NotiAR - 02-Ene-09 - Opinión
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La crisis de una libertad arrebatada
por Carlos Berro Madero
"Una sociedad libre, desata las energías y capacidades de las personas en busca de sus propios objetivos. Esto impide que algunas de ellas puedan aplastar arbitrariamente a otras, aunque no evita que estas personas obtengan posiciones privilegiadas. En tanto perdure la libertad, ésta NO DEJA QUE LAS MISMAS SE INSTITUCIONALICEN y dichos individuos están obligados a recibir continuos desafíos de otros, también capaces y ambiciosos como ellos. LIBERTAD SIGNIFICA DIVERSIDAD, PERO TAMBIÉN MOVILIDAD. Conserva la posibilidad que los desgraciados de hoy sean los privilegiados de mañana, y en el curso del proceso, capacita a casi todos de arriba abajo para llevar una vida más plena y más rica."
Milton Friedman
Cuando se habla de libertad, se alude simultáneamente al marco que crean las leyes establecidas por consenso en una república. La libertad que está tutelada por ellas, se dice, destierra la posibilidad de que sea abortada.
Pero hay algo nuevo que fue provocado por la expansión explosiva de la industria y el comercio mundial en los últimos años.
Ésta le permitió a distintas corporaciones sindicales, financieras y empresarias -llamadas eufemísticamente "instituciones de tercer grado"-, una gran oportunidad para ir en busca de prisioneros para sus conquistas sectoriales, favorecidos por leyes que debieran existir en realidad para restringirlas y no alentarlas unilateralmente, -como es lo que ha ocurrido-, bajo el pretexto de "dinamizar la sociedad".
Su creciente poder "corporativo" les permitió presionar mediante el uso de influencias políticas obtenidas "entre gallos y medias noches", para que, a través de diversos mecanismos de excepción, se favorecieran sus privilegios en forma discriminatoria aunque "legal".
Este sistema tendió a conceder un poder inadecuado a pequeños grupos muy concentrados, poniendo en marcha procesos que sacrificaron finalmente los intereses generales de la comunidad para servir a los suyos propios.
El verdadero sentido de la libertad, el que debiera "desatar las energías y capacidades de las personas en un régimen de libertad" como dice Friedman, sucumbió así bajo una dictadura de estructuras que intensificaron sus exigencias, y cuyo poder terminó finalmente en manos de quienes las emplearon para sus intereses personales.
La burbuja de los créditos hipotecarios es una de las tantas consecuencias de lo que aquí estamos exponiendo. Y ha sido quizá el golpe de gracia que acaba de tumbar esta tendencia generalizada y maligna.
Sus creadores desarrollaron el nacimiento de organizaciones comerciales y financieras que, según sus dichos, propenderían al progreso general de todos aquellos que terminaran beneficiándose con el crédito "accesible", motorizando el desarrollo.
Éste fue el curioso concepto de beneficio para una mayor movilidad y competitividad que se puso en funcionamiento bajo el tutelaje "creativo" de Bancos e instituciones financieras privadas del mundo entero.
Finalmente, y luego de un largo camino de experiencias "virtuales", la pretendida movilidad "igualitaria" terminó sucumbiendo por el afán de lucro desmedido de quienes condujeron un proceso que terminó por explotar sin que sus objetivos hubieran sido cumplidos.
Quien más, quien menos, vio nacer así la ruina de sus esperanzas de una auténtica mejora económica y social. El mundo a partir de ahora, deberá "barajar y dar de nuevo". Las frustradas pretensiones de propiciar dicha supuesta igualdad, han dado nacimiento paradojalmente a una sociedad donde primará el "sálvese quien pueda" por largo tiempo.
El concepto de libertad en los términos del pensamiento de Friedman, quedó completamente desnaturalizado.
Por otro lado, la mayoría de los que hoy se quejan amargamente acusando a los creadores de este sistema, no deberían olvidar que ellos también se beneficiaron por las crecientes transacciones fantasmas, sin indagar demasiado sobre el origen y fuente de sostenimiento de las mismas, cerrando los ojos y montándose sobre las nuevas "oportunidades".
