Igual al Presunto Enemigo
En el progreso del despotismo la autoridad del en el estado, y asume para sí la administración de todas las ramas de la poder ejecutivo gradualmente absorbe la de todo otro poder recaudación que se destina a los fines públicos.
Adam Smith
La definición anterior resume el proceso político que padece hoy la Argentina desde la llegada al poder del Dr. Néstor Kirshner. Proceso que he denominado “Cuarto Reich”, en el que estamos gobernados por los “montonazis” y donde los nuevos “judíos” son los militares- “torturadores y represores”. O sea, los que ganaron la guerra, hoy han perdido la batalla política, y el país se encuentra hoy bajo la dictadura donde impera la arbitrariedad política sobre el miedo ciudadano. Y en la calle reina la anarquía de los piqueteros de toda índole, que constituyen las nuevas SA.
Todavía hoy los analistas políticos y económicos pretenden analizar la situación argentina en términos de las encuestas y del déficit fiscal. Los primeros, suponiendo que éstos representan la garantía de la democracia, y los segundos evaluando la situación económica en términos de la ortodoxia monetarista, y olvidando que el crecimiento ha sido sólo recuperación. Es por ello que me he permitido denominar al régimen imperante como “Cuarto Reich”. Como se sabe, Adolfo Hitler denominó a su régimen el “Tercer Reich”, continuando a Carlo Magno, el destructor de Bizancio, de acuerdo con Roma (Primer Reich), y a la unificación de Alemania bajo Otto von Bismark, (Segundo Reich).
En Mein Kampf, Hitler había escrito: “Cualquier concesión económica que se le haga hoy a nuestra clase trabajadora, no es proporcional a las ganancias de la nación entera si ellas ayudan a traer a las masas a la nación. Sólo la obstinada miopía, tal como la que es a menudo encontrada en nuestros círculos de empleadores, puede no reconocer que en el largo plazo no puede haber un resurgimiento económico para ellos y consecuentemente ninguna ganancia económica a menos que la solidaridad de nuestro pueblo se restaure”.
Hitler había sido llevado a la cancillería alemana en 1933 por Von Pappen, pensando que era el único que podría restablecer el orden que él mismo había quebrado. Pero como dice William Shirer en su El Ascenso y la Caída del Tercer Reich“: Ninguna clase, grupo o partido
en Alemania podía escapar su parte de responsabilidad por el abandono de la República Democrática. (...) El error cardinal de los opositores al nazismo fue su fracaso en unirse contra él”. Hitler llegó con una minoría de votos, y alcanzó a una mayoría hasta obtener poderes especiales a través de un referéndum en el que logró el 90% de los votos.
Hitler supo llegar al poder a través de la alianza con algunas de las poderosas instituciones del Estado. Los conservadores y las fuerzas armadas lo apoyaron. Y, por supuesto, logró el apoyo empresario en el presupuesto de defenderlos del comunismo, y a los efectos dijo: “La empresa privada no se puede mantener en la era de la democracia.” Y así Lenin dijo que el fascista es un liberal asustado (sic). En ese sentido Martín Lipset hizo la siguiente observación: “La clase media es democrática en la medida que la democracia protege e incrementa sus intereses, pero se convierte al populismo extremista donde quiera que se ve amenazada por una crisis económica.” En 1933 la crisis económica existía en Alemania y podría decir que a la luz de la historia Hitler aplicó la NEP (Nueva Política Económica de Lenin) desde el comienzo de su gobierno.
Antes de seguir adelante vale destacar la definición de Ernst Nolte del fascismo que dice: “El fascismo es el antimarxismo que busca destruir al enemigo mediante el desarrollo de una ideología radicalmente opuesta pero sin embargo relacionada, y el uso de métodos casi idénticos pero típicamente modificados, dentro de un inflexible marco de soberanía y autoridad nacional”. Así, el carácter del fascismo es el antimarxismo, el antiliberalismo, el anticonservadurismo y el principio del liderazgo, y su objetivo el totalitarismo, en tanto que el partido es un ejército. Es indiscutible que a pesar de la supuesta diferencia, hay un principio que une al comunismo con el fascismo y el nazismo: el antiindividualismo. Por eso el lema nazi era: “El interés común primero que el propio”. La dictadura requiere igualmente de un enemigo que justifique la falta de libertad. Para el comunismo, los capitalistas; para el nazismo, los judíos, culpables de todos los males y aún de la derrota en 1914. Aquí insisto, por si no se han dado cuenta, son los militares.
