De eso no se habla...
La Presidenta no desconoce, porque es una mujer inteligente y preparada y porque ha hecho del tema de los Derechos Humanos un leit motiv de su discurso y de su imagen, que las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba son flagrantes, continuadas y que enlutan a nuestra América latina.
Por Gaby Sarduy*
Ante el anuncio de la visita presidencial a la Isla de Cuba se desató en algunos medios argentinos -sin duda los más serios y los que más honor hacen a la noble tarea periodística- un debate acerca de si la Presidenta de la Nación debía viajar a la última dictadura militar que aun sobrevive en América y sobre todo acerca de si debía, en caso de viajar, acceder a recibir a las organizaciones de derechos humanos de la disidencia y los grupos de la oposición pacífica cubana.
Veníamos de una semana de encendida mística revolucionaria. Se había conmemorado el aniversario de la revolución Cubana mucho más que la Navidad (que, dicho sea de paso, en Cuba estuvo prohibida por casi 30 años, desde 1969 hasta la visita de Juan Pablo II en 1998).
Para quienes tenemos alguna relación con las víctimas de la dictadura cubana que ya lleva 50 años en el poder son momentos difíciles e incómodos: debemos levantar la voz en una sociedad enamorada de la "mano dura" que está acostumbrada a venerar "figuras fuertes" y confrontar con una importante cantidad de gente que viviendo en y con todas las ventajas de una sociedad libre se empeña en sostener que aquella Isla es el paraíso en la tierra donde todos los sueños de su juventud de igualdad, derechos humanos y justicia social, se han cumplido, eso sí resignando ese pequeño detalle de la "libertad".
La dictadura ha realizado como siempre una importante inversión en propaganda, invitando a periodistas, artistas, figuras, a pasar una semana en la Isla del "encanto" viviendo por supuesto como invitados de honor del poder. Gracias a estos oficios de la oficina de prensa de los Castro y su pandilla hemos tenido la posibilidad durante los primeros días de este año de escuchar diariamente a periodistas que desde Cuba se declararon totalmente conformes con sus sueños juveniles acerca de la revolución y encontramos permanentemente en discursos y textos el familiar apelativo de "Fidel" y "Raúl" para con los tiranos, nunca se refieren por supuesto al régimen, a los dictadores...eso no... El colmo del delirio fueron las declaraciones de un cómico neo lingüista acomodado a defender lo indefendible, justificando la paupérrima realidad del cubano de hoy, víctima del experimento social más fracasado que aún sobrevive en América, echándole la culpa al inexistente "bloqueo norteamericano", desinformando al ciudadano común que desconoce que Cuba puede y de hecho comercia con todos los países del mundo y en materia de medicina y alimentos lo hace hasta con los propios Estados Unidos de Norteamérica.
Con cierta ilusión esperé que algún productor periodístico acercase a los locutores, por ejemplo, las cifras de los prisioneros políticos cubanos reconocidos por los organismos internacionales de DDHH como Amnistía Internacional o Human Rights Watch que hoy son más de 300.
Sin perder la esperanza aguardé que aflorasen a la realidad las escalofriantes cifras que retratan el verdadero rostro de la revolución cubana: 9000 fusilamientos, 100.000 desaparecidos en el mar al huir del paraíso (siguen saliendo balsas diariamente), más de 2.000.000 de exiliados, 200.000 personas que pasaron por el presidio político durante estos 50 años, condenas de hasta 25 y 30 años por leyes basadas en las infames doctrinas de la Seguridad Nacional como la "Ley mordaza" - Decreto 88- que condena a periodistas y activistas de DDHH que no han disparado un tiro, ni puesto una bomba, ni secuestrado, ni herido, ni matado, que solo han escrito o repartido literatura entre sus conciudadanos o han concedido entrevistas radiales, a pasar el resto de sus vidas en cárceles que incumplen todas las convenciones internacionales acerca del tratamiento de los prisioneros.
Nada...nada de eso... excepto en el caso de algunas honrosas excepciones que no quiero nombrar por temor a ser injusta con alguien que pude no haber escuchado. Sí, algunos pocos medios escritos y radiales se atrevieron ante el anuncio del viaje de la Presidenta a entrevistar a algunos miembros de la oposición y permitirles exponer su cruda realidad: que no pueden constituir asociaciones ni Ong´s de ningún tipo, que tienen limitado el derecho de reunión, que los arrestan arbitrariamente con figuras delictivas tan aberrantes como las de "peligrosidad pre delictiva" sí... ¡que los arrestan por las dudas! En fin, que tienen actos de repudio frente a las puertas de sus casas organizados por los Comités de Defensa de la Revolución donde les gritan a ellos y sus familiares, aún a los propios niños: "¡ABAJO LOS DE LOS DERECHOS HUMANOS!" sí, leyó bien: " ¡ABAJO LOS DE LOS DERECHOS HUMANOS!”...
Pues para allá se fue la Presidenta y de recibirlos, nada.
Desde que el tema de los DDHH se comenzó a instalar en los medios la cosa se puso incómoda. La Presidenta se enfermó y cuando reapareció, como por arte de magia, ya nadie hablaba más del viaje. Pero la Presidenta viajó y hasta se logró que la pobre Dra. Molina diga que ella ya no quería una entrevista con la Presidenta, porque el tema de los Derechos Humanos le quema en las manos.
La Dra. Fernández de Kirchner sabe bien que la situación de los Derechos Humanos en Cuba incluye pero no se reduce a la situación de la Dra. Hilda Molina (que ojalá ella pueda resolver). La Presidenta no desconoce, porque es una mujer inteligente y preparada y porque ha hecho del tema de los Derechos Humanos un leit motiv de su discurso y de su imagen, que las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba son flagrantes, continuadas y que enlutan a nuestra América latina.
La Presidenta no desconoce cuántas gestiones se realizan desde Europa para abogar por la situación de los periodistas y disidentes presos en las cárceles cubanas, no desconoce que la disidencia, los luchadores por los derechos humanos como las Damas de Blanco, el Movimiento Cristiano de Liberación, la Agenda para la Transición, la Corriente Agramontista de Abogados Independientes y tantas otras, logran acceder a la información y a las comunicaciones gracias a que muchos países democráticos que tienen embajadas en Cuba los apoyan, los invitan a sus recepciones, les permiten acceder a Internet desde las embajadas, en suma, al recibirlos los ayudan a preservar sus vidas y ayudan a la Isla de Cuba en este arduo y doloroso alumbramiento de la democracia que está luchando en brazos de estos valientes para hacerse un lugar en ese país hermano.
Yo guardaba en mi corazón una atisbo de esperanza: que la Presidenta, más allá de sus sueños juveniles, más allá de sus simpatías ideológicas priorizase el tema de los Derechos Humanos, lo mantuviese en su agenda como una condición en su visita y que no se dejase imponer ella la condición de no recibir a las fuerzas democráticas de la Isla. Yo esperé de la primera mandataria, que engrandeciese nuestra historia y que en su condición de mujer y de militante de los derechos civiles, ante este gran silencio que reina en América latina sobre el tema Derechos Humanos en Cuba, colocase a la Argentina como líder de un movimiento de solidaridad con la sociedad civil cubana que desde hace 50 años vive bajo las botas de una casta militar que se niega a permitir el establecimiento de una sociedad libre y pluripartidista que, con todos sus defectos y virtudes, es la que Cuba tiene derecho a establecer y que a nosotros también nos costó mucho recuperar.
* Editora de LiberPress
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