sábado, 14 de agosto de 2010

LOS ERRORES


LOS ERRORES DE LA DIRIGENCIA
POLÍTICA LOS PAGAMOS TODOS

por Elena Valero Narváez
evaleronarvaez@hotmail.com

Del éxito que tengan las fuerzas políticas de la oposición en el Congreso y de su pujanza, depende el rechazo a que los Kirchner o cualquiera de sus acólitos persistan en su intento de regresar al gobierno en el 2011.

Su proyecto es absorber cuanto puedan las funciones de la sociedad civil, acallar las asociaciones voluntarias e intimidar todo centro de poder espontáneo que pueda competir con ellos en su carrera por mantenerse en el poder.

La mayoría de los argentinos desean vivir en un ambiente pacífico y para ello se necesita de la Justicia y de un comportamiento político que no esté reñido ni con la moral ni con la Constitución, que en ella se basa.

Los que hoy manejan el Estado, ofenden al país y a los ciudadanos. Están poniendo en juego las libertades, las posibilidades de desarrollo, la República y el prestigio internacional.

Por eso es difícil entender por qué la oposición no actúa como fuerza, organizada y unida ante semejantes amenazas.

Pocos reaccionan, por ejemplo, ante las humillaciones que se les hace a hombres que sin haber cometido delitos dieron pruebas de defender la libertad contra la tiranía que iba a imponer el terrorismo en la Argentina.

Se ha llegado a tal punto que cualquier ciudadano por haber sido ex funcionario de los gobiernos militares, es raleado de la vida política, hasta por los opositores, por temor a perder votos de la ciudadanía.

Sin embargo, el gobierno actual, ingresó a sus huestes funestos personajes que tienen en su haber un nutrido prontuario terrorista. En vez de mantenerse imparcial se convirtió en el agente y promotor de la crítica hacia todo lo que huela a "militar". Los hombres que dieron su vida para que no cayéramos en manos de criminales idealistas que pretendían imponer el paraíso en la tierra por medio del terror, han sido olvidados, en general, por la gente, la cual, por obra y gracia de la manipulación kirchnerista, adopta la abulia del rebaño ante, incluso, acciones dirigidas a debilitar el sistema republicano.

Se dejaron de lado políticas, que desde 1983, afianzaban la democracia para seguir una línea contraria a la moral cívica y al respeto por las libertades. Es el gobierno el que decide, por medio de todas las artimañas posibles, quién merece recibir, qué, cuanto y cómo, tanto en el área económica como en el área política repartiendo puestos, dádivas, y subvenciones, de acuerdo a sus intereses.

No nos damos cuenta que nuestro silencio cómplice, permite el afianzamiento de gobernantes que desean imponer un gobierno omnipotente y prepotente poniendo en peligro nuestras libertades y el bienestar general.

Ingenuamente, pocos perciben un juego que terminará repartiendo escasez y autoritarismo.
Los ciudadanos comunes, debieran poner el hombro dejando de actuar como si los problemas fueran de otros. Unirse a quienes están haciendo el esfuerzo por cambiar el rumbo kirchnerista y ayudar, con ello, a que no se sigan marchitando las increíbles posibilidades que tiene nuestro país de salir adelante si se promueve por todos los medios posibles la actividad privada.

Esperamos que tanto nuestros legisladores, como también, los futuros candidatos a presidente, estudien nuestra historia. Así podrán sacar provecho de sus lecciones. Es necesario que se involucren en el afianzamiento y mejoramiento de las instituciones, reviertan las políticas kirchneristas y busquen soluciones concretas a los problemas.

Deben luchar en el plano práctico mostrándolas y en el plano ideológico dando a los ciudadanos los elementos necesarios para que puedan juzgar lo que se les ofrece. Así, y solo así, podremos rechazar atractivas promesas populistas que con sus cantos de sirena nos atraen hacia el derrumbe político, económico e institucional.

Un ejemplo de cómo en un mundo globalizado aún se mantienen ideas locas que traban el desarrollo del país lo ofrece una ley para frenar la venta de tierras a extranjeros. Estos señores, aún creen, que mantenerla en manos de argentinos es defender "la soberanía". Tal como se pensaba antes del gobierno de Frondizi con respecto al petróleo.

No saldremos adelante si no respetamos y creamos reaseguros para preservar de su posible violación el futuro de valores siempre escasos, de ahí su inmensa valoración, como son la confianza, la credibilidad, la no violencia, la previsibilidad. Si no se protegen, la acción política puede disminuirlos como indica el ejemplo anteriormente citado.

Hoy el poder de la justicia institucional cumple imperfectamente esa función por eso, más que nunca, la lucha por la libertad y la dignidad debiera limar las diferencias y superar cualquier interés particular.

Elena Valero Narváez. Autora de "El Crepúsculo Argentino" Lumiere, 2006

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