El mundo comenzó a vivir una locura inflacionaria de activos y capitalizaciones oscuras sostenidas por ramificaciones técnicas de una endeblez fenomenal, que acabó estallando hace pocos meses en mil pedazos.
Pongamos ahora estos pensamientos en el contexto de nuestro país.
Muchos argentinos que hoy denuestan a los Kirchner, se montaron también ellos sobre la falacia de un mismo estilo arbitrario para organizar a la sociedad, sostenido por características semejantes a las que hemos descripto: planes concentrados en pocas manos, basados en emprendimientos subsidiados sin control que "derramarían" sus beneficios sobre todos.
Vivimos durante los últimos cinco años, una burbuja emergente de la "gran burbuja" que aceitó estos mecanismos: el precio mundial exorbitante de los commodities.
El gobierno de los Kirchner y los "oportunistas" vernáculos que se asociaron con ellos, pretendieron que creyésemos -muchos lo creyeron-, que nuestras materias primas nos convertirían en los nuevos árbitros del comercio mundial.
Que la historia no nos había dado nunca antes la oportunidad de tener un gobierno que velara con tanta sabiduría por el progreso "igualitario" para todos, a partir de estas circunstancias expresadas precedentemente.
Que para ello sería necesario acentuar los controles y la discrecionalidad, según se tratara la índole de los negocios. Es decir, reglamentar la libertad de acuerdo con la determinación de ciertas "preferencias anticipadas", que permitirían con su "diversificación centralizada" alcanzar resultados que propendieran al bienestar general eliminando de tal manera la pobreza y la postración que había provocado, en nuestro caso, la crisis de 2001.
Quien más, quien menos, nuevamente, vio que el dinero entraba en su bolsillo con relativa holgura, y cerró los ojos ante este desfachatado "montaje" conceptual, sin detenerse a analizar sus fundamentos.
Nuestra libertad fue desapareciendo paulatinamente en las manos de un nuevo movimiento político que recibió un nombre revolucionario y romántico -Frente para la Victoria-, que acentuó su autoritarismo "para el beneficio de todos". Las arcas llenas por acontecimientos meramente fortuitos, confundieron a la sociedad y permitieron que tuviéramos un falso período de bonanza que acalló las críticas. Fue un período en el que se aceptó mansamente al mismo tiempo, el crecimiento de un dirigismo "favorecedor" muy corrupto.
Pequeños grupos sindicales, políticos y empresarios favorecidos por regulaciones específicas arbitrarias dispuestas por el poder, sostuvieron con su participación activa este estado de cosas. Las ya mencionadas corporaciones "de tercer grado", se apoderaron de muchos instrumentos legales bajo presión, con el auspicio y respaldo del gobierno.
Muy pocos se atrevieron a criticar esta utopía de base esencialmente corrupta, tratando de advertir sobre el riesgo que implicaba abandonar la libertad y el imperio del derecho como esencia de una verdadera democracia republicana.
Lamentablemente, quienes trataron de soslayar la realidad con su ambición sin límite alguno, olvidaron -como ya hemos sostenido en otras oportunidades-, que la naturaleza de las cosas que ocurren en este mundo tiene un orden espontáneo, y quien intenta perturbarlo sufre en carne propia, tarde o temprano, las consecuencias de su osadía.
Y a pesar de que pretendieron convencernos que estaríamos lejos del epicentro de la crisis, hemos comenzado a sentir la recesión que se avecina -con todas sus implicancias colaterales-, que constituirá el castigo que nos merecemos por nuestra ceguera y egoísmo personal.
Todo lo demás son palabreríos que tratan de encubrir un estúpido deseo de contradecir las evidencias de la verdad, que nos hará pasar por duros enfrentamientos políticos y sociales: quienes se apoderaron de los nuevos privilegios, no darán su brazo a torcer de la noche a la mañana.
"El tiempo, que ni vuelve, ni tropieza" (Góngora), ha hecho oír su voz y nos muestra su presencia inapelable.
carlosberro@arnet.com.ar
Gentileza en exclusiva para NOTIAR
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