lunes, 26 de enero de 2009

CIUDADANIAS MERCENARIAS ???


Por Alberto Asseff


Con las leyes de extranjería europeas - basadas en el jus sanguinis - y con los convenios generosos que ha firmado la Argentina cada día son más los dobles ciudadanos. Es decir, compatriotas que dividen sus lealtades y sus pertenencias e identidades.

Cómo se hace para ser buen ciudadano de ambas nacionalidades casi es un enigma porque habría que escrutar al corazón y los sentimientos, un territorio complejo de sondear.

Pero estas notas intentan centrar se en un punto específico: el carácter crecientemente mercenario de la opción por la doble nacionalidad.

Los otros días el jugador de fútbol - creo que revistó en el equipo de Bánfield -Darío Cvitanich fue notificado por las autoridades del balompié croata de que no podría incorporarse al seleccionado de ese país balcánico "porque sólo tiene un bisabuelo croata y la ley exige que sea un abuelo el ascendiente" (para ser admitido como ciudadano).

Pregunto: ¿cuánto será el amor y la identificación de Cvitanich con Croacia? Si tuvo un lejano bisabuelo croata quiere decir que su raíz argentina tiene más de tres cuartos de siglo: ¿es poco tiempo para arraigarse en estas tierras que lo parieron y que cobijaron a sus abuelos y padres?

Es notorio que pretendió ser ciudadano croata por mero y exclusivo interés. De ahí mi atrevimiento a preguntarme si estamos caminando hacia una especie de ciudadanía mercenaria.

Hace 500 años Nicolás Maquiavelo instó a Italia para que se sepulte el ejército mercenario. Fue un avance de la civilización política y de los Estados nacionales. Medio milenio después, hoy, nos enfrentamos con este fenomenal retroceso, encaminados como estamos hacia una suerte de mercado de la ciudadanía. Es que en nombre del progreso muchas veces se marcha hacia atrás.

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