viernes, 5 de noviembre de 2010

CALESITA SIN EJE


EVIDENCIAS


(*) “Evidencias” Es una publicación mensual entregada en propias manos y vía e- mail diariamente cada vez que la realidad se imponga con urgencia. Pretende facilitar elementos de juicio para que cada lector saque sus consecuencias. Difundirá datos, y cifras e informes en forma exclusiva que serán distribuidas entre sus suscriptores.


Editor: Luis Pico Estrada


“La muerte es ese estado en que quedan los demás” dice William Faulkner en “Sonido y la Furia”.

Las lágrimas de hoy pueden ser la mueca del mañana. Son los otros los que dictaminan. Es el juicio final de los vivos. Aún no se han presentado a dar su veredicto. Por ahora es una calesita imprevisible.

Dos nuevas imágenes rozan la modesta mitología criolla: La Viuda Presidente Candidata y Néstor Kirchner, que disparó un último conejo de la galera antes de despedirse. Dejarles su muerte a los demás fue otro de sus trucos mágicos.

La Sucesión se rasca la cabeza. La oposición obligada a abrir una tregua relativa; la oficial, a sustituir los mil recursos y secretos concentrados en quien ya no está.

La señora Presidenta se va sacando el luto público de encima. Es una suerte porque el riesgo del over-acting en asuntos fúnebres está a la vuelta de la esquina. Lo que no se le quitaran son las presiones de su guardia dilecta y propia: la progresía à la mode, --¿incluye la farándula?-, la voz de la izquierda dura –Horacio Verbitsky-, las Madres y Abuelas, los mas o menos jóvenes de su preferencia Timerman, Boudou, Bossio, cristinistas en ragé, en su condición de favoritos de la corte. Dicho en otras palabras: se salvaron. Son genuflexos, una breve legión de soldados de fortuna que dejaron convicciones de lado.



Después queda el peronismo y la guardia vieja K. El ministro De Vido se hizo cargo de emergencia de las tribulaciones de Hugo Moyano y pacificar las olas indisciplinadas del empresariado y sus guiños con los banqueros. Zanini y Parrili para abrir y cerrar puertas. Son hijos putativos de Santa Cruz. Entre los tres conocen a fondo los secretos políticos y los acuerdos dinerarios bajo la mesa. Política y dinero van juntos.

Los locutores de esta muerte buscan su lugar al sol. Felipe Solá se conmueve ante las expresiones populares y hasta preferiría volver al nido; Alberto Fernández difunde su dolor de ya no ser. No son los únicos entre las filas de los federales y los desplazados. Cuanta nostalgia.

El exquisito engranaje del Gobierno K no requiere de viejas piezas; tal vez algunas juveniles para restaurar las pérdidas; no se sustituye a un Jefe como quien cambia de camisa.

A todo esto; ¿que pensará Cristina Fernández de Kirchner? Ella no es una veleta; es una persona. No falta mucho para que se defina: sea por lo que dice su corazón o por las definiciones tumultuosas del peronismo. Ese pueblo inorgánico y sentimental, que se define en la provincia de Buenos Aires con Daniel Scioli y sus intendentes, aquel que se extiende y expresa a través de sus gobernadores en todo el país. Ocurrirán muchas cosas, unas cuantas previsibles y otras accidentales. Suele ocurrir así en la vida real.

Entre tanto la inflación ya muerde a la gente de a pie y la macro economía luce firme. Al menos por cinco meses mientras el mundo económico global da vuelta tras vuelta como calesita sin eje. Más o menos como aquí ocurre con un carrusel político de caballos desorientados.

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