domingo, 6 de febrero de 2011

INCONTINENCIA


LA INCONTINENCIA VERBAL DE LOS FUNCIONARIOS

Cada vez se evidencian más defectos o para decirlo más suavemente, aspectos francamente negativos entre los más entre los altos dirigentes del gobierno. En realidad no solo del gobierno, sino también de líderes de la oposición.
Uno de los tantos es la incontinencia verbal.
Incontinencia es la falta de comedimiento o moderación. En base a esta sencilla definición podemos afirmar que la incontinencia verbal de nuestros funcionarios es la cada vez más frecuente tendencia a hablar más de lo necesario.
No se pretende hacer un estudio psicológico del tema ni mucho menos. Simplemente exponer el perjuicio que puede causar o causa este extendido y común defecto de los políticos en esta era regida por los medios audiovisuales de comunicación de masas.
El caso más reciente de incontinencia verbal lo encontramos en las insólitas declaraciones de nuestro canciller, Héctor Timerman. Primero tratando de justificar y restar importancia a la exclusión de la visita del presidente de EE.UU. a nuestro país en su gira por Latinoamérica tocando Brasil y Chile, mediante argumentaciones lamentables y poco felices y luego al escandaloso ataque al Jefe de la CABA, acusándolo de mandar a efectivos de la Policía Metropolitana a un programa de entrenamiento financiado por los EE.UU. que incluye “cursos de tortura” y “técnicas golpistas”. ¿¿??
N o creo necesario explicitar estos hechos ya que fueron exhaustivamente detallados en los medios.
En el primero de los ejemplos, lo que el canciller consiguió, es tensar aún más las relaciones con el país del Norte y asegurarnos que Obama definitivamente excluya a nuestro país de su agenda, sino que también retrocedamos un paso más en la poca importancia e interés que nuestro país tiene en la consideración de los EE. UU.
En el segundo de los ejemplos, su disparate verborrágico, causó por lo ridículo y patético, el pedido por parte de un partido de la oposición de su renuncia, y por otro lado, aumentar el ya tan alicaído prestigio del gobierno y agredir gratuitamente a los EE.UU. También puso en ridículo a su propio gobierno ya que este también envía personal estatal, a los mismos cursos que el tan irresponsablemente critica.
La incontinencia de Timerman es una característica de su curiosa y acomodaticia personalidad. Desde que asumió el Ministerio de Relaciones Exteriores sus comentarios, declaraciones y expresiones fueron frecuentemente criticadas por lo absurdo, extravagante o infantil.
Sin anestesia, sin clase, sin tacto y sin el menor atisbo del estilo diplomático.
Y en un cargo como el que el desempeña, esta falencia puede causar enormes dificultades, inconvenientes y perjuicios a nuestro país…como ya los está creando. Resulta increíble que este torpe personaje haya sido nuestro embajador en los EE.UU.
Pero el canciller no es el único que adolece incontinencia verbal. Tenemos otras importantes figuras en el gobierno con la misma falencia.
El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernandez, el ministro de Economía, Amado Boudou y el de Interior, Florencio Randazzo son algunos otros ejemplos de funcionarios que, empleando diferentes modalidades y metodologías ante un micrófono, les gusta explayarse largamente, generalmente ensalzando este decadente gobierno, con una alta cuota de adulación y servilismo hacia la presidente y generalmente tergiversando la realidad con falsedades y en ocasiones con escandalosas mentiras.
Pero no podía ser de otra manera, ya que a la cabeza de los incontinentes verbales tenemos a la mismísima presidente de los argentinos. Cristina F. de Kirchner, lamentablemente, es un verdadero y acabado modelo de incontinencia verbal.
Cristina vive hablando. Es una oradora infatigable. Según algunos medios ha pronunciado un promedio de dos discursos por día hábil en el año. Aprovecha toda ocasión que se le presenta. Desde la inauguración de una importante obra pública, hasta la habilitación de un humilde comedor escolar. Desde importantes anuncios de políticas del Estado, hasta anuncios que ni siquiera merecerían ser realizados por un funcionario gubernamental de cuarto nivel.
Cuando habla, se ve que disfruta de lo que dice y que se deja llevar por lo que expresa. Frecuentemente se excede y dispersa en la disertación volviendo reiteradamente a las mismos puntos.

En los largos monólogos se evidencia con absoluta claridad su irresistible compulsión para hablar. Lo hace por largo tiempo y sin parar, casi sin respirar. Se potencia escuchándose a si misma. Da la impresión que no puede poner punto final a su discurso. Cuando parece que va a concluir, vuelve a retomar el discurso desde otro ángulo.

El contenido y calidad de sus discursos es tema de otra nota, que por otra parte fue ampliamente tratada por muchos medios.

¿Por qué esta patología tan negativa? Algunos analistas afirman que es una exagerada exaltación de la propia personalidad, para constituirse como centro de la atención.

En su soberbia se siente por sobre la gente y que todo alrededor está mal, excepto lo que ella propone o hace, o en su demagogia, simplemente quiere quedar bien con el auditorio.
Esta falencia de este lamentable muestrario de dirigentes políticos que rigen los destinos de los argentinos, es una de las explicaciones de nuestra pronunciada declinación como país dentro del concierto de las naciones latinoamericanas.

04-Feb-11 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar

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