domingo, 26 de octubre de 2008

¡ OTRA VEZ SOPA !!!!

Argentina es una repetidora crónico. Los argentinos también, aunque muchos pretendan liberarse de culpa esgrimiendo el conocido “Yo nos los voté”. Claro, la dirigencia llega al lugar que ocupa por generación espontánea. No es elegida cada dos años, no. Y el Estado es un Dios al que hay que servir porque nos protege como un guardaespaldas de todo mal. Digamos las cosas como son. Lo único que existe es el Gobierno al que hay que servir. Nunca mejor expresado el término: go-bier-no y no administrador que es lo que debería ser.

La Nomenclatura gobierna millones de vidas ajenas bajo un manto de impunidad que dice le ha sido otorgada por un sinfín de leyes. Ninguna de ellas puede autorizarla a tomar préstamos al 15% anual; deshacer proyectos de construcción de trenes con la velocidad de una bala; autorizar el corte de calles, rutas nacionales e internacionales; prohibir el comercio a través del control de las exportaciones; endeudar a generaciones presentes y venideras de manera impagable, y privatizar y estatizar para luego reprivatizar y reestatizar a como dé lugar. Y si es cierto que en donde hay una necesidad existiría un derecho, parafraseando podría afirmarse sin temor a equivocaciones que en donde hay un cambio existe un negocio, chico o grande: preferentemente esto último. Por ejemplo, ahora en la Ciudad de Buenos Aires se pergeña una disposición que obligaría a los consorcios de propietarios a dar de baja matafuegos que se consideran “viejos” para sustituirlos por otros “nuevos” que involucran un valor de 50 millones.

El incesante retroceso en la administración de los negocios públicos significa un daño imposible de reparar. El constante cambio de las reglas de juego desconcierta a propios y extraños, “desconcierto” que siempre es pagado por los locales y en ciertas ocasiones por extraños que han preferido correr los riesgos de prestarle a un ahorcado: a la Argentina. El último invento del matrimonio presidencial ha sido reestatizar las cajas de jubilaciones privadas. Un brillante negocio: político y seguramente de otra especie. Como tantos otros porque aquí nadie da puntada sin hilo.

Son muchos los que han puesto el grito en el cielo. Hay quienes dicen que esa medida no se encontraba en la plataforma electoral del Frente para la Victoria. Bueno, sería beneficioso encontrar algún partido que la haya presentado. Pero lo más desopilante son los argumentos de la Presidente para fundamentar la medida. “Una decisión estructural en defensa de los jubilados” y “nosotros salvamos a los trabajadores y jubilados”, fueron algunos de los conceptos esbozados por la primera mandataria en defensa de la decisión de traspasar los fondos de las AFJP a las fauces del Gobierno.

Saben los lectores de CORREO DE BUENOS AIRES la categórica oposición que desde estas entregas se ha hecho a la llamada jubilación obligatoria, sea gubernamental o privada. Creemos que nadie mejor que uno mismo para administrar su dinero, todo su dinero, salvo que por motivos más que evidentes la persona necesite de los servicios de un curador. Pero no es este el caso que hoy nos atañe pero sí que no exista un solo legislador por derecha de tendencia “liberal”, o defensora de los “derechos humanos” que haya tomado la posta. Lo preocupante son los argumentos esgrimidos por los estatistas y que además, su número sea tan elevado.

Si bien en los años 30 hubo compañías de retiro privadas que quebraron, tal es el caso de La Prudencia; y en la década del 70 lo hicieron dos de capitalización como La Esmeralda y La Monumental, y los dueños de los aportes aún se encuentran esperando que les devuelvan sus dineros, que el Gobierno se arrogue “defender y salvar a trabajadores y jubilados”, es lo que debería preocupar.

El gobierno nacional es poco lo que hace y mucho lo que gasta. ¿Es acaso el mismo que no brinda seguridad, salud, justicia, que imprime billetes o bonos a discreción para financiar sus gastos, que permite que aviones de todo porte invadan el espacio aéreo argentino, que inaugura edificios públicos sin equipamiento o hace viajar a sus compatriotas más apretujados que ganado rumbo al matadero? ¿Y es ese mismo Gobierno el que pretende velar por los ahorros del pueblo? No, gracias, somos mayores de edad.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BS AS

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