miércoles, 28 de enero de 2009

POST MODERNIDAD

EL MUNDO TRANSITANDO EN LA POST MODERNIDAD

Por Jorge Omar Alonso

El mundo se encuentra transitando lo que se ha dado en llamar la post modernidad, dejando atrás aquella modernidad que se confirmaba en los grandes progresos de las ciencias y en la creencia en la ley del progreso irreversible e indefinido.

Max Weber en “Política y Ciencia” había escrito a propósito: “La vida individual civilizada, situada dentro de un “progreso” indefinido, no puede, según su sentido inmanente llegar a un límite determinado”. En este sentido siempre era posible progresar más allá de un límite alcanzado, aunque ningún mortal podría alcanzar “las alturas de lo infinito”.

Anteriormente Augusto Comte había confiado en que la humanidad estaba accediendo a la edad de la racionalidad.

Aquella modernidad surgida a finales del siglo XV nos persuadía de que las sociedades experimentarían un notable avance. Incluso se presagiaba la culminación de la historia en lo que se llamó la democracia.

Hegel había persuadido a la humanidad que su historia era de una progresión dinámica y que utilizando el pasado para reconsiderar el presente, se podría pronosticar el futuro.

A principios del siglo XIX ya abundaban los intelectuales que creían haber descubierto las claves de la utopía. No obstante a la luz de los posteriores acontecimientos: dos guerras mundiales, el holocausto, las dos bombas atómicas y miles de matanzas de seres humanos en distintos puntos del planeta, pusieron en duda la racionalidad humana.

“El progreso no queda automáticamente asegurado por ninguna ley de la historia. El porvenir no necesariamente implica desarrollo. En lo sucesivo, el futuro lleva el nombre de la incertidumbre”. ( Edgar Morin ).

Esto nos lleva indefectiblemente a la comprobación de que de nada le sirve al hombre tener profundos conocimientos si no sabe orientarlos correctamente.

Vivimos en pleno auge de las tecnologías que aparentemente nos hacen más fácil la vida. El hombre ha alcanzado en esto cimas increíbles. Pero ha perdido en humanidad.

El hombre actual ha quedado caracterizado por lo deshumanizado de su existencia, careciendo de un sentido de vida personal. Y esto se observa más precisamente en el actual tipo de sociedad que John Galbraith llamó “opulenta”. “Son los hombres de tipo medio, vulgar y mostrenco” (Garcia Morente). Los que huyen de la soledad porque al encontrarse con ellos mismos advierten el vacío de sus vidas.

El mundo actual experimenta ese concepto weberiano de “desencantamiento” o carencia de los valores tradicionales que guiaron al hombre en el pasado. La irracionalidad ética ha llevado a la anulación de aquellos valores. Se ha suprimido a Dios y esto lleva su castigo, porque “donde no hay Dios, no hay ni siquiera hombre” (Nicolás Berdiaeff).-
CRÓNICA Y ANÁLISIS

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