lunes, 7 de diciembre de 2009

EL QUE TRAJO AL LOCO QUE LO LLEVE


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¿Está condenado…?
Se lo pregunté a Claudia Rucci y ella rió.
Me lo pregunto en soledad y sonrío.
“El que trajo al loco que se lo lleve…”

Por Juan Carlos Sánchez Dodorico



PyD participó del cierre del ciclo anual del Movimiento Productivo Argentino realizado en el Hotel Sheraton de Buenos Aires el 24 de Noviembre. Enrique García-Mansilla y quien firma esta gozamos del asombro. Seré breve, muy breve.
Cuando Claudia Rucci admitió en la nota que coincidía conmigo al reclamarle a Eduardo Duhalde “que el que trajo al loco se lo lleve…” me entusiasmé por conocer íntimamente el MPA (Movimiento Productivo Argentino) fundado en plena crisis post De la Rúa. Quise saber dos aspectos fundamentales: Si contaban con fuerzas suficientes como para revertir aquél trágico error de 2003 y para dónde iban. Le pedí a Enrique García-Mansilla que me alojara en su casa (ofrecida reiteradamente con anticipación) y que dispusiera del día para concurrir al cierre del año lectivo. ¿Qué vimos?
Demasiado, mucho.


Como santafesino, humilde periodista de provincia, saludé a demasiado (demasiados, demasiados) santafesinos de peso político, uno fue Juez hasta hace muy poco sin experiencia política salvo…, otro fue Defensor del Pueblo hasta hace poco con mucha experiencia política. Y muchos más.


Como hombre entrenado en la política también saludé a muchos otros expertos del orden nacional, todos peronistas y algunos arrimados, demasiados.

El contenido final de las disertaciones apuntaban al objetivo que Enrique García-Mansilla anota en su comentario publicado y fue redondeado por el Presidente Honorario del MPA, el Dr. Eduardo Duhalde en su discurso de cierre: “Vamos hacia un gobierno de unidad nacional” –reiteró- poniendo énfasis. Léalo, está publicado en esta edición y no caben comentarios. Todo dicho.
En síntesis: Es posible que Eduardo Duhalde esté condenado a ser Presidente de los argentinos en 2011 por voto popular o en el caso de que no lo crea conveniente o no le den los números, que sea quien facilite el acceso a la Rosada de un hombre del peronismo capaz de interpretarlo. Siempre sostuve que para Duhalde ser Presidente por el voto era causa difícil pero también que Duhalde sería quien habría de poner al que viene. De no ser él, ¿quién?

El ex Presidente tiene algunas culpas que pagar. Lo sabe, sonríe cuando se le dice “que saque al loco…” y no se que dirá cuando se le pregunte si valía la pena por ganar una pelea con Carlos Menem, insertar en la historia argentina a alguien como Néstor Kirchner. Tampoco imagino la respuesta si se le pregunta por qué aguantó hasta ahora para sacárselo de encima, ¿sacárselo?, ¿algo personal?, ¿algo patriótico?
Quizá el interregno en el cual fue Presidente por elección de los legisladores nacionales lo vivió con demasiadas presiones y quizá también dejar el poder de nuevo en manos de Menem hubiese sido un fracaso personal inaguantable. Quizá su anti-modelo era sincero, quizá no soportaba el carisma de Menem, quizá…
Quizá el interregno en el que fue Presidente no le alcanza para su gloria personal, quizá sepa que puede dar mucho más, quizá quiere el bronce, quizá maduró. Quizá…

Quizá el interregno en el cual fue Presidente terminó con una frustración personal y quiera superarla. Quizá… quizá lo único que quiera ahora es “sacar al loco…” Quizá.
Lo que sí se con certeza es que de ese equipo del MPA se puede extraer un buen equipo de gobierno.

Que apuntan a la formación de los cuadros.
Que aproximan sin amontonar.
Que muchos se aproximan con esperanza.
Es posible que esté condenado. Quizá lo quiera, quizá no, quizá no tenga escapatoria.


