lunes, 19 de enero de 2009

DESDÉN

LA CRIMINALIDAD DEL DESDÉN SOCIAL
(Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse). (20/1/2009)

Cultivo una rosa blanca
en julio, como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca

Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo
cardo ni ortiga cultivo…
cultivo una rosa blanca Jose Julián Martí Perez (José Martí) (1853 - 1895 – Cuba)


Un solo hombre tiene erigidos idénticos monumentos en el parque central de La Habana y en el Central Park de Nueva York : José Martí, político y poeta cubano de cuya obra ni el tirano Fidel, ni su hermano Raúl , ni mucho menos su amiga argentina “la regente” tienen la más mínima noción.

Confunden todos ellos la llamada “revolución cubana” con la larga lucha contra el colonialismo realista español que llevó adelante José Martí, aún residiendo en Estados Unidos.

El mayor señalamiento de su prosa, estuvo destinado al desdén social de los cubanos, a todos los cuales les reprochaba enérgicamente su apatía y su falta de energía en la lucha contra los realistas.
Murió combatiéndolos en 1895, apenas un lustro antes de la independencia.

El desdén y la impavidez social, es casi un genoma argentino.

Como concepto colectivo, no todos estamos en esa misma bolsa, pero hay una enorme masa crítica que hace prevalecer sus cromosomas, empezando por nuestra dirigencia política oficialista, una vulgar cáfila de partisanos.

Cualquier persona, sana de la cabeza, sabe que, lo que hay sobre esta seudo plataforma que han armado en estos cinco años, prefigura un futuro inmediato que es necesariamente peor. ¿ Que se puede esperar de un matrimonio que decide viajar a visitar a los 2 peores enemigos de Estados Unidos, justo el día que asume su nuevo presidente ?

No existe ni una sola razón objetiva para pensar que habrá de ocurrir la menor mejoría en cualquiera de las áreas del país.

Aunque sea un deseo honesto y natural de todos los seres humanos, resulta casi imposible que algo diseñado y sostenido como la más standard de las farsas, termine bien. Lo genético marca el destino.



Todos los gobiernos totalitarios de la historia, dictatoriales o dirigistas, demagógicos o despóticos, aún cuando hayan tenido una genética democrática impecable, siempre buscaron primero, con cierta dosis de viveza, aglutinar a la sociedad detrás de alguna “idea fuerza” común, aunque esta fuese, en sí misma, una evidente propuesta inalcanzable.

Su estrepitosa caída tarda bastante tiempo en ocurrir, por cuanto casi ninguno de ellos comete el error de hacer las cosas al revés, es decir, ocuparse personalmente de fomentar, casi en forma cotidiana, la división social y de producir, cada día, una saturación de mensajes que son abiertamente contradictorios con la lógica más elemental o que están plagados de crispación en su planteo.

A un paso están las elecciones legislativas. El supremo especulador del poder sabe que nadie vota a partidos que propugnan la moral, las buenas costumbres, ni la austeridad, ni la disciplina, ni el trabajo, ni el sacrificio, instrumentos del auténtico bienestar y de la felicidad humana.

El voto… es algo mucho más imbécil, irreflexivo e inconciente.

Se vota “statu quo”, bienestar personal y no se analiza de donde salga este o cuanto pueda durar. Ni se teme su artificialidad, ni se sospecha de su carácter mitológico o temerario.

No le llama la atención a nadie un gobierno que deja ver mil muestras de soberbia en la administración del poder o que propugna cada día, con una mano, la amenaza, y avisa de su propia victimización, con la otra, señales pendulares claras de una irresponsable carencia de rumbo.

A nadie le importa un bledo si en poco tiempo, habrá que atenerse a las consecuencias del gran clima de enfrentamiento social que se ha hecho germinar con la prédica del odio, o si esta gente se pone el país de sombrero, tal como lo hizo con la provincia que administró en los últimos 17 años (incluidos allí, los cinco de control remoto después haberse ido)

La intención de voto del argentino es la viva muestra de una ignorancia y un desdén inefables, cuando no de una irresponsabilidad suicida.

