LOS QUE NUNCA SE SALVAN
Por el Dr. Agustín A. Monteverde (*)
Azoramiento. Desconcierto. Miedo. Sí, miedo es la palabra que mejor define la sensación que inunda a los argentinos que sabemos muy bien que el “salvataje” anunciado es simplemente un robo por orden de la corona. Los medios integrantes de la nueva versión de cadena oficial hablan de “reestatización de las AFJP” y “salvataje al sistema jubilatorio”. Pero no es ni lo primero ni lo segundo.
Conviene repasar algunos puntos que muchos olvidan, limitando sus análisis a cuantificar los daños patrimoniales, inmediatos y directos de la fechoría.
En primer lugar, bueno sería que grabemos en nuestra mente que los fondos jubilatorios administrados por las AFJP son —o eran— propiedad exclusiva de sus nueve millones de afiliados. No son fondos de las administradoras, son cuentas individuales de capitalización. Los titulares de las cuentas son los dueños de esos fondos. No son propiedad de Nación AFJP, o de Consolidar, o de cualesquiera otra. Son fondos suyos, míos, y del resto de los afiliados.
En contraposición, los aportes al sistema estatal de reparto implican una clara y expresa cesión de la propiedad de esos fondos al Estado, que los incorpora al erario público y los malgasta con encomiable esmero. Aquí no hay propiedad alguna de los afiliados sino la sola esperanza de que los haberes previsionales de mañana sean algo mejores que la dádiva mísera que hoy perciben los “beneficiarios” del sistema estatal. Tómese nota que los aportes son percibidos —y gastados— por los gobernantes de hoy, que dejan a los de mañana con la pesada carga de abonar jubilaciones que no otorgaron —como el 1,6 millones que el kirchnerismo obsequió sin mediar aportes previos— y sin haber participado de aquel despilfarro.
En segundo lugar, todos esos afiliados lo son por propia voluntad, ratificada poco tiempo atrás y durante el propio gobierno kirchnerista, cuando se dejó abierta la posibilidad de regresar al sistema estatal. Y ante esa posibilidad, hubo nada menos que nueve millones de ciudadanos que votaron por el sistema privado. Es curioso que la dirigencia oficialista, que tanto empeño pone en manifestar su culto democrático, desprecie la contundente voluntad de esos hombres y mujeres acerca de cómo desean que sean administrados sus propios ahorros previsionales.
Considérese, por último, que la opción que esos argentinos libremente ejercieron —pese al enorme esfuerzo propagandístico montado por el gobierno— no compromete a terceros ni arriesga otra fortuna que la de sus propios aportes.
Hechas estas puntualizaciones, queda claro que lo que se ha anunciado no es la estatización de las AFJP sino el acabose de la propiedad privada —los fondos aportados a su cuenta de capitalización son (eran) tan suyos como los zapatos que Usted hoy tiene puestos— y del derecho a elegir. Se trata, pues, de la más flagrante confiscación masiva de patrimonios. Los nueve millones de argentinos ultrajados la colocan como la más grande de nuestra historia por cantidad de afectados.
Pero el atropello colectivista no queda ahí. Como parte de los fondos administrados fueron invertidos en la mayoría de las grandes empresas locales, la exacción de los mismos coloca al gobierno en virtual propietario de buena parte del acervo productivo del país y socio privilegiado en todas esas compañías. La confiscación masiva —o mejor dicho, las más de nueve millones de confiscaciones— de ahorros jubilatorios y de tenencias accionarias deja, pues, a la administración K a medio metro del comunismo. Ni más ni menos. …Y si el Congreso aprueba semejante violación, ¿cuánto tiempo resta para que aprueben la apertura y confiscación de las cajas de seguridad? …¿Le parece exagerado?¿Por qué?
Por cierto que esta expoliación tampoco encaja en lo que llama expropiación nuestro derecho, que debe originarse en una razón de bien público. Ocurre que aquí no se hace en defensa del bienestar general sino en supuesto resguardo de los mismos expropiados. Es decir, esta expropiación masiva se realiza en contra de la voluntad de los mismos "beneficiarios".
Además de confiscar $ 100.000 millones de ahorros particulares, con esta medida el gobierno acaba de declarar un nuevo default: más de $ 50.000 millones en bonos serán absorbidos sin compensación alguna (algo así como un canje forzoso con una quita del 100 %). Por eso no extraña que los reportes de todos los bancos internacionales recomienden al unísono salir a cualquier precio de activos argentinos.
No se trata, pues, ni de estatizar las AFJPs ni de un salvataje al sistema jubilatorio. Los accionistas de las administradoras ya sueñan con las jugosas compensaciones que negociarán con no menos ansiosos valijeros oficiales. Algunos empresarios se ilusionan con que una parte aunque minúscula del botín se convierta en fondos blandos para sus industrias siempre sedientas de subsidios y protección. Los sindicalistas aplauden el despojo a los trabajadores, interesados también en los obsequios que promete el árbol de esta Navidad. Buena parte de nuestros legisladores ya sonríe pensando en la bolsa que traerán los dos reyes magos. Se trata de una nueva y más grande fiesta de despilfarro y perpetuación en el poder. En este “salvataje” está bien clarito quiénes son los que se salvan. Y los que no.
Más de U$ 30.000 millones. —No se preocupe Cristina, va a poder gastar cuanto quiera. Nestor tendrá los dinerillos necesarios para asegurarse los fueros legislativos en 2009. Disfrútenlo. El resto, es la tragedia de los argentinos. La de la república.
(*) Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza del autor - Dr. Agustín A. Monteverde - Doctor en Economía, MBA, MEE. Profesor titular del CEMA, de la Universidad del Salvador y de la Escuela de Economía y Negocios Internacionales (UB). Consultor y directivo de diversas instituciones. Autor de libros y frecuentes artículos y columnas profesionales.
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