miércoles, 2 de febrero de 2011
HEIDI
En el país de Heidi
Por Omar López Mato
Quizás usted aún no se ha percatado del detalle, pera cada vez nos parecemos más a Suiza. ¡¿Qué digo?! Estamos mejor que en Suiza. En breve deambularemos por las calles de Buenos Aires vestidos de tiroleses, con graciosos sombreritos, bailando al son del acordeón, mientras la trompa se deja escuchar en lontananza.
Si señores, bienvenidos a la Nueva Helvecia de Sudamérica, porque si pagamos los mismos impuestos que en Suiza, es lógico que tengamos las mismas comodidades que en el país de Guillermo Tell ¿No le parece?.
Resulta que en la Argentina K los impuestos han llegado al 32 % del PBI, mientras que los suizos sólo pagan el 30.3 % del PBI. Es decir que deberíamos estar mejor que en Suiza. ¿Usted no lo notó?
Desde el año 2000 a la fecha la presión tributaria ha subido en estas Pampas un 40 %. En ese año pagábamos el 22.4 % del PBI.
Estos 10 puntos han crecido por impuestos circunstanciales que se han hecho perdurables en el tiempo (¿se acuerda? En el 1932 se dijo que por única vez íbamos a pagar el impuesto a las ganancias ¡ja ja!) bueno ahora le toca el turno al famoso impuesto al cheque y las tristemente célebres Retenciones. (Permítame disgregarme, estimado lector, pero usted recordará que su profesora de historia le habrá enseñado que los siniestros impuestos de la monarquía francesa sobre el agro fueron una de las causas de la Revolución Francesa. ¿No? Bueno, “la glabelle” y “la taille”, que hostigaba al productor galo, ni se acercaban a la suma de retenciones, impuesto a las ganancias, impuesto inmobiliario e impuesto al capital (más demás yerbas) que pagan nuestros productores. ¡Allons enfants de la patrie!).
Estos aumentos tributarios nos han ganado un lugar de privilegio en la orquesta de las naciones, ahora estamos entre los 15 países que más presión impositiva ejerce sobre sus contribuyentes ¡vamos Argentina todavía! ¡vamos por el primer puesto! Por supuesto que esto de pagar impuestos exorbitantes es solo para la gilada; los casinos y los bingos del amigo López (lamentablemente no somos de la familia) a pesar de sus extraordinarias ganancias, no abonan las mismas retenciones que un chacarero. Tampoco lo hacen las mineras y menos aún tributan los activos financieros.
A todo esto debemos agregarle el impuesto inflacionario, que se encarga de agrandar la tajada de nuestro socio bobo, el Estado. (Aunque cada día siento que los bobos somos nosotros, los contribuyentes).
La imposibilidad de corregir la inflación, sea por falta de datos ciertos o por caprichito oficial, nos hace pagar por lo menos un 20 % más cada año, cosa que no es moco de pavo. (Lo del pavo es por nosotros). A propósito, el índice Mc Donald afirma que durante la última década pagamos un 19 % más cada año por cada hamburguesa que digerimos.
Por supuesto que nuestros adelantos de ganancias tampoco son actualizados.
Para ponerle la frutilla al postre, nuestros impuestos son abonados mediante cheques que, ¡también pagan el malhadado impuesto!
Estimado lector, trate de no golpearse tanto la cabeza contra la pared, porque aún no hablamos de los impuestos ocultos en las naftas, los automóviles que compra, o la seguridad, la educación y la salud que debe pagar de su bolsillo etc. etc. etc. porque los servicios de ésta Suiza Surera son deficientes, impredecibles, insuficientes y lamentables. (¿Me falta algún adjetivo?)
Ahora, ¿usted les cree a los candidatos cuando dicen que van a bajar los impuestos? El que asuma, (¡Dios quiera que no sea “Ella”!) ¿Cree usted que va a poder desarmar el revoltijo de subsidios que han armado? El boleto de colectivo mínimo subiría a $ 4,00, por ejemplo. ¿Quién se puede bancar el reclamo social que esto implicaría? El fenómeno de sinceramiento en los países populistas de América latina, está creando un desborde social. Una vez más, los desboles son creados por unos y los platos rotos pagados por el sucesor.
Los impuestos, retenciones y demás yerbas, han llegado para quedarse. ¿Con qué se cree que vamos a pagar los 168.000 millones de dólares de gasto público? ¿Con chocolates? ¿Con cortaplumas suizas? ¿Con relojes de colección? Pagamos impuestos astronómicos a cambio de servicios propios de Uganda. Nos mienten, nos roban, nos engañan con los vidrios de colores. Empeñan el futuro,nos matan por dos pesos,no hay viviendas dignas,no hay salud,no hay seguridad, ¡y aùn tiene intenciòn de voto! ¡que paìs generoso!
Si al menos hubiésemos crecido, achicado la pobreza, creado infraestructura energética, caminos, viviendas… pero no. ¡Nada! Cero. El gran adelanto social es el nuevo barrio de “okupas” en Esteban Echeverría, (¡Si lo viese el autor del “Matadero”!), que han dado en llamar Néstor Kirchner. Al ver a sus habitantes construir sus casillas sobre la laguna –una Venecia del subdesarrollo- no podemos menos que concordar con el nombre impuesto: Néstor Kirchner.
De esa manera se convierte en la metáfora de un país: miserables casuchas construidas sobre el barro, en lugares privados usurpados con la connivencia de las autoridades, que hacen la vista gorda mientras se cuelgan a los cables de electricidad que no pagan.
Esta es la nación que nos están dejando, ¡pero pagando impuestos como en Suiza! Si, mis queridos conciudadanos, estamos en Suiza, en una Suiza sui generis. ¡Hasta tenemos un Lugano, dispuesto a ser usurpado en cualquier momento! En los lagos de Palermo, después que se construya un barrio de chapas, cartón, más los miles de profilácticos usados por los travestis del lugar, vamos a instalar un Jet D’Eau como en Ginebra, con los impuestos que usted y yo pagamos.
Lo único que nos falta para completar la estampa helvética es la tierna figura de Heidi fumándose un porro y bailando al son de una cumbia villera, acompañando a su abuelito al PAMI para recibir remedios truchos, mientras vigila al cabrito para que no se lo afanen y termine a la parrilla.
¡Yo le lei, yo le lei, yo le lei, ju ju”
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