miércoles, 28 de enero de 2009

DD.HH : DRA MOLINA


La Nueva Provincia - 29-Ene-09 - Opinión

Los derechos humanos de la doctora Hilda Molina

La médica cubana Hilda Molina es una prestigiosa profesional que fundó en aquel país el "Centro Internacional de Restauración Neurológica". Fue condecorada por los servicios a su patria y ocupó, en la década de los noventa, una banca en la Asamblea Popular de Cuba.
En 1994, a raíz de serias divergencias con el poder castrista, renuncia a todos sus cargos, académicos y políticos, devuelve las mencionadas condecoraciones a las autoridades y abandona el Partido Comunista.
Desde aquella fecha, viene solicitando a las autoridades de su país un "permiso de salida", para poder visitar a su hijo, residente en la Argentina y padre de dos niños argentinos. El régimen castrista ha declarado que el cerebro de la doctora Molina es "patrimonio del país" y se basa en aquel precepto para denegarle ese permiso.
La Asamblea de las Naciones Unidas adoptó, el 10 de diciembre de 1948, la "Declaración Universal de los Derechos Humanos", suscripta por todos sus integrantes. Este documento universal brindó, a partir de su aprobación, un sentido sólido y estricto al término derechos humanos, tan frecuentemente invocado a partir de entonces.
La declaración afirma, en su artículo 13, que "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado" y "tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio", y a "regresar a su país". Agrega, además, en su artículo 14, que "en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él, en cualquier país."
Hasta aquí, queda perfectamente entendido que los derechos humanos de la doctora Hilda Molina no son respetados en Cuba por el gobierno dictatorial que presiden los hermanos Castro desde hace ya medio siglo.
Sin embargo, lo que parece perfectamente entendible para algunos, es difícil de comprender para otros. Según estos grupos, sólo afectarían los derechos humanos determinados tipo de dictaduras (léase, por ejemplo, los gobiernos militares argentinos, chileno o uruguayo de la década de los setenta). En cambio, si las dictaduras sostienen ideas totalitarias comunistas, como el caso del castrismo cubano o el régimen militar peruano de Velasco Alvarado, por ejemplo, entonces ya se encontrarían justificados de hacerlo, por sus altos ideales y su vocación "antiimperialista".
Ha llegado la hora de abandonar el doble estándar. Hay que defender los derechos humanos de todos, en todo sitio y sin utilizaciones mezquinas. Los derechos humanos no pueden ser la herramienta de manipulación ideológica de aquellos que a todas luces desconocen y bastardean su esencia.
La confusión, sin embargo, es amplia. En su reciente visita a Cuba, la presidenta de la República Argentina, Cristina Kirchner, resaltó "el desarrollo humano y social" de Cuba.
Un desarrollo humano que, pese a ser muy apreciado por nuestra primera magistrada, impide, además de lo expuesto, cumplir con otro precepto liminar de los derechos humanos, como es el de que "todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión" (Art. 19 de la Convención).
Lo de Cuba, según esta forma tan particular de ver las cosas, no sería, entonces, una dictadura sino que vendría a ser una gesta revolucionaria, que aún hoy despierta la admiración de muchos y justificaría por ello las terribles violaciones a los derechos humanos ocurridas bajo la dominación castrista.
Mientras tanto, la doctora Hilda Molina no puede salir de Cuba. Cuánta hipocresía, ¿no?

Dr. Carlos Moratorio
Corrientes

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