Cristina Elizabeth Fernandez nació el 19 de febrero de 1953.
Esa es toda la “biografía” que puede hacerse hoy, de esta singular mujer, amante del colágeno, las joyas y la ropa de lujo.
Si hubiera sido una de las esposas de Enrique VIII , jamás hubiese podido esquivar la decapitación.
Elizabeth, es un nombre que ella no usa. No le gusta.
Nos recuerda a Bathory. Historia real … que debe ser leída.
Elizabeth Bathory, “la condesa sangrienta”, sobre la que ya hemos escrito algunas líneas en estas conmovedoras analogías históricas.
Si la Condesa Elizabeth Bathory gana las elecciones, aunque no las gane en forma holgada, todos los argentinos deberemos interpretar que la mayoría de nuestros conciudadanos están conformes con esta perfecta mediocridad que hemos logrado alcanzar.
Con la “profundización del modelo” ¿ De qué “modelo” ?
Más que eso : Es porque creen en la continuidad de esta fantasía.
Entonces, por tal motivo… que harán valer con su voto, querrán seguir navegando al garete… hacia donde nos llevan las olas, es decir… hacia la nada.
Querrán seguir siendo llevados, mudos y silenciosos, como ovejas al matadero.
Deberemos interpretar que esa mayoría ó “primera minoría”… lo que quiere es, justamente, “más de lo mismo”.
No algo mejor, por cuanto cualquier cosa mejor, aún no hecha ni soñada todavía, no va a constituir, no constituye ni ha constituido la mira de esta gente.
Se han cuidado muy bien de no prometer nada nuevo.
Preguntémonos por qué ?
No prometen nada nuevo… por temor al ridículo.
Nadie podría explicarse objetivamente, por qué razones habrían de proponerse abordar mejorías, si… hasta ahora, con todo a su favor, no las han querido abordar ni siquiera expresándolas como intención.
Que cosa pueden prometer que, en cuatro años, no hayan podido hacer… contando con la suma del poder público ?
Nadie podría explicarse cuál hubiera sido el impedimento que tuvieron para motorizar alguna reforma, viviendo, como viven, con superpoderes plenos y bajo el paraguas de una generosa “ley de emergencia económica” que ya no saben cómo seguir prorrogando.
Deberemos interpretar entonces, que bajo este “régimen” es tan bueno seguir a los tumbos que nuestra vida de cuasi fantasía ya no tiene contrastes con algún destino. No.
Nuestro destino es este :
Está aquí, con nosotros… y acaso no nos hayamos dado cuenta.
Es decir, nuestra interpretación abnegada “el día después” estará rápidamente ante nuestros ojos y será sencilla :
Lo mejor para el pueblo es este “conocido escenario”, sin variante alguna. Y además, con esta Condesa Bathory en el trono, habrá, sin dudas, las mejores garantías de conducción “republicana” para sostenernos en nuestra fotografía color sepia de “último destino”.
Pero por otra parte, como “vox pópuli, vox dei” (“la voz del pueblo es la voz de Dios”), entonces, nuestra satisfacción de fé nos dará motivos más que sobrados para ser felices… como el resto de la gente.
Sabremos allí, definitivamente, lo que no habíamos advertido antes.
Que lo que deseábamos… era esto… así establecido.
Con el delito como condición de convivencia, y con la trapisonda como condición de gobierno.
Con el clientelismo político como condición de sostenimiento del poder, con el salvajismo impositivo como condición de trabajo y con la burla como requisito primario para navegar en la seguridad jurídica empresaria.
De los “Discursos de la primera década de Tito Livio” de Nicolás Maquiavelo, leemos esta frase :
“El pueblo, engañado por una falsa apariencia de bien, desea muchas veces su propia ruina, y si alguno… en quien el pueblo tenga confianza no le persuade,… demostrándole que eso es un mal y dónde está el auténtico bien,… traerá sobre la república infinitos peligros y daños.
Y cuando la suerte quiere que el pueblo no confíe en nadie, como a veces ocurre, entonces, engañado por una mala visión de las cosas ó de los hombres, necesariamente, se dirige a su ruina”. (sic)
Acaso con esta liturgia, llegue la verdad revelada y veamos que es un modo muy feliz y agradable de seguir viviendo… sin importar el devenir de nuestros hijos, ni mucho menos la huella histórica de nuestra conciencia crítica.
Otro escenario es, inversamente, uno en el que, Elizabeth Bathory empiece a ver, horrorizada, que puede llegar a perder las elecciones aunque sea por poco o siendo enviada a un ballotage.
Sólo ella y su consorte saben bien, cuales son los límites que están dispuestos a perforar y cuales las nuevas formalidades legales que están dispuestos a fulminar… cuando sientan el terror de la derrota en ciernes. Es puede ser el último escenario de Elizabeth Bathory…
Esperemos así todos, pues, hasta el 28 de octubre, tranquila y mansamente… sin perder un solo minuto la conciencia de que, nuestra suerte, está atada al infinito apego por la mediocridad que, desde el pináculo del poder, nos siguen ofreciendo ahora con ropa de mujer.
Lic Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar
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