domingo, 13 de febrero de 2011
LA CARA
LA CARA DE LOS DEMÁS.
¿Ud. se detuvo a contemplar la cara de los demás, o solo lo hace con aquella a la que diariarmente encuentra en el espejo; la suya?. ¿Sabe?...yo tengo esa primera puta costumbre, y entonces no me puedo desembarazar de la Venlafaxina que supuestamente atenúa mi depresión. Una entrañable amiga, la conoce sobradamente, con la diferencia que ella ha conseguido disminuir la dosis, que en lo personal me tiene encaramado en lo más alto de la misma. Hablo de la dosis y no de mi amiga.
Y entonces salgo a caminar, o deposito mi trasero sobre la silla que junto a una mesita, me provee alguna paqueta o no tan paqueta confitería, donde “apuro lo que sea”, con tal de contar con esa suerte de platea privilegiada. Qué si soy masoquista, me pregunta…y mire, algo de eso debo tener, habida cuenta que me gusta el escolaso, circunstancia que jamás me ha convertido en jugador compulsivo, sino medido y moderado. Todo juego que genera placer, de ninguna manera debe convertirse en causal de locura, frustración, o lo que es peor, afectar a esa única víscera tan preciada denominada “bolsillo”.
Y entonces, las caras. Mezcla rara de enojo, confusión, y por sobre todo desesperanza. El reflejo del alma, que le dicen. Concluyo en que, o bien somos unos desalmados, o la conservamos hecha añicos.
Ocurre que a la corta o a la larga, la mierda de una gestión de gobierno de mierda, valga la redundancia, aflora y estalla sobre nuestra geta, a la que solo le falta la lucecita colorada que se enciende y se apaga, alertándonos del peligro. Ocurre que hacia atrás, y arriba de la cara, transportamos el cerebro, contenedor de un sistema neuronal al que se puede matar, sin necesidad de recurrir a la violencia física. ¡Esto Ud. lo debería tener remanyado!. Si ha sido víctima de semejante ultraje, seguramente no me pueda leer, amén de que no sea gran cosa la que se pierde.
Pero, y como para no irme de garufa, debo remitirme simplemente a los portadores de “cara”, a la que prontamente y cual moneda, podremos llegar a denominar, “ceca”.
Es la cara de aquellos que no entienden cómo es posible que la Señora, gran simuladora o habitante de una nube de pedo, pueda salir a la palestra contándonos por ejemplo, que en compañía de sus hijos, se morfó unas milanesas que mandó a comprar por unos pocos mangos y en helicóptero, al mercado Central.
Entonces es cuando uno se lleva las manos a la cara, porque siente que le están tocando el culo, ejercicio que es de práctica en algunos jueces de la Nación, dueños de una “cintura” y compromiso político que les permite saltar la valla del juicio político, o sencillamente evitarlo.
Estoy convencido que si nos tomáramos el tiempo necesario para contemplar “la cara de los demás”, seríamos más solidarios, y le hablo de esa solidaridad que nada tiene que ver con el enviar un colchón meado y maloliente, cuando de alguna inundación se trata.
Ricardo Jorge Pareja
parejaricardo@hotmail.com
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