jueves, 30 de octubre de 2008

GOLPE A LA CONFIANZA

Río Negro - 30-Oct-08 - Opinión
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Editorial
Golpe a la confianza
Hasta hace muy poco, casi todos los políticos y economistas locales coincidían en que si bien la Argentina se vería afectada negativamente por el crack financiero mundial, sufriría mucho menos que los demás países porque, además de poseer reservas adecuadas, se había acostumbrado a prescindir del crédito fácil. El optimismo moderado así supuesto no era compartido por sus homólogos del exterior, donde la mayoría parecía convencida de que nos estábamos deslizando inexorablemente hacia un nuevo default, razón por la que el índice riesgo país superaba incluso los ostentados por Ucrania y Pakistán. Por lo tanto, era imperativo que el gobierno procurara persuadir a "los mercados" de que en esta ocasión la confianza relativa de los más familiarizados con los detalles de la situación económica y política argentina reflejaba mejor la realidad de lo que lo hacía la desconfianza extrema de los comentaristas internacionales, pero por desgracia se las arregló para desacreditar a quienes insistían en que, a pesar de sus antecedentes en la materia, el país estaba en condiciones de superar los problemas planteados por la crisis. Merced a la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su cónyuge de apropiarse de los fondos de jubilación privados, los analistas extranjeros se han puesto aún más pesimistas que antes, mientras que los argentinos también sospechan que el estado financiero del país es en verdad mucho peor de lo que dice el gobierno. No creen que sea inminente un default, pero lo mismo que sus colegas del resto del mundo han tomado la expropiación de las AFJP por evidencia de que el gobierno kirchnerista necesita de manera urgente contar con más dinero para afrontar los vencimientos próximos de la deuda pública.

El pro y el contra del sistema de reparto por un lado y de capitalizació n por el otro pueden discutirse hasta las calendas griegas, pero no cabe duda de que la forma improvisada en que el gobierno se ha propuesto zanjar el problema ha tenido consecuencias sumamente negativas. Además de hacer pensar a los empresarios que hasta nuevo aviso les será todavía más difícil acceder a créditos a tasas soportables de lo que había sido, ha asustado a todos los ahorristas que temen que los Kirchner sean perfectamente capaces de avanzar sobre sus depósitos bancarios y cajas de seguridad, de ahí el interés renovado en el dólar estadounidense. Puede que tales reacciones estén exageradas, pero el que el gobierno se haya sentido obligado a comprometerse a dejar en los bancos a los aproximadamente 7.000 millones de pesos que los fondos mantienen en plazos fijos y no ponerse a vender las acciones que tienen en distintas empresas muestran que entendió tardíamente que el impacto en la economía de la medida sería mucho más fuerte de lo que había previsto.

Al optar impulsivamente por poner fin a las AFJP, el gobierno sembró desconfianza en el momento menos oportuno concebible. Es probable que los economistas nacionales, incluyendo a los que por muchas razones desaprobaban "el modelo" kirchnerista, hayan estado en lo cierto al afirmar que siempre y cuando el gobierno actuara con sensatez y rigor, el país podría salir de la crisis mejor parado que vecinos como Brasil que habían estado entre los más beneficiados por la expansión masiva de crédito de los años últimos pero que ahora está siendo abandonado por muchos inversores, pero parecería que los Kirchner no entendieron que les sería peligroso dar la impresión, justificada o no, de estar presas de pánico. Puede que a esta altura sea de poca importancia lo que piensan acerca de las perspectivas económicas de la Argentina los gurúes de Wall Street, puesto que de todos modos nadie salvo el venezolano Hugo Chávez soñaría con prestarnos dinero, pero el efecto de la medida sobre el estado de ánimo de los empresarios y financistas nacionales sí debería haberles preocupado. Sin embargo, por apuro y, claro está, por no creerse obligados a preparar medidas importantes consultando antes con quienes no forman parte de su llamativamente reducido círculo áulico, los Kirchner cometieron un error que podría significar que en lugar de estar entre los países menos golpeados por la crisis, integre el grupo de los que más tengan que pagar.
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