viernes, 5 de noviembre de 2010
EL EFECTO PERVERSO
Hugo Moyano viaja al exterior en busca de
respaldo con sectores reales de poder. La
"Cámpora", no obstante, salió a apoyar-
lo. Cristina se abroquelará dentro de
si misma y no buscará un gobierno
de "unidad nacional". Según pare-
ce, mantendrá el tono agresivo
de su marido e intentará con-
trolar al PJ. Afloran las disi-
dencias y permanece la
confusión política.
Por Carlos Manuel Acuña
Es imposible avanzar con un análisis sobre la difícil situación argentina, sin señalar algo que hemos dicho reiteradamente: los problemas latinoamericanos tienden a repetirse en cada uno de los países adaptados a sus realidades internas, pero identificados en una extraña similitud que apunta hacia un mismo efecto. Los principales son la deflación de las Fuerzas Armadas - algo que será difícil en el Brasil - sumado a la aparición de una nueva forma de conflictos englobados bajo el título único de "Guerra Social". Otras manifestaciones pasan por una novedosa forma de subversión denominada "indigenismo", la promoción del aborto, de la homosexualidad, de las tradiciones, del sentido de pertenencia y otros componentes que sería largo enumerar pero que afectan directamente a los sentimientos nacionales en todas las geografías. Los instrumentos son varios y van desde Amnesty International a la Fundación Ford, el invento de la "cuestión mapuche" fogoneado entrenosotrosdesde las oficinas que están instaladas en Londres y la financiación de George Soros a determinadas organizaciones de "derechos humanos" que son un instrumento del terrorismo.
A este escenario nos referimos con "El efecto perverso" que en el orden interno de la Argentina se asienta en una gran incógnita respecto de la gobernabilidad futura. Por un lado, Cristina Fernández parece dispuesta a afianzar su ideologismo mucho más avanzado que el que ejerció su marido, quien puso el acento de su gestión en el manejo de los negocios y fortalecer progresivamente su poder. Esto último fue lo que apuró su muerte al percatarse que se angostaba aceleradamente su capacidad electoral, factor que se afirmó la noche previa a su último infarto gracias a varias discusiones mantenidas por teléfono con Hugo Moyano, quien le recriminó la ausencia de casi todos los intendentes de la provincia de Buenos Aires a la convocatoria que le fracasó horas antes. Moyano descendió al insulto y a la amenaza, lo que fue demasiado para Néstor Kirchner. De allí que por encima de las declaraciones públicas que hablan de lealtades y entendimientos, las diferencias con Cristina Fernández se hayan ahondado hasta tal punto, que al menos por ahora el secretario general de la CGT, presidente del PJ bonaerense y empresario en distintos rubros- campos, comercio, servicios y sociedades varias - haya decidido modificar paulatinamente su posición con un progresivo y explicable alejamiento de la ideas de izquierda que alienta la presidente de la República.
Prácticamente en silencio, Moyano resovió viajar a Europa para tomar contactos de alto nivel, con sectores importantes de la Iglesia Católica, figuras políticas interesadas en los problemas latinoamericanos y porque no, con representantes de industrias que poseen intereses en la Argentina. En pocas palabras, el camionero salió en busca de apoyo en previsión de un ahondamiento de la crisis interna que afecta a todo el arco político del país y preferentemente al oficialismo que no termina por definir su rumbo, aunque no obstante, la "Cámpora" anunció su identificación con el camionero. Y aquí se produce la gran pregunta: esto último ¿es sincero o se trata de una simple estrategia para demorar un ruptura que traerá mucha cola...?
Ayer, Crisitina, con voz tonante calificó de "loros" a los sectores de la oposición y a la corriente no Kirchnerista del peronismo, por la repetición de críticas que se formulan al gobierno, lo que parece como un anticipo de endurecimiento ideológico y operacional en el escenario que comienza a perfilarse. Posiblemente sea uno de los resultados del secreto intercambio de ideas mantenido con Chávez en Rio Gallegos, donde todo indica - tal como lo comentamos ayer - que el eje Caracas- Buenos Aires se fortalecerá de aquí en adelante, con las implicancias de todo tipo que esto traerá aparejadas. Si le sumamos las reiteradas muestras de afecto con activistas como Hebe de Bonafini, Milagros Sala y las restantes dirigencias de izquierda que actúan en su entorno e influyen en el rumbo de su aparato político - Horacio Verbirsky, Carlos Kunkel, Carlos Zannini, Parrilli y otros capitostes - obtenemos algo más que indicios de lo que se avecina.
