martes, 27 de enero de 2009
EL PATIO TRASERO
-El patio trasero
Por Pilar Rahola
www.notiar.com.ar
O Lationamerica pesa sensiblemente en la agenda de Obama o estaremos ante su primer grave error
Releo a Walter Lippmann, el histórico analista político que ganó dos veces el Pulitzer por su famosa columna "Today and Tomorrow", en el New York Herald Tribune. Fue uno de los pioneros en denunciar la tendencia del periodismo a basar las informaciones en ideas fijas, y luchó por lo que él llamaba "el pensamiento crítico". Suya es una famosa frase que retrata, certeramente, muchos de los momentos de estos últimos tiempos: "donde todos piensan igual, nadie piensa mucho". ¡Magnífica reflexión para estos días de pensamiento único contra Israel! Por cierto, la cantidad de barbaridades contra este periódico y contra algunos de nosotros que están vomitando algunas webs de la izquierda intolerante formará parte de los anales de la imbecilidad. Ode la difamación, como forma de propaganda.
Volviendo a Lippmann, la frase también reflejaría la bobalicona actitud que muchos han tenido respecto a Barack Obama, cuyo aplauso ha sido casi religioso, impenetrable al prudente arte del matiz. "Credo quia absurdum est" - creo, aunque sea absurdo"-, aseguraban los teólogos del Medievo, confirmando que creer es más fácil que pensar, y que por ello hay más creyentes que pensadores.
La actitud religiosa, es decir, dogmática, connota el global del pensamiento, y así muchas reflexiones no se basan en conjugar el complejo verbo que teóricamente las inspira. Reflexionar también resulta más difícil que sentir…
Más allá, pues, de dogmas de fe, Obama va posicionándose lentamente, con la prudencia del reto histórico que protagoniza. De momento, ha hecho lo fácil, hacer caer la fruta madura de Guantánamo, cuya existencia era abominable para todos. Pero se intuyen decisiones valientes y se ha dotado de un notable equipo, lo cual permite una prospectiva esperanzadora. Sin embargo, algunos temas cuelgan con exceso de opacidad.
Especialmente llamativo es el silencio del nuevo equipo respecto a Latinoámerica, cuya importancia geoestratégica ha sido históricamente despreciada por todos los presidentes norteamericanos. Estados Unidos ha mantenido, con mejor o peor criterio, una mirada mexicana del continente, pero difícilmente ha sido capaz de presentar políticas económicas y sociales de orden global.
Latinoamérica ha sido, para los norteamericanos, el patio trasero de especulaciones económicas y dictaduras amigas, pero no ha disfrutado de una política comprometida ante los retos que la subyugan. Ni tan solo tuvo una mención relevante en el discurso presidencial. Y, sin embargo, Latinoámerica es uno de los grandes ítems del mundo.
Primero, por el dinamismo económico que presentan algunas de sus economías. Segundo, por los endémicos problemas sociales que sufre. Tercero, por la amenaza de los populismos más desbocados, émulos de los movimientos revolucionarios de los sesenta. Cuarto, porque alguno de esos líderes autárquicos tiene petróleo y lo usa para estrechar lazos con algunas de las dictaduras más terribles del mundo. Y quinto, porque se oyen más los ruidos de los demagogos que las voces de los sensatos presidentes que también existen en la zona.
Entre los populistas y los sensatos, Latinoámerica también presenta extraños mandatarios que no han superado el debate shakespeariano de saber quienes son.
Resulta, por ejemplo, muy chocante que en los mismos días en que el mundo gozó de la gran fiesta democrática de Obama, Cristina Kirchner hiciera los honores a uno de los últimos grandes dictadores, el ínclito Fidel Castro.
¿Significa ello que Argentina avala la dictadura cubana? Como mínimo significa que su gobierno es diletante en valores y peligrosamente equívoco en objetivos.
Con todo sumado, urge saber qué piensa Obama de Latinoamérica, no solo porque es el epicentro de grandes retos, sino porque no es posible imaginar ningún cambio de paradigma en la política americana sin un severo plan estratégico para la región. Ya no vale lo del patio trasero.
O Latinoamérica pesa sensiblemente en la agenda de Obama, o estaremos ante el primer grave error del flamante presidente.
Fuente: La Vanguardia (Barcelona)
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