viernes, 11 de febrero de 2011

DOS PROVINCIAS

GENOCIDIO DE WICHIS EN SALTA

Por la mala gestión de Urtubey, la ayuda aumenta pero no sirve.

Ya son seis los muertos en la población Wichi de la provincia de Salta.

Si bien el gobierno de Urtubey-Zottos aumentó la ayuda a esa comunidad de 20 millones de pesos por año a 200, sin embargo, las muertes aumentaron exponencialmente.

El vicegobernador Andrés Zottos, del Partido Renovador, declaró que la ayuda consiste en otorgar tarjetas de compra a los Wichis y que éstos la gastan en celulares o artículos de consumo, declaración similar a la que hizo el senador Ernesto Sanz.

Lo que le valió a este último que los kirchneristas lo acusaran de distintas cosas.

El contraste con San Luis

Mientras Salta tuvo seis muertos por desnutrición en poco más de diez días, en San Luis, una provincia pobre, hay comunidades aborígenes sin ningún desocupado y con un subsidio mensual de 1.300 pesos por mes, con obra social y ART.

El gobernador Alberto Rodríguez Saá se preocupa porque a los pueblos originarios les lleguen bolsones de comida para su alimentación.

Pero en Salta, una provincia rica en petróleo, la gobernación no se preocupa de que los bolsones de comida lleguen a la población de Tartagal.

En San Luis, la desocupación se acerca al 0%, en tanto en Salta es la mayor del país, llegando al 13%, a cuatro años del gobierno Urtubey-Zottos, que recibió importantes ayudas del gobierno nacional.

Hasta se podría decir que es una provincia privilegiada en cuanto remesas del gobierno central se refiere.

Pero lo más curioso es que la fórmula Urtubey-Zottos podría obtener el 50% de los votos en una de las primeras elecciones de gobernación, aventajando a otras dos fórmulas peronistas.

Por lo cual, parece que la desnutrición de los Wichis le importa poco a la sociedad salteña, lo mismo que la desocupación más alta del país.

Una provincia pobre como San Luis está excelentemente administrada, mientras Salta no tiene gestión, quizá por la inexperiencia de los jóvenes que la gobiernan.

Así es que no se cumple -en esta comparación al menos- que la juventud sea sinónimo de buen gobierno.

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