domingo, 11 de enero de 2009

LOLE DESNUDANDO

- Reutemann desnudó a todos
Por Eugenio Paillet
www.notiar.com.ar


Dicen y repiten, en los pasillos del poder, que Néstor Kirchner celebró secretamente el pomposo lanzamiento televisivo de Carlos Reutemann para su probable candidatura presidencial en 2011. Pero mutó esa satisfacción por enojo y rencor, cuando entendió, y escuchó a uno de sus operadores políticos estrella decir que una postulación del ex piloto (pero, antes que eso, una eventual victoria en la dura provincia de Santa Fe ante el socialismo de Hermes Binner, en las elecciones parlamentarias de octubre) lo convertiría, sin escalas, en el siguiente hombre fuerte del peronismo kirchnerista o disidente, en ese tránsito entre octubre de 2009 y las presidenciales que se celebrarán dos años después. El entusiasmo inicial de Kirchner se entiende por lo que cuentan en sus cercanías: un argumento que se ha ido haciendo carne en los kirchneristas puros y de los otros, que empiezan a asumir como certeza que no habrá nuevo turno en 2011 para el ex presidente ni para su esposa. En esa construcción, Reutemann encaja a la perfección en la idea de conseguir lo que llaman un "aterrizaje suave" del matrimonio santacruceño. El ex gobernador supondría, para abundar, un paso no traumático del kirchnerismo a un peronismo más de centro, y la garantía de un retorno sin querellas al llano de Néstor y Cristina. Grueso error de cálculo, podría presumirse. O simples fantasías del hombre que, hasta antes de la estrepitosa derrota con el campo, descontaba que nada ni nadie podría frenar la estrategia de la "sucesión eterna" que habrían tramado, alguna vez, en la lejana Río Gallegos, entre él y su esposa.
Aquel operador político por excelencia, de quien Kirchner a veces no sabe si le juega a favor o en contra, por las malas noticias y los peores augurios que suele desgranarle de a ratos, advirtió que las cosas serían así de simples si el gobierno se lanzaba de lleno ahora mismo a alentar esa candidatura de Reutemann. Sería como echar por la borda aquella misma premisa que Kirchner enarboló cuando, con cálculo frío, decidió que no haría uso de la reelección que tenía servida en 2007; justamente, porque dijo que él no sería un presidente "pato rengo" al más puro estilo norteamericano, por el esperado desgaste que sufriría en el segundo tramo de su gestión final. ¿Por qué no sospechar ahora que a Cristina podría pasarle lo mismo si, por caso, el santafesino se presenta y triunfa en octubre, y después se lanza de lleno a la candidatura presidencial de 2011?

Kirchner terminó fastidiado con Reutemann porque, finalmente, escuchó en sus cercanías que, si hay atributos que la ciudadanía adjudica al santafesino y lo convierten hoy, dentro del peronismo, en el hombre más ponderado y de mejor futuro político, son los de un dirigente atípico para la lamentable media normal de la Argentina, pero, además, moderado, austero, previsible y honesto. Suficiente para amargarle el desayuno a más de un kirchnerista puro que reclama volver a las fuentes que los encumbró en la cima y en la consideración popular, hace apenas cuatro años.

Lo cierto es que Reutemann logró, con su lanzamiento de hace una semana, generar todo el revuelo político que seguramente quiso provocar. No se puede aducir inocencia en sus movimientos. Nada es casual en la política y aquellas palabras suyas no fueron dichas en rueda informal de amigos en su campo de Llambí Campbell, sino en un programa de televisión con repercusión provincial y nacional asegurada. Reutemann no es un novato como para no mensurar la importancia que tendría el hecho de aceptar que ahora podría presentarse como candidato.

El ex piloto quizá de lo que se sorprendió fue de lo obvio: su salida tan mediática a la palestra, y su convencimiento de que ahora sí puede entrever las luces de una candidatura presidencial, terminó por desnudar a todos dentro del peronismo, empezando por Néstor Kirchner, y hasta en los alrededores del partido y de esa franja interna conocida como el Frente Para la Victoria.

Kirchner, más allá de aquellos sentimientos encontrados cuando repasó los pro y contra de apoyar a Reutemann, igual mandó a su tropa a enarbolar un discurso positivo hacia esa eventual postulación. No fue menor que se anotaran Sergio Massa y Aníbal Fernández, verdaderos capos a la hora de exaltar o tumbar figuras a través de los medios, según las órdenes que reciben desde más arriba, para entregar elogios. El propio Kirchner, en Florencio Varela, lo calificó de "buen compañero", lo que no es poco, viniendo de un hombre que construyó su poder a golpe de palo y lengua filosa ante quien pudiera interponerse en su camino. Daniel Scioli, que desde adentro del oficialismo sería el gran perjudicado por el lanzamiento de Reutemann, ya que obturaría su propia carrera como piloto de aquel "aterrizaje suave" del matrimonio de Olivos que imagina para 2011, mandó laudos y beneplácitos.

Del otro cordón del peronismo, Felipe Solá hizo y dijo lo que podía esperarse, frente a la incipiente candidatura: despotricó contra un supuesto entendimiento entre Kirchner y Reutemann y reclamó al santafesino que, antes de lanzarse al ruedo, definiera si lo haría con la camiseta de la Casa Rosada o desde un peronismo opositor. Una chicana esperable del bonaerense, que ha ido modelando su figura y su futuro en estos tiempos, precisamente, a partir de considerarse (o pretender que la sociedad lo considere) como la salida no kirchnerista en 2011.

