sábado, 16 de julio de 2011
DAN ASCO
Avanza la descomposición
Por Carlos Manuel Acuña
Sin sorpresas, ayer fue un día cargado de señales. Los obreros de la construcción que trabajan para el proyecto de viviendas baratas (que cuestan el doble de las levantadas con ladrillos y cemento) de las Madres de la Plaza de Mayo, fueron mandados por su titular responsable, Hebe de Bonafini, a que le reclamaran a Schoklender por los haberes adeudados durante seis meses. La recomendación, que muy bien pudo confundirse con un insulto, formó parte de la nueva estrategia de la mujer que aspiró a convertirse en el emblema de los derechos humanos y sólo logró ubicarse como el símbolo comercial de la mayor estafa organizada bajo el paraguas de un gobierno. Poco después, la mujer del pañuelo blanco se presentó a la justicia con un escrito para desligarse de toda responsabilidad y dar por sentado que los únicos culpables son los hermanos parricidas que en su momento fueron amparados por ella para hacer estos negocios. De esta manera quedó abierto un nuevo episodio de un escándalo que, según todo lo indica, crecerá con el correr de los días hacia límites insospechados. Todo es posible en la era kirchnerista.
Pero las cosas no terminaron aquí. Ahora, la hija de Hebe, Alejandra, de quien dicen que es madre de un hijo procreado en épocas mejores a partir de su estrecha amistad con Sergio Schoklender, ha sido procesada por su participación en este escándalo, que da señales de nunca acabar, pese a los esfuerzos desplegados desde la Quinta de Olivos. La justicia inhibió a esta señora o señorita, congeló todas sus cuentas bancarias, paralizó las operaciones financieras en las que estaba empeñada e inauguró una nueva situación que embarra todos los escritos judiciales y explicaciones que se intentan para despegarse del negociado o calificación que merezca este asunto. Qué vendrá después no lo sabemos, aunque sí podemos reiterar que todo es posible en la era kirchnerista.
También ayer, entusiastas y organizados militantes de La Cámpora atacaron a garrotazos a los concurrentes a un acto del Frente Progresista de Margarita Stolbizer que se realizaba en la ciudad bonaerense de Azul. Los camporistas fueron dirigidos por Gabriel Mariotto, el candidato de Cristina Fernández de Kirchner a la vicegobernación de la provincia, postulación que le fue impuesta al gobernador Daniel Scioli, quien una vez más y como quien dice, debió bajarse los pantalones. Botellazos, piedras y otros objetos cayeron sobre los dirigentes opositores que estaban acompañados por el intendente de Azul, Omar Duclós, y varios candidatos a diputados nacionales y provinciales. La agresión contó con el respaldo de la Juventud Sindical y de otros elementos kirchneristas que en ningún momento ocultaron esa condición militante, mientras a grito pelado lograron disolver la concentración política. El suceso, al margen de lo que significó en sí mismo, admite otras interpretaciones como, por ejemplo, lo que muy bien puede ser una nueva estrategia oficialista de imponerse por la fuerza para revertir la declinante situación electoral del cristinismo. En tal caso, cobrará fuerza la especulación que sostiene que, para evitar una posible derrota, el gobierno opte por crear una situación intolerable -e insostenible- con miras a suspender los comicios y crear mejores circunstancias para llenar las urnas con comodidad. De cualquier modo y más allá del suceso, éste se resume en que todo es posible en la era kirchnerista.
Por otro lado, ha causado estupor un dato extraordinario que llegó hasta el despacho de la misma Presidente de la República con pedido de explicaciones. Se trata de que el representante argentino ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), integrante de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), Sr. Martínez, participó de tareas de Inteligencia durante el Proceso de Reorganización Nacional y, por ende, interpretan en las filas justicialistas que se hicieron eco de la denuncia, Martínez participó de la represión, un presunto delito de lesa humanidad por el que se dictan penas de cadena perpetua a los militares, policías y civiles que enfrentaron a la Guerra Revolucionaria a partir de las órdenes dictadas por el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Dejemos momentáneamente de lado esta contradicción para preguntarnos quién les dio este dato a los denunciantes, que ahora ponen en un aprieto a Cristina Fernández, interrogante que viene acompañado de la insistencia con que los peronistas dejados de lado por el dedo presidencial en la confección de las listas electorales quieren una respuesta satisfactoria. Según se comenta, esto sería nada más que un anticipo de casos similares que se acumulan en un listado que también será elevado a la consideración presidencial. Como puede apreciarse, todo es posible en la era kirchnerista.
La lista de escándalos para ser evaluados este fin de semana, a la espera de otros que hacen cola, es el increíble suceso -¿increíble?- ocurrido en el puerto porteño donde recalan los buquebus que llevan turistas y automóviles al Uruguay. Por la mañana, quiso embarcarse Carlos Quintana, secretario general de la ultrakirchnerista Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), quien -dicen- llamó la atención de los efectivos de la Prefectura Nacional por la gran cantidad de pesadas valijas que portaba. Cuando se le preguntó qué llevaba en su abultado equipaje, Quintana tartamudeó y no supo dar explicaciones satisfactorias. Las valijas fueron abiertas y -¡oh sorpresa!- aparecieron decenas de abultados fajos de dólares cuyo dueño aseguró que era para ser depositados en un banco uruguayo. Según parece, se trata de unos tres millones quinientos mil dólares imposibles de girar abiertamente entre bancos y que en ese momento no se pudo saber cuál era su origen. ¿Ahorros de un humilde trabajador? En la época que vivimos, las sospechas surgieron enseguida y determinaron que más tarde la curiosidad periodística recibiera la explicación del sindicalista: “¡¡Ustedes tienen mala memoria... me los gané en el Loto!!” Obviamente, todo es posible en la era kirchnerista...
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