VIGENCIA INTERMINABLE DE UN ESTADISTA
Por Carlos J. González Cabral (*)
“Los apetitos acosan a los ideales… Todos se apiñan en torno a los manteles oficiales para alcanzar alguna migaja de la merienda…”
José Ingenieros (1896-1925)
Elena Faggionato de Frondizi (Izq) Arturo Frondizi (centro) Esposa del ex Presidente de EE.UU. Franklin D. Rooselvet
En el día de la fecha el ex presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi, hubiera cumplido cien años. Había nacido el 28 de octubre de 1908 en la ciudad de Paso de los Libres, provincia de Corrientes, la tierra del Libertador don José de San Martín.
La formación espiritual de Arturo Frondizi en el seno de un hogar católico y la positiva influencia de sus profesores secundarios y universitarios, a los que siempre rindió homenaje, arraigó en su personalidad la convicción que el camino de la Ley y de la Paz eran los únicos que conducirían al ser humano hacia un destino de grandeza. Durante sus 57 años de matrimonio, su esposa Elena Faggionato, fue una compañera que apoyó, con amor y dedicación, la lucha política del estadista.
Categóricamente afirmó el ex presidente en 1993 al cumplir 85 años: “Por ello hoy presiento a mi lado a mis padres y hermanos, a los cuales les brindo en este aniversario de mi vida, la justicia del agradecimiento de que son merecedores. Pero a su vez me invaden la bondad y las virtudes excelsas de mi esposa Elena, la que junto a Elenita mi dieron la placidez de un amor sin límites, al que no siempre supe retribuir como se merecían, por estar atrapado por el deseo irrefrenable de servir a mis semejantes”.
HOMENAJE A UN AMIGO:
Siento la necesidad de repetir lo que expresara el 28 de abril de 1995 en el “Nuevo Informador Público”: “Me voy a tomar la libertad de dedicar la columna de esta semana al recuerdo de Arturo Frondizi, amigo entrañable de quien la firma, y que tuvo el privilegio de compartir sus últimos cinco años de vida, como su secretario privado y político”.
“Hay dolor en mi corazón y, simultáneamente, he asumido su mandato irrenunciable que proviene de sus cariñosas palabras “Viejito González, nunca deje de luchar por la Patria”. Siempre reconoceré como un regalo de la Divina Providencia el haber sido testigo de la modestia de los hábitos de quien ejerció la Presidencia de la Nación”.
“Mi mayor orgullo es haber compartido su vida en los momentos en que lejos de los despachos oficiales, su único poder era el ejemplo de una conducta honrada, de una moral intachable y de un compromiso nacional insobornable. Esto constituyó un sólido y mutuo afecto”.
“Con respecto a esa modestia no voy a hacer una enumeración de elogios. Tampoco me lo hubiera permitido, por eso no fue mi jefe sino mi ejemplo. De lo que estoy seguro es de que mientras asciende por la escalera al cielo, se alegrará al ver que recuerdo algunas actitudes y definiciones de sus últimos años, de sus cartas y conferencias, las cuales no contaron, salvo este semanario, con la difusión de la prensa oral y escrita. Sus adversarios políticos y los enemigos de la Nación siguieron siendo hasta el momento de su muerte, los mismos de 1958”.
El 28 de octubre de 2002 expresamos con el escribano Aníbal Espinosa Viale en el diario La Nación: “Sirvió a una sacrificada y honesta militancia política, con absoluta libertad a las tradiciones morales y patriótica de los próceres de la Patria. Hizo un objetivo de lucha de la consigna de Hipólito Irigoyen: “…los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos…”.
“Frondizi tuvo una vejez lúcida y murió pobre. La crisis actual (la que hoy sigue vigente) refleja la vigencia del estadista. Gracias, don Arturo, por haber luchado para que la consigna del siglo pueda crear una economía mundial que aceptara que el ser humano es su recurso más importante. Descansa merecidamente en la paz del Señor”.
21 DE ENERO DE 1959 EN LOS EE.UU.
Qué mejor ante la realidad mundial y la decadencia argentina de la gran mayoría de la dirigencia de todo orden, que actualizar lo que Frondizi expresara en la fecha indicada ante el Congreso de los Estados Unidos de América, en reunión conjunta del Senado y de la Cámara de Representantes:
“Menos aún puede sentirse extraño en este recinto quien ha sido, como yo, legislador en su propio país. En el Congreso de los Estados Unidos rindo homenaje a la institución fundamental del sistema democrático, a la institución que expresa los ideales y los intereses de los pueblos y que, en todo sitio donde ha podido funcionar libremente, ha sido baluarte de los derechos humanos”.
“Como presidente de la Nación Argentina me complace destacar las semejanzas que unen a nuestros dos países. Tenemos la misma organización política y un similar sistema federal de gobierno. Como vuestro país, la Argentina está regida por un gobierno de facultades limitadas, en el cual el ejercicio del poder encuentra una valla infranqueable en los derechos de los gobernados”.
“Estas semejanzas reflejan una identificación más profunda y remota. Permitidme recordaros que Estaos Unidos reconoció la independencia argentina en 1822, siendo por lo tanto uno de los primeros países en hacerlo. Permitidme evocar también el hecho significativo de que la educación pública recibió gran impulso en mi país cuando, hace casi un siglo, Sarmiento, que vivía en los Estados Unido, volvió a la Argentina para asumir la primera magistratura de su patria”.
“En el correr del tiempo, la historia parece haberse empeñado en afirmar nuestras semejanzas. No solamente nuestros dos países quedaron señalados para la independencia nacional, la libertad individual y la magna aventura del gobierno democrático. También demostraron idéntica capacidad para asimilar la cultura universal e igual altivez para defender su soberanía y su autodeterminación en todas las circunstancias”.
URGENTE UNIDAD NACIONAL
El 23 de febrero de 1986 declaró Arturo Frondizi: “La Argentina vive una peligrosa encrucijada de su historia. Se encuentra acorralada por su impotencia para insertarse en un mundo cambiante dominado por el desarrollo tecnológico. Los desencuentros entre sus diversos sectores y clases sociales le impiden encontrar toda la fortaleza nacional, indispensable si se quiere efectivamente participar de ese proceso del mundo. Pero, desde hace mucho tiempo los disensos que nutren a un sistema democrático de gobierno, ya son inherentes a él, han sido sofocados por el autoritarismo de grupos que imponen al resto de la sociedad su propia ideología sólo conforme con sus intereses. Con ello, se deja de lado el interés fundamental que todos compartimos, de impulsar nuestro desarrollo nacional pleno. Así ocurre cuando, desde el propio Gobierno que reconocer su origen en la voluntad popular, se ataca a sectores e instituciones fundamentales y a las mejores tradiciones nacionales”.
“Es preciso que comprendamos que aventar estos riesgos y superar estos desafíos no depende de un solo partido, por numeroso que sea, ni de una clase o sector social por mayor poder que tenga. Sólo un Movimiento Nacional será el instrumento capaz de conseguir la realización de los fines que esta hora histórica nos impone. Bajemos definitivamente el telón sobre el pasado y comencemos ya mismo la construcción del futuro”.
Recordemos: “Los agentes de cambio han huido…La Nación reclama acciones inmediatas. Nuestra primera acción será crear trabajo para el pueblo norteamericano” (Franklin D. Rooselvet -1933 al asumir la presidencia en circunstancias dramáticas).
(*) Especial para Crónica y Análisis por Carlos J. González Cabral. Maestro normal nacional. Se desempeñó como secretario de Gobierno y Hacienda (1958-1961) y como concejal (1963-1966) en la Municipalidad de San Nicolás de los Arroyos (Bs.As.) en representación de la UCRI y del MID, respectivamente. Fue electo diputado provincial por el FREJULI (1973-1976). Entre 1989 y 1995 acompañó al ex presidente Frondizi como secretario político y privado.
miércoles, 29 de octubre de 2008
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