Volviendo entonces a la economía, la realidad de Alemania era el desempleo, el desequilibrio económico, la deuda externa, etc, y por supuesto el bajo nivel de ingreso. El éxito de Hitler en los primeros años, según Shirer, no se debió sólo a sus triunfos en las relaciones internacionales sino a éxitos en la economía. Así el desempleo se
redujo de 6 millones en 1932 a 2 millones en 1936. En el período 1932 – 1937 la economía creció un 102 %, o sea a la tasa del 15% por año.
Al respecto de esta situación, Shirer una vez más señala: “Un observador estaba sorprendido de ver a la gente de este país, que no sentían que estaban intimidados y oprimidos por una dictadura inescrupulosa y brutal. Por el contrario, ellos la apoyaron con un genuino entusiasmo”. Y por supuesto, Hitler consciente del fracaso comunista, como antes dije, logró la colaboración de la clase administradora de las empresas, en lugar de usar a los burócratas de turno, al mismo tiempo que por supuesto hacía la demagogia de siempre con los trabajadores.
En esa forma, tal como señala Paul Johnson en su Modern Times : “Alemania fue el único país industrial que se recobró rápida y completamente de la Gran Depresión. Tal no era tampoco un sistema corporativo, como bien señala Paul Johnson, pues Hitler no estaba dispuesto a compartir el poder con nadie. Tanto Krupp como Siemmens estaban a su disposición, no lo contrario.
Por último, quiero recordar que más allá de Lenin, el nazismo no era antitético al comunismo, sino como bien señala Hannah Arendt, los dos constituyen la esencia misma del totalitarismo. En ese sentido Hayek en su Camino de Servidumbre dedica un capítulo a “Las Raíces Socialistas del nazismo”: “Y la esencia de ambos sería el hacer uso de la moral en función de la política”. O sea, como decía Trasímaco: “Hay que usar la moral ortodoxa a favor de la política, o sea hay que tomar a la gente por el oído para después tomarlos por el cuello” (sic).
Pues bien, todo el recordatorio anterior tiene un solo objetivo, saber si usted encuentra alguna similitud con lo que ocurre hoy en la Argentina. Los actuales gobernantes son una simbiosis de comunistas católicos (montoneros) y de nazis, con el sentido de haber aprendido de Hitler que había que usar la experiencia de Lenin e implementar la “Nueva Economía Política” (NEP). Es decir usar a los empresarios por un tiempo para recuperar la economía, lo que se hizo y se continúa haciendo.
Ahora bien, los elementos de la dictadura están más que claros y mientras ésta se manifiesta en el gobierno de los “montonazis”, en la calle reina la anarquía de las nuevas SA denominadas ahora "piqueteros". El Congreso es un servidor sometido al ejecutivo y así se anulan leyes penales con efecto retroactivo, para los nuevos “judíos”: los militares y dejan incólumes los crímenes de los montoneros y el ERP, a los cuales se les recompensa. Esta aberración constitucional, que viola los más elementales principios del derecho, es avalada por la Corte Suprema, hecha a imagen y semejanza del “Fuhrer”. Al mismo tiempo, tal como ocurrió con Hitler, se le otorgan indefinidamente poderes especiales al Ejecutivo, para resolver una “crisis”, que según ellos mismos ha sido superada por el crecimiento de la economía. Como si fuera poco se modifica la “Ley de la Magistratura”, en términos tales que queda todo el Poder Judicial bajo el poder del Ejecutivo.
Siguiendo esta ortodoxia dictatorial se violan los derechos de propiedad, con los impuestos acuerdos de precios, la prohibición de exportar carne, y la penalización de los que aumentan el precio de la misma. El nacionalismo impera en su peor sentido, y al mismo tiempo que se intenta que vengan inversiones extranjeras, se maltrata públicamente a través de los piquetes a las empresas extranjeras: Shell, YPF, por ejemplo. Al mismo tiempo la sumisión de las provincias la tenía ya asegurada a través del sistema de coparticipación federal.
Por último, el Presidente a su llegada, amén de que le fuera dada una medalla a la libertad a Fidel Castro, dijo que ellos eran los hijos de las Madres de Plaza de Mayo. Los hijos eran los montoneros y el ERP, a confesión de parte relevo de prueba. Como bien dijera el traductor de Mein Kampf, Ralph Manheim, refiriéndose al período nazi: “ Una vez más fue demostrado que no hay un método más efectivo de ocultamiento que la más amplia publicidad...”
José Luis González
Presidente
Centro Educativo de Política Estratégica
Íbero América
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