Y parecería esta, una afirmación irreverente con la sociedad, pero hay una prueba irrefutable : los últimos 50 años de calamidad.

Más del 62% de la gente ignora por completo quienes son los ministros o los gobernadores de las provincias.
Mucho peor que eso, la friolera del 68% de la gente no sabe ni siquiera cuantas provincias hay en el país o que rayos es un diputado y que cosas representa.
Pero… como un ciego con un palo… va y vota. Así nacen quienes mandan.

Agradezcamos entonces el milagro infinito de no haber desaparecido de la faz de la tierra. O de estar libres, por ahora, de alguna plaga del siglo 14, de una catástrofe colectiva, de esas que sobrevienen por mera imbecilidad.

La intención de voto argentina, es un extrasístole. Un estornudo pasajero que encima está contaminado por el desdén, por la falta de información y por las conveniencias personalísimas.

Impresiona mucho un panorama con tanta esencia crucial librada al azar o dependiente de la buena suerte.

Impresiona la inescrupulosidad del Gobierno para violar todos los compromisos contraídos con la Constitución y para perfeccionar una gran instigación a que, a todo el mundo, le importe un bledo que se estén profanando una por una, todas las instituciones… en sus narices.

Impresiona que se haya hecho de la improvisación una política de estado, del fraude una práctica vital y de la excusa personal un reaseguro para el olvido de las culpas.

Pero francamente impresiona muchísimo más que todo un pueblo, embrutecido y emplebeyecido, se gratifique y guste de todo eso como el cerdo que se revuelca y se come su propio vómito.

Se puede ver hoy como prolifera, con bastante idiotez, una especie de acostumbramiento a creer que la bonanza que se proclama es la que rige, y que el clima natural debe ser aceptado así, sin analizar ni los sofismas donde dicen que se apoya, ni los menores fundamentos de su posible sostén inmediato.

Se puede adivinar hoy que, cuando el pueblo reaccione, no lo hará por motivos verdaderamente espirituales, por conversión, o por aversión a una democracia putrefacta e inmoral; sino que lo hará buscando un remedio a algún mal que ya se le presente como absolutamente insoportable.

Los ciudadanos pueden tener miedo objetivamente, o estar hartos.
Pero parece que se sobresaltan sólo cuando les ha tocado padecer cada cosa en forma individual.
Sólo cuando sus problemas no se pueden solucionar con la demagogia del gobierno o con sus dádivas.

Sólo al cabo de algún tiempo que se ha dejado transcurrir alegremente. Sólo cuando se han ido muriendo, de a uno, los bienpensantes de la burguesía, los rabiosos e impenitentes, los demócratas y los honestos.

Sólo cuando generaciones enteras de jóvenes, entre los que puedan estar sus propios hijos, sean unos perfectos marginales.

La monumental inutilidad de este gobierno forma parte de una lógica de teatralización de la política ante su total impotencia.
Un ejercicio falsario y rampante de la enfatización de los símbolos, por encima y a gran distancia de las realidades que los sustentan.

Cuando la política se aleja tanto de la realidad concreta de las personas y de las cosas, ocurre como en las películas : Nos sorprende la perversión y el mal que viajaba en los personajes que nos mandaban.

Los teóricos de la política como simulacro, tienen siempre un terreno fácil. Es el simulacro del Estado que no se tiene y de la "plenitud nacional" - para decirlo en argot nacionalista - de la que no se dispone.

Vendiendo fantasías, como lo hace a diario “la regente”, diciendo que este es un país donde se puede invertir y ganar dinero, después de que el país ha estafado a miles de que no aceptaron entrar al canje, de haber agregado a esa estafa el robo implícito en la mentira del INDEC y después de haber centrifugado o avasallado a varias empresas empezando por Aguas Argentinas y terminando por Aerolíneas.

Cualquier sátrapa político, con el cromosoma del mal, encaramado en el mando de un gobierno populista, que controla los grandes poderes del Estado… y que cuenta además con la infinita complacencia de los sectores políticos, mutados y advenedizos, podrá lograr todo lo que se le antoje.

Pero sólo mientras dure este criminal desdén y esta impavidez social.

Lic Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar

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