miércoles, 21 de enero de 2009

LA DESUBIKADA

Río Negro - 21-Ene-09 - Opinión
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Editorial
La presidenta desubicada

Nadie puede dudar de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner entiende muy bien la importancia que revisten las impresiones subjetivas en los tiempos mediáticos que corren, de suerte que se supone que es plenamente consciente de que los miembros del nuevo gobierno de Estados Unidos tomarán por un mensaje apenas cifrado su decisión de estar en Cuba justo cuando se inauguraba la gestión del presidente Barack Obama. Aun cuando se atribuya la coincidencia a una lipotimia inoportuna que la obligó a postergar el viaje por algunos días, el que Cristina haya elegido celebrar la ocasión acompañando a Raúl Castro y de este modo subrayando su solidaridad con una dictadura comunista que es notoria por su desprecio por los derechos humanos, tendrá forzosamente que incidir en la relación bilateral. Por cierto, a los demócratas que acaban de desplazar en Washington a los republicanos del ahora ex presidente George W. Bush, les será difícil no interpretar la presencia de Cristina en Cuba por una señal de que, en la lucha por influir en la futura evolución política de América Latina, el gobierno argentino se siente mucho más próximo al polo declaradamente antinorteamericano, liderado actualmente por el venezolano Hugo Chávez, que al más moderado representado por mandatarios como el brasileño Luiz Inácio "Lula" da Silva, la chilena Michelle Bachelet y el uruguayo Tabaré Vázquez.

El triunfo electoral de Obama brindó a la presidenta una oportunidad inmejorable para reparar los perjuicios provocados por su marido al arreglárselas para insultar a Bush cuando estaba de visita en nuestro país permitiendo que Chávez y sus admiradores izquierdistas organizaran actos "de repudio" con el único propósito de cubrirlo de agravios, además de procurar humillarlo en el discurso de apertura de la Cumbre de las Américas. Sin embargo, por motivos que no son muy claros, Cristina parece resuelta a dejar saber que el enfrentamiento no es con Bush, sino con Estados Unidos. Aunque los diplomáticos intenten minimizar el significado de la aproximación de nuestra presidenta al régimen cubano y de su "amistad" repetidamente renovada con Chávez, los funcionarios del gobierno de Obama ya habrán llegado a la conclusión de que la Argentina es un país errátil gobernado por una pareja habituada a ver todo cuanto sucede a través de un prisma ideológico sui géneris. Ya antes de la llegada de Obama a la presidencia, Chávez se puso a denigrarlo con su vehemencia habitual: tal vez Cristina no se haya propuesto dar a entender que comparte su actitud, pero sería comprensible que los norteamericanos creyeran lo contrario.

Mientras soplaba con fuerza el "viento de cola" supuesto por el aumento notable del valor de los productos que exportamos, el gobierno kirchnerista imaginó que podría darse el lujo de despreocuparse por nimiedades como las relaciones exteriores. Por desgracia, la etapa así supuesta ya pertenece al pasado. Todos los países emergentes enfrentan problemas económicos muy graves -en el lapso de un mes, en Brasil se eliminaron 655.000 puestos de trabajo- y la Argentina dista de constituir una excepción. Pero aunque por razones evidentes nos convendría vernos incluidos entre los "países serios" que merecen ser ayudados si por causas que les son ajenas necesitan el apoyo de instituciones internacionales como el FMI, en las que la influencia de Estados Unidos es decisiva, la presidenta Cristina y su marido parecen resueltos a asegurar que la Argentina siga siendo considerada un país díscolo e imprevisible. Así las cosas, no es del todo sorprendente que a juicio de quienes tratan de calcular los riesgos frente a los distintos países, la Argentina sea uno de los más vulnerables, razón por la que aún antes de cobrar fuerza la crisis financiera internacional nos era virtualmente imposible conseguir créditos a tasas de interés accesibles. A menos que nos reconciliemos pronto con "el mundo", comenzando con el gobierno de Obama, tendremos que enfrentar un período acaso prolongado de turbulencia económica sin que nadie -ni siquiera Chávez porque la caída del precio del crudo lo ha privado de "la caja" que usaba para solventar sus actividades proselitistas regionales-, esté preparado para levantar un dedo para auxiliarnos

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