martes, 28 de octubre de 2008

JOVEN......

Joven, adulto, negro, blanco, mujer, hombre, político, apolítico, privado, estatal


El regreso compulsivo de los ahorros privados a las arcas gubernamentales ha dado motivo a Martín Lousteau para retornar al llano y expresar sus puntos de vista con relación al tema: también lo hizo Domingo Cavallo. En Argentina, en busca de contratos futuros, los ex son presente a pesar de sus pasados pecaminosos. El joven que ocupó el sillón de Economía durante unos pocos meses sin tener ningún poder de decisión real, cree tener entidad para opinar después de haber sido obligado a firmar la resolución 125 que desató el conflicto con el campo, y la aceptación de la financiación de un tren bala que pasará a la historia como uno de los más grandes desatinos del matrimonio presidencial y la historia argentina. El ingenio popular suele escribir en las paredes en ciertas ocasiones, “Lo malo no es que se vayan sino que vuelvan”.

El tierno economista, catalogado por las plumas oficialistas como intelectualmente brillante, debería llamarse a prudente silencio después de la hecatombe que produjo su firma número 125. Debería, asimismo, pagar todos los daños producidos por esa disposición si no llegara a demostrar que en realidad sólo cumplía órdenes del matrimonio superior. E que el general Balza sentó jurisprudencia estelar cuando afirmó que “Delinque quien imparte órdenes aberrantes y delinque quien las ejecuta”. Sería hora que esa disposición se aplique a todos los campos de la actividad civil.

Ser joven no aporta sapiencia, como tampoco lo hace el cargar unos cuantos años sobre la espalda. Tal es el caso de Domingo Cavallo que regresó una vez más del autoexilio para manifestar su oposición a la actual estatización de las cajas privadas de jubilación. La edad de Cavallo debe impedirle recordar que fue él quien estatizó la deuda externa privada en el 82. De manera que resulta extraño su actual enfrentamiento con cierto tipo de medidas que supo implementar en el pasado.

A pasos de las elecciones que nominarán al próximo presidente de los Estados Unidos, han surgido allí simpatizantes demócratas que, anticipando una aparente improbable derrota de su candidato, aseguran que éste no será votado por los blancos precisamente por ser negro. En Argentina, su presidente, ni bien iniciado su mandato, comenzó a justificar posibles yerros en la continuidad de la gestión de su esposo, aduciendo estar en inferioridad de condiciones por su condición de mujer.

Otra de las justificaciones para el mal accionar público es referirse a los causantes de las equivocaciones como apolítico o provenientes del “ámbito privado”, tal es el caso del staff del presente gobierno de esta ciudad que tiene serios problemas de gestión, ocultos por el momento por la falta de una verdadera oposición que se limita a aprobar en las actuales circunstancias cuanto aumento de partidas reclame el Ejecutivo. Los llamados apolíticos son presentados como seres íntegros alejados de las trapisondas que suelen achacárseles a quienes ya se encuentran ocupando cargos electivos. Sin embargo, el cartel de apolítico se cae estrepitosamente cuando el sujeto en cuestión se convierte en político. Y eso ocurre mucho antes de ser elegido.

Por otra parte, pasar de la actividad privada a la estatal tiene sus incertidumbres. Los salarios son mucho menores, entonces, por qué alguien desistiría de una muy buena remuneración que excede con creces los sueldos de los funcionarios de la administración pública más encumbrados. Además, podría pensarse que un buen ejecutivo no debería encontrarse desocupado si es que se le presta atención al fallecido Ronald Reagan a quien se le atribuye la siguiente frase: “Si los mejores cerebros estuviesen en el Estado, los empresarios ya los habrían contratado”.

Ser joven, adulto, negro, blanco, mujer, hombre, apolítico, político, privado o estatal, no hace a la función pública. Lo que importa es la eficiencia en el cargo, y lo que molesta en grado sumo es su contrario cuando no el robo descarado de los dineros públicos a través de mil artilugios. Los funcionarios deberían comportarse como adultos, adelantarse a los acontecimientos para no correr siempre tras ellos. Cansa. A ellos y quienes sufren sus equivocaciones.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BS AS

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