"Chiche" Duhalde fue otra de las protagonistas de esta saga, desde una posición, también, casi cantada. Dudó de las cualidades de gestión del santafesino; simplemente, porque sabe que una eventual candidatura de Reutemann, si algo no tendrá en sus bases, es el apoyo de la corriente que lidera su esposo y ex presidente de la transición. El propio Reutemann se encargó de aclararlo en un mensaje con varios destinatarios con nombre y apellido, cuando reclamó que no lo encasillen con perfiles ajenos: "No soy menemista ni duhaldista ni kirchnerista; tengo perfil propio", avisó.

Descartado el menemismo, por arcaico y obsoleto, podría entenderse entonces que, si efectivamente avanza con su candidatura, Reutemann ha definido desde el vamos que no será pista de aterrizaje de los Kirchner ni plataforma de relanzamiento de Duhalde.

Queda claro, por otra parte, que si algo ha logrado esa jugada del ex piloto de Fórmula Uno ha sido agigantar la condición de absolutamente clave que cabe a las elecciones parlamentarias de octubre venidero. No se trata ya de lo sabido, que es el hecho de suponer que un triunfo de Kirchner lo mantendría con sus aspiraciones de perpetuación intactas, del mismo modo que una derrota o, por caso, la pérdida de la cómoda mayoría en la Cámara de Diputados supondría el principio del fin del reinado patagónico en la escena nacional.

El resultado de esas elecciones de medio tiempo dejará en claro quiénes emergerán de las urnas con condiciones de presidenciables y quiénes quedarán en el camino. Lo ha dicho el propio Reutemann: "El resultado de octubre va a definir muchas cosas, pero, por sobre todo, quiénes serán los que podrán aspirar a una candidatura y quiénes no".

O, como bien dijo Duhalde: "Octubre de 2008 es a la política lo que las pruebas de clasificación a la F1: ahí se sabe quién larga y quién se queda en los boxes. Para ganar, primero hay que clasificar".

Al margen de esos enjuagues, el ex presidente se ha sentado, en los últimos días, a mirar un panorama electoral de cara a octubre que le trazaron sus colaboradores. Y lo que vio, de ser absolutamente fieles las confidencias obtenidas, no le gustó. Dicen esos números y análisis que el kirchnerismo tendrá enormes dificultades para triunfar en Santa Fe, justamente por las razones apuntadas de un socialismo fuerte, al amparo de la figura de Binner. Puede no alcanzar, incluso, la candidatura de Reutemann, que el ex piloto, por lo demás, ni siquiera tiene decidida, porque si algo no puede admitir para mantener intactas sus aspiraciones presidenciales es perder en su territorio.

Algunos kirchneristas puros que participaron de esos encuentros en Olivos se entusiasman hasta con una derrota por poco del ex piloto a manos de Binner. Tendría consecuencias para Reutemann, pero ayudaría para disfrazar, en el conteo nacional, una derrota de presunta victoria. El panorama es igualmente desolador en Córdoba, donde Kirchner no le encuentra la vuelta entre bendecir a uno o a más candidatos.

En Mendoza, sólo un vuelco fundamental en la gestión de un gobernador gris como Celso Jaque podría evitar que Julio Cobos haga pata ancha en su tierra, con candidatos propios de su naciente Confederación Federal. Una derrota por cifras contundentes en la Capital Federal es, a estas alturas, un dato considerado irreversible hasta por los más recalcitrantes habitantes de las carpas patagónicas. Y hay pronósticos reservados para los resultados en Entre Ríos, Corrientes y Catamarca.

La madre de todas las batallas sigue siendo la provincia de Buenos Aires. Todas aquellas elucubraciones y punteos sobre el resto del mapa electoral del país se caerían como castillo de naipes si el kirchnerismo no logra una victoria por cifras contundentes en el primer distrito electoral argentino. Kirchner sabe que, en épocas de vacas flacas, como las que corren, su suerte está echada a lo que ocurra en territorio bonaerense.

Por eso, en Olivos y en la Casa Rosada, no dan nada por sentado ni por cerrado. Desde relanzar la candidatura del propio Kirchner, hasta obligar a Sergio Massa, que persiste en su negativa y en su amenaza de volverse a Tigre, a asumir esa responsabilidad. Hay quienes desmienten al jefe de gabinete y aseguran que ahora ha empezado a coquetear con la posibilidad a futuro que le daría un triunfo suyo en la Provincia, en las legislativas de octubre. ¿Otro dirigente que sueña con calzarse el traje de sucesor de los Kirchner en 2011? Suena a cienciaficción o, directamente, a disparate. Pero de eso se cuchichea en los pasillos del poder.

También se escucha decir que la mansedumbre con la que la tropa de "gurkas" del kirchnerismo tomó la candidatura eventual de Reutemann, y para ejemplo basta Luis D'Elía, tiene que ver con una bajada de línea desde lo más alto, que acepta que hay que prepararse para una inexorable vuelta al llano, dentro de un par de años.

Fuente: La Nueva Provincia (Bahía Blanca)

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