Más aún, ayer se cerró la primera parte de un jugoso presupuesto destinado a incentivar los trabajos de importantes encuestadoras que deberán demostrar que Cristina, después de la muerte de su marido, comenzó a trepar en la intención de voto para el 2011 y a demostrar que esto va más allá de las inevitables simpatías con que el ánimo voluble y sentimental de los argentinos toman estas cuestiones de la muerte. La idea es demostrar que se revirtió el porcentaje que bajaba del 20 por ciento de esa intención y que en una inmediata y primera etapa pasó del 30 para crecer hasta el 40 por ciento. De esta manera, al margen de los números más que dudosos y pagos, Cristina espera terciar exitosamente en la interna partidaria, desplazar al fortalecido Daniel Scioli y librar con firmeza la batalla preelectoral que estará amenizada por una adecuada teatralización que podría tener su nacimiento en el acto juvenil previsto para el 10 de diciembre.
Esta actitud presidencial demuestra una decisión a la que sólo le faltaría el nombre de una candidatura a la vicepresidencia, un tema por demás difícil y que depende de varios imponderables y conductas políticas de los posibles elegidos. Lo que decimos es la orientación que en medio de contradicciones - por ejemplo, los favores a Yasky, el perdedor de las elecciones en la CTA - ha resuelto la propia candidata que estaría dispuesta a cambiar su gabinete con algunas bajas cercanas en el tiempo. Uno de los primeros defenestrados sería Héctor Timerman, no por sus ideas sino por su inoperancia que ya produjo varios errores a pesar de la eficiencia que demostró en trasmitir el mensaje que trajo de los Estados Unidos para que no se avance con el tema de Papel Prensa, un asunto que podría estar formalmente resuelto mediante el cómodo camino del olvido pero mantenido pendiente como una amenaza potencial. Ya lo demostró Guillermo Moreno hace unos días al tratar de imponer - pese al carácter minoritario del Estado en la sociedad por acciones - a la firma que auditará el balance del último ejercicio. Lo hizo en medio de improperios irreproducibles y consecuentemente se llegará a la Justicia con las consiguientes demoras.
Por ahora sólo falta que se afirme una figura central que pueda manejar políticamente los planes aún difusos y que ya tiene vallas altas y difíciles. Por un lado y antes de su partida, Moyano tomó contacto con empresarios locales y en especial con los industriales que no pasan por alto los violentos hechos cometidos por sus hijos mediante bloqueos y otras lindezas. En buen romance y habida cuenta que la desaparición de Néstor significa entre otras cosas un cierto grado de distención, será inevitable que surjan esperados gestos de tranquilidad, algo que no es fácil en la Argentina de hoy. En segundo lugar, la Presidente se enfrentará a problemas adicionales como por ejemplo, la enfermedad y desánimo de De Devido que cumple un papel importante con sus relaciones empresariales que por ese asunto de los "loros" han vuelto a percatarse de que la agresividad no ha disminuído. De Vido, apesadumbrado por la muerte de su hijo enfrenta un avance de la diabetes que lo afecta, especialmente en lo que se refiere a su capacidad motriz. Por su trayectoria al lado de los Kirchner, este ministro es depositario de muchos secretos y responsabilidades y deberá esforzarse para que se disimulen agravios como el de ayer. Cristina lo necesita incluso por los contactos políticos que posee y ejerce. Pero la lógica es ajena a los Kirchner y cabe esperar cualquier cosa.
Esto que dejamos dicho, nos obliga a reiterar que no hay a la vista nada que indique que Cristina Fernández saldría a la búsqueda de un gobierno de unidad nacional para superar el estado de crispáción que se registra en la sociedad, sino todo lo contrario. El aislamiento, el encerrarse en si misma, parece ser la pauta de conducta que salta a la vista y que será seguida con más ataques al vicepresidente Julio Cobos con el objeto de seleccionarlo como enemigo principal y, de paso, cerrarle el camino a cualquier reemplazo eventual que no está a la vista.
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