* * *

No puedo hablar bien de Eduardo Duhalde aunque su discurso presionó mis ansias íntimas de una Argentina respetable y respetuosa. No puedo hablar bien a conciencia porque me debe, como a todos los argentinos -lo reconozcan o no- a Néstor Kirchner. No puedo hablar bien porque el peronismo quería otro presidente por aquellos tiempos de crisis apenas superada, quería a Carlos Menem, el que envejeció desperdiciado mientras la ciencia aflicción se adueñaba de la Argentina. No puedo hablar bien porque los argentinos merecíamos otra cosa. Pero las crisis siempre perfeccionan al hombre. Nadie sale igual de una crisis ni del pecado ni del caos. Nadie sale peor, eso cuando sale y aquí está la responsabilidad de Duhalde: él lo trajo, que se lo lleve… Que nos devuelva la paz.

Cuando se queda en su dificultad, cuando el hombre permanece sin conversión en el entredicho que lo enfrenta a la realidad y a la verdad entonces es cuando es inactivo para sí mismo y para la comunidad, es irrealizable y no realiza; es número, estadística, cliente sin que esta condición tenga algo que ver con su nivel económico y social; es improductivo y es justamente desde esta improductividad percibible que quien conduce debe transformarlo en alguien capaz de dar y entregarse, de comprometerse. No hay teología que valga para explicarlo, es síntoma de la divinidad de la que participa el hombre ser capaz de cortar algo propio para dárselo a otro u a otros. Pero perdimos algo de nuestra relación con la divinidad, de nuestra naturaleza gracias a Néstor Kirchner y eso también es culpa de Duhalde. Por tanto considerarnos servidores de su proyecto, programa o esquema de poder, Kirchner logró que los argentinos gastáramos el alma -algo así como la res pública- en sobrevivir cuando no era necesario. Pues sobrevivir cabe cuando se construye, si no, ¿para qué…?
Y lo peor… ¿Para quién?

¿Qué nos quedó a salvo luego de este estropicio? ¿La persona, la familia, las instituciones, la verdad, la historia, la tradición, la Patria? ¿Qué?
¿Nuestros hijos? Verlos nos hace temer el futuro. Sólo que ellos sufran la crisis en profundidad, que la entiendan a fondo para nunca más repetirla nos brinda esperanza, por eso debemos ser pedagogos de la crisis, maestros que marquen el dolor imborrablemente para que ellos sepan que por lo que pasamos nosotros, nosotros y ellos, no debe repetirse nunca más. Sólo así madurarán y serán positivos y constructores.
Ello implica dureza, negaciones, negarles algo de lo poco o mucho que podemos darle materialmente; marcarles el rumbo hacia la realidad, hacia la verdad, hacia lo natural y propio de la especie: La defensa de los críos, de la familia tal cual la conocen desde los abuelos, de esa Patria querible y no aprovechable, construible y no gastable.

Lo que son y serán nuestros hijos también se lo debemos a Duhalde y a nosotros mismos. Creímos o dejamos de creer o nunca creímos pero aguantamos, soportamos, nos acostumbramos. Ahora llegó el tiempo de cambiar.
Entonces… Duhalde está obligado a “llevarse el loco…” porque puede y quiere.

* * *

¿Quién será Presidente? ¿Reutemann, Cobos, Carrió? ¿Quién ganará?
No importa. Como dijo Duhalde en su discurso final eso no importa, importa que vamos hacia un gobierno de unidad nacional y esto es indiscutible porque si no, no habrá que gobernar. Desapareceremos aunque nos quede territorio, bandera, zambas y chacareras. Desapareceremos de la peor manera: Estando, siendo copia o revoltijo, posmodernidad, progresismo y moda. Nada. Existir de tal manera es no ser aunque se esté.

Quien gane, quien venga tiene que reconstruir, comenzar de nuevo sin diferencias, con los kirchneristas a quienes habrá que convertir, con los menemistas, con los radicales, con los socialistas. Que las diferencias queden para el debate y la coyuntura, nunca para las decisiones de importancia.

Anoche en reunión de amigos nos preguntábamos sobre los nombres de quienes gobernarán a partir del 2011 y al final de la noche, de las palabras y del vino concluimos en que no importaba mientas que se reconstruyera. Duhalde, entonces, tiene razón. ¿Está condenado?

E-mail del autor zschez@yahoo.com.ar
06 Dic 09



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