda en una elección de esa importancia. Sin embargo deseo que el amable lector la retenga por lo que viene más adelante), que resultó suficiente al retirar su candidatura el amigo Carlos, en un oportuno acto de desaparición.
Expresamos en su oportunidad que el electo pingüino, como él mismo se autodenominó, se dedicó casi exclusivamente a ganar espacios de poder, valiéndose de dos elementos groseros que empleó sistemáticamente y aún emplea: el dinero que casi todo compra (dígase manejo de caja, es más elegante) y la prepotencia más descarada para someter (agrediendo y descalificando a quienes pensaran distinto), todo con la inconsciente complicidad de la mayoría... que lo dejó hacer, encandilada por el “milagro”.
Así, avanzó sobre los otros dos poderes de la República -que dejó de ser tal para transformarse en un feudo que lideraban funcionarios guapetones, piqueteros y matones de toda laya- y no dejó tropelía por hacer ni irregularidad por cometer (y si tiene dudas piense solamente en la descarada campaña contra la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas y de Seguridad y el turbio asuntillo de los fondos de Santa Cruz... con tan pocos ejemplos se desnuda al muerto).
Nos legó –en síntesis- los Cuatro Jinetes del Apocalipsis moderno: pobreza, inflación, corrupción y violencia.
Le ruego, amable lector, que repare en esto que he expresado en el párrafo anterior, pues es la síntesis del gobierno de Néstor Kirchner, lo demás... es yapa, diría mi abuela.
Tras cartón -y empleando el dedo imperial- designó como virtual sucesora a su abnegada esposa Cristina Fernández... quien resultó electa no por la mayoría, como se encargaron y se encargan de hacer notar los medios pagos y pagados, sino por 3 de cada 10 electores (de 27 millones, 9 millones se abstuvieron de votar, 1 millón votó en blanco, 9 millones por la dispersa oposición y solamente 8 millones por la actual presidente... eche las cuentas y después dígame). Como se ve el llamado KIRCHNERATO atravesaba –aparentemente- una etapa floreciente. Después...
Antes de entrar en el escabroso análisis de nuestro infausto presente, conviene dejar en claro que no existió el milagro económico argentino: simplemente el mundo tenía (y tiene) hambre, los mercados internacionales se abrieron, los precios se hicieron astronómicos, apelamos a la estafa más grande de la que se tenga memoria (acuérdese de la “conversión” de la deuda, maniobra que nos significó una falsa prosperidad a costa de ser marginados del resto del mundo), Tata Dios dispuso espléndidas cosechas (Tata Dios solamente, atentos a que nunca existió ningún tipo de política para el sector productivo) y a que los productores rurales hicieron honor a sus genes volviendo a invertir toda la ganancia en el sueño de producir. En la jerga corriente “volvieron a enterrar sus ganancias”.
El “gobierno” de Kristina, si es que puede llamárselo así, se inició con un calculado fraude: la mala no es ella sino Néstor, que no se resigna a hacer mutis por el foro... craso error, en ambos no existe el “bueno” ni el “malo”... son iguales y forman parte del mismo equipo, como los incautos de siempre tendrán ocasión de comprobar a corto plazo
Por lo demás, no cambió nada con el traspaso... desde los desplantes a la falta absoluta de diálogo, la ausencia total de reuniones de gabinete, los inaguantables lenguaraces oficiales, los habituales medios genuflexos, la indigna claque obsecuente y ese raro tufillo a dictadura civil que se hace cada vez más insoportable.
El conflicto con los productores rurales –único motor de este País desde siempre- distrae la atención del sufrido ciudadano sobre los cuatro Jinetes mencionados antes (pobreza, inflación, corrupción y violencia), la gigantesca crisis energética, el conflicto petrolero en Santa Cruz, la toma del Rectorado de la Universidad de Buenos Aires, el cambio de horario de algunos colegios para evitar el tormento del frío a sus alumnos, los casos de Barreda y Robledo Puch, el viaje del joven Macarrón (sospechado en el homicidio de su madre, Nora Dalmaso) al exterior para asistir a un curso de derechos humanos (¡!), la precipitada “fuga” hacia el dólar y el colapso total de la economía, que se avizora como inminente.
Todo salpimentado con los discursos de la Presidente y las andanzas y declaraciones de variopintos personajes, algunos de los cuales ya constituyen un verdadero aluvión zoológico, haciendo la situación cada vez más insostenible.
El intento del incansable Néstor de resucitar al Partido Justicialista (quienes conocimos al peronismo en sus épocas de esplendor lamentamos la verdadera caricatura a que ha quedado reducido) da por tierra con la fábula del “transversalismo” y pone de manifiesto solamente la intención de contar con un mero instrumento para hacer flotar lo ya hundido. De todos modos fue un “fuego de paja”, breve e intrascendente, como que ya el “renovado” partido se fracturó irremediablemente y –si duda de mi aserto- lo remito a las declaraciones de De la Sota, Schiaretti, Luis Juez y el mismo Eduardo Duhalde que calificó de “estúpidos” a los que sostenían que el paro agropecuario era “golpista”.
Por otra parte, el verdadero poder cambió de signo... como quedó palmariamente demostrado en la comparación del lamentable acto de Salta (se calculan menos de 20.000 personas y eso que fueron pagadas, llevadas, alojadas, alimentadas y...) y el más grande acto opositor espontáneo a las “políticas” del gobierno de la historia del País, en Rosario.
Desatinos como el proyecto del “tren bala”, la amenaza de bomba en la sede de la Federación Agraria Argentina, el “escrache” a la Sociedad Rural por parte de los facinerosos piqueteros y las declaraciones de algunos de los más conspicuos dirigentes de éstos, las de gremialistas devenidos en modernos terratenientes, los recientes subsidios “no reintegrables) a Madres y Abuelas, las medidas –inconsultas- anunciadas por el Jefe de Gabinete, son signos evidentes de la anarquía reinante y el gobierno ya cae en un ridículo del que no se vuelve. Remito al lector a la frase que encabeza este artículo, que fuera acuñada hace ya algunos añitos... y que sigue tan vigente como entonces
A decir de un impecable escriba somos, como pueblo actual, un conglomerado melancólico y triste, como si ya no tuviéramos destino o no creyésemos más en él. Nos enferma la falta de fe y de pasión nacional. Esa es la tristeza a la que me refería y de la que yo mismo no escapo... realmente siento tristeza por lo que describo y comento, sobre lo que Argentina pudo ser y no fue pero, sobre todo, por lo que el porvenir amenaza depararnos a nosotros y nuestros hijos bajo el poder actual.
Justo Pastor AYARZA.
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