viernes, 31 de octubre de 2008

HORMIGAS

POLÍTICA DE HORMIGA O POLÍTICA DE ALTURA

Por Cosme Beccar Varela

La tiranía ha conseguido instalar la confusión en las mentes de quienes se le oponen. Como decía en el número anterior de este periódico, parecería que un "demonio disgregador" se dedica a desarticular toda oposición o a encabezarla de falsos líderes, que es lo mismo.

Hay quienes creen que con la enormidad de recursos de que dispone la tiranía, suficiente para sobornar a millones de votantes de baja estofa y a millares de influyentes de peor estofa, es imposible hacerle frente. Y lo único que sugieren es hacer una especie de "trabajo de hormiga" en los barrios populares para convencer uno por uno a los votantes de base para que no se dejen comprar y acepten ser ayudados en sus pequeñas necesidades diarias por otra cosa que no sea la dádiva del Estado. Mediante esa tarea, que involucraría a sacerdotes, monjas y asistentes sociales y otros voluntarios dedicados, podríamos ir rompiendo los lazos de sumisión que los sujetan a la tiranía, dicen lo partidarios de esta estrategia.

Creo que es un error. Ese concepto horizontal de la política, una especie de trabajo de hormiga, de ir a hablar a "la sociedad de fomento de Villa Tachito, o a la barra cervecera de la esquina, o al potrero donde se juega por plata y suelen terminar a los tiros;...etc" (Carta del Sr. Delgado que inspiró esta respuesta y que puede leerse en "Correo del Lector"), no expulsará jamás la tiranía.

Puede ser que se consiga, si uno es capaz de hacerse entender por gente que no está acostumbrada a pensar en abstracto ni sabe sacar conclusiones de lo que sufre en concreto y no quiere que se le sugieran soluciones que pasen por un esfuerzo político sino que le den plata enseguida para pagar las cuentas del día. Y como nosotros no tenemos los 60.000 millones de dólares que tiene la tiranía en su presupuesto anual para pagar sobornos y robar, no tenemos ninguna posibilidad de ser ni siquiera entendidos.

Suponiendo que uno superara esa barrera inicial (a mi juicio insuperable en la forma en que lo proponen quienes así opinan, aunque no en la que le diré más adelante) puede resultar algo positivo a nivel nacional al cabo de cien años, y eso con suerte, si no le pegan el tiro a uno en la primer semana y en el primer potrero que visite...

Lo que yo creo es que la sociedad moderna de masas sólo responde a las sugerencias masivas y es por eso que la tiranía de estos canallas, que tiene todos los medios y todos los recursos, puede hacer lo que quiere. El trabajo de hormiga que se propone no le hace ni cosquillas a esos malditos.

Si no tenemos esos grandes medios sólo nos queda un camino y es buscar un punto de apoyo, como Arquímedes, para mover el mundo social mediante una "palanca" que no puede ser otra que un grupo de personas cultas, valientes, amantes de la Justicia, inteligentes y de buenos principios de ley natural (porque si tienen, por ejemplo, una filosofía político-social marxista o liberal a ultranza, no sirven) que actúe organizadamente, con un liderazgo de unos pocos que sepan cómo se hacen las cosas en una política de ideales y con la participación de todos.

El punto de apoyo es la Presidencia de la Nación que uno de esos hombres debe ocupar y usar los poderes que le da la Constitución para restaurar la Justicia, procurar el bienestar general, abrir camino a los buenos y acabar con los maleantes.

En la masa inconexa y angustiada por sus necesidades diarias, quedan muchos restos de cristianismo, de sentido común, de amor a la familia y de admiración por los verdaderos señores. Si un grupo así actuara con decisión y generosidad diciendo claramente que aspira a la Presidencia de la Nación, puede impresionar a muchos dentro de esa masa como capaces de desafiar a la tiranía con una posibilidad, aunque remota, de llegar a la Presidencia y desde allí dar un giro de 180 grados en esta especie de sistema de putrefacción cotidiana a que nos tiene sometidos la tiranía. Así puede nacer una esperanza tenue pero auténtica de que empiece a ser posible trabajar y ganarse la vida, vivir sin miedo a los criminales, no tener que mendigar para ser atendido por los miserables que ocupan cargos, etc. etc.

Esa esperanza, aunque remota, es comprensible para todos, inclusive para los que están en el potrero o en la barra de la esquina o en la sociedad de fomento del barrio.

El pueblo simple tiene una intuición muy grande para reconocer a la gente de bien, si consigue llamar su atención. Y para eso, no es suficiente "un tipo solo (porque) termina comiéndose una piña, y/o insultado y/o apretado por algún puntero político... Un grupo con convicciones tiene más chances de lograr algo..." (Carta citada)

Precisamente por eso insisto en convocar a la gente culta, pero no sólo porque sea culta, sino porque cumple la condición inicial de ser capaz de entender el planteo, pero sólo será aceptable en la medida en que tenga las otras condiciones que le digo más arriba.

Para salir de la mera palabra, quienes quieran luchar contra la tiranía tienen que organizarse. Yo he propuesto cien veces formar una Asociación Civil, integrada por civiles y militares (no un partido político por el momento porque es casi imposible constituirlo), cuyo objeto social sería algo así:

"El objeto de la Asociación será defender los principios esenciales de nuestra Nación y la plena vigencia de la Constitución Nacional, sus Instituciones y garantías individuales, apelando a la opinión pública, denunciando las injusticias, formando futuros dirigentes nacionales y combatiendo la corrupción usando para ello todos los medios legítimos a su alcance."

La sola formación de esa Asociación con un grupo inicial de 200 personas serias y con las cualidades mencionadas, es un hecho político importantísimo que sería el detonante necesario de muchos otros hechos políticos de trascendencia creciente, hasta poner en riesgo la vida de sus integrantes, porque la tiranía se daría cuenta enseguida de su importancia.

Esta que podría llamarse "política de altura", en oposición a la "politica de hormiga", es la única salida que le queda a nuestra Patria. (Se acabaron los golpes militares en los que algunos creen -yo no- porque se acabaron los militares...)

¿Porque no se hace? Porque las personas cultas no quieren. La responsabilidad de no poner en práctica este único medio disponible para acabar con la tiranía está en la espalda de esos 200 señores fundacionales que no aparecen ni quieren aparecer.

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