miércoles, 28 de enero de 2009

INCONCEBIBLE

NotiAR - 28-Ene-09 - Opinión

por Carlos Berro Madero

"La cuestión no es ser o no ser comunista o bolchevique. No discuto el credo. Lo que es inconcebible y anacrónico es que alguien se lance a hacer una falsa revolución que es, en su forma, idéntica a todas las que antes ha habido y EN LA QUE NO SE CORRIGEN EN LO MÁS MÍNIMO LOS DEFECTOS Y ERRORES DE LAS ANTIGUAS. Es, por el contrario, una monótona repetición de la revolución de siempre, es el perfecto lugar común de las falsas revoluciones."
- José Ortega y Gasset

En estos días de viajes oficiales de la Presidenta a países que siguen contribuyendo a arrojar al mundo enormes masas de pobres y desamparados, con el pretexto de sostener una nueva revolución, nos preguntamos sobre las motivaciones de esta extraña atracción por el mundo marginal.
¿Es acaso una nueva forma de esquizofrenia hasta ahora desconocida?

¿Cómo es posible que no se haya comprendido aún que la mayoría de los regímenes "progresistas" latinoamericanos no hacen más que terminar en un vergonzoso populismo y una detestable dictadura?

¿Serán estos viajes una consecuencia del tan meneado pragmatismo kirchnerista?

Cuando a fines del siglo XIX Charles Sanders Pierce y William James fundaron una nueva teoría filosófica que llamaron "pragmatism", manifestaron que los conceptos humanos y el intelecto representan el significado real de las cosas, haciéndole un flaco favor a las escuelas formalistas y racionalistas de la filosofía.

Parecería que estas ideas le han servido en bandeja a muchos políticos aprovechados la posibilidad de interpretar que pragmatismo significa "practicidad". Algo que sus autores jamás sostuvieron.

Lo que había establecido en realidad el trabajo de estos dos estadounidenses, era que el pragmatismo se justificaba en orden a las consecuencias, pero sin establecer nunca un prejuicio inicial sobre las mismas. La política del siglo XX usó esta aparente contradicción y los regímenes de algunos países que se sumergieron en el subdesarrollo, han navegado sobre una semántica que provocó centenares de víctimas de este supuesto principio.

Todo proceso de transformación revolucionaria debería procurar siempre la constitución de gobiernos que se hubiesen deseado o intentado antes de su explosión. Por lo tanto, sus argumentos debieran recoger en su contenido todo lo que hubiese sido dicho o pensado precedentemente. Ser más que una "novedad", una "consecuencia".

Lo que hemos visto por el contrario, es la proliferación de procesos cuyo signo visible ha consistido en mantener una oratoria tendenciosa que, bajo la promesa de defender una nueva igualdad ante la ley, terminaron por sojuzgar a la ciudadanía, premiando únicamente a quienes con su servilismo pasaron al servicio del nuevo poder constituido.

A eso condujo casi siempre el falso pragmatismo ideológico invocado por las revoluciones de turno.

La Cuba de los Castro es un ejemplo de lo antedicho, y los larguísimos y extenuantes discursos de Fidel, constituyen piezas retóricas y soporíficas, plagadas de proposiciones de remoto cumplimiento efectivo.

¿Qué asunto puede constituir hoy día motivo de intercambio con un país atrasado como Cuba que justifique una comitiva presidencial?

¿Cerrar la compra de 2.000.000 de lamparitas de bajo consumo eléctrico, que quizá a las 72 horas dejen de funcionar?

¿Que nuestras enfermeras sepan qué otras actividades podrían desempeñar el día que su salario sea igual en monto al subsidio de un piquetero, como ocurre en la isla de Fidel?

¿Pactar la recepción de una cantidad de cajas de cigarros Cohiba que nos enviarían en pago por los 3.200 millones de dólares, más sus intereses acumulados, que nos deben desde hace 25 años?

¿O será simplemente que se quiso una foto -desvergonzadamente trucada como se ha comprobado-, con el destartalado esqueleto del tirano caribeño para exhibirla como un trofeo de caza en Olivos y mantener "entretenidos" a Bonafini, Verbitzky, Pérsico y compañía?

Por otra parte, querríamos saber qué le parecería a Cristina Kirchner si le propusieran públicamente, en caso de tener que visitar a sus hijos Florencia y Máximo eventualmente expatriados, el que debiera optar por verlos en las Islas Galápagos o en Marruecos, sosteniendo la idea de un "tercer país", como parece estarse cocinando en el tema de Hilda Molina, como un gran logro en relación con los derechos humanos falsificados por nuestro gobierno.

En cuanto a Venezuela, el viaje culminó con la vergonzosa entrevista televisada por los medios, donde Cristina se vio forzada a requerir tonteras a un comandante bolivariano presente, usando su sobrenombre de entre casa -"remache"-, a instancias de Chávez, en medio de vulgares risotadas generales.

¿Será el precio a pagar por negociar su alojamiento en el país del socialismo del siglo XXI para el caso del abandono imprevisto de la Casa Rosada en algún futuro próximo?

¿O quizá la mandaron a pasear sin motivo específico alguno, para que Néstor pudiera pactar aquí con algunos intendentes del conurbano cuestiones referentes a sus dádivas públicas, sin tener que soportar rabietas de entrecasa?

¿Antonini? ¿Uzcátegui? ¿Las valijas? ¡Qué importancia tienen! Ya están en el olvido. El dinero fue usado para mantener un poder que a pesar de ello hoy se presenta en fase de cuarto menguante.

Vaya a saber qué tienen en la cabeza los Kirchner, tan interesados en desarrollar su falsificado pragmatismo, que los ha convertido en el símil de una auténtica veleta de campanario.

Pierce y James se escandalizarían de la fatalidad que han desencadenado sus ideas en este siglo en tantos lugares del planeta y los males que se han provocado al invocar sus ideas dándolas vuelta con total desparpajo.

Nos gustaría recordar en este punto una reflexión del historiador Francois Guizot a propósito de revoluciones, refiriéndose específicamente a la Revolución Francesa. Dice Guizot: "El día que se verificó la explosión final, quedaba un solo hecho auténtico y poderoso: la civilización de un país en este grande y único resultado había venido a confundirse con las antiguas instituciones, las costumbres rancias, los recuerdos, la vida nacional entera. Tantos siglos activos y gloriosos no habían producido otra cosa que "la" Francia; de ahí la inmensidad de los resultados de la revolución, de la misma manera que antes, a través de extravíos retóricos, se había ejercido el poder por medio de la monarquía."

Sus palabras resumen el concepto de la revolución "verdadera", aquella que debe lograr un equilibrio que acepte la realidad anterior aunque hubiere estado atestada de errores y desgracias, concediéndole no obstante a sus protagonistas la oportunidad de integrarse al reordenamiento social, por medio de un proceso republicano.

¡Cuán lejos de todo esto se hallan los embustes retóricos practicados por los Castro, los Correa, los Chávez, los Morales, los Ortega y los Kirchner!

carlosberro@arnet.